Por Maquiavelo
Columna: Se dice que
El nefasto ego
2015-10-29 | 21:20:31
El exgobernador Fidel Herrera debe estar más que arrepentido de haber buscado la salida del país con el cargo diplomático de cónsul en Barcelona. No era momento de asomar la cabeza y que le lloviera duro y tupido en acusaciones y graves denuncias que él pensaba que estarían olvidadas.

Es una vieja costumbre de los mexicanos el “péguele al negro”, sobre todo cuando un político cae en desgracia.

Han pasado más de tres años y los periódicos de México y de España no olvidaron sus graves travesuras económicas de endeudar el estado, la supuesta relación con el crimen organizado y la memoria de su antiguo compañero para que atornillen los ceniceros de los bancos, porque el cuenqueño se los robaba.

No eran los tiempos de tirar cuetes cuando era de recoger las varas, como decía Mario Vargas Saldaña, el político más completo y honesto que ha tenido el puerto de Veracruz.

Nadie se acordaba del exgobernante veracruzano hasta que salió a la luz pública. Periodistas del Reforma y la Jornada dieron pauta para que el diario “El País” de Madrid y medios impresos y digitales de Barcelona se ensañaran con el inquieto cuenqueño que disfrutaba la tranquilidad política en sus oficinas de la ciudad de México y escribiendo él, así como su familia en su periódico.

Vivir en Europa tiene su encanto, pero no cuando se acostumbra a una rutina de choferes, guaruras, secretarias, teléfonos, invitaciones y su gran pasión, la grilla política con personajes de cierto nivel. El exilio en el extranjero es muy diferente y con el modesto nivel de cónsul aunado a la terrible imagen de mexicano maloso que le han creado. Serán muy largos los días, el horario es diferente lo que se convierte en problema para adaptarse a la extraña actividad del tiempo para el acomodaticio político mexicano.

Es fuera cuando se extraña todo lo bueno y lo malo que encierra nuestro país. Es el destierro un severo castigo político como si pagara en vida los errores y delitos hasta aquellos que no ha cometido.

Enseñan el cobre

Habría algún candoroso e inocente ciudadano que le creyera al turista de Gustavo Ruiz Barroso, alcalde de Alvarado, que su ideología y principios eran de la verdadera izquierda que fijaron los fundadores del Partido de la Revolución Democrática.

El edil “perredista” era el que le pagaba la campaña para diputado priista a Tarek Abdala. Desde un principio ya incursionaba en la filas del tricolor, trabajaba en el gobierno estatal cuando fue candidato del PRD rojo y ahora aprovechó la ocasión oportunista de la próxima elección de gobernador, para oponerse a la coalición con el PAN. La política como tal, exige una acrisolada falta de honradez.

El médico y estadista francés, Georges Clemenceau, aseguraba que “Un traidor es un hombre que dejó su partido para inscribirse en otro. Un convertido es un traidor que abandonó su partido para inscribirse en el nuestro.”

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