Hay cosas que no entiendo y espero que alguien me explique.
Algunos medios critican la falta de acción de las autoridades
porque le permiten al ambulantaje que cierre calles,
invada banquetas, entorpezca el tráfico, llene de basura la
zona donde se instala, provoque una competencia desleal
contra el comercio establecido, se robe la luz y no pague
impuestos.
Cuando por fin deciden poner orden y despejar la vía
pública del ambulantaje, esos mismos medios protestan
porque dicen que la autoridad es insensible a la problemática
social de los ambulantes, algunos de los cuales navegan con
fingida bandera proletaria, porque llegan a vivir bien al
estar en un lucrativo negocio que no paga renta, luz, seguro
social, ni impuestos.
Lo menciono porque recientemente ha surgido una
polémica similar con las manifestaciones.
Algunos critican la tibieza de las autoridades para hacer
cumplir la ley y sancionar a quienes protestan cerrando
calles y carreteras, afectando a terceros, sobre todo cuando
las protestas no son pacíficas ni ordenadas, sino violentas y
solo buscan crear mayores conflictos, porque no todas las
marchas y manifestaciones son auténticas.
Hay algunas que son organizadas para causar zozobra,
otras más por grupos que alquilan sus servicios a los políticos
para atacar a sus rivales. Algunas son encabezadas por quienes
las usan como trampolín para alcanzar un cargo público.
Curiosamente, cuando alguien propone regular las marchas
y plantones para que sin menoscabo de sus derechos,
los que protestan se manifiesten libremente pero con orden
y respeto, las mismas plumas que criticaban la tibieza de las
autoridades, ahora las critican llamándolas intolerantes,
porque afirman que atentan contra la libertad de expresión,
olvidando que la libertad de cualquier individuo termina
cuando afecta la libertad de los demás ciudadanos.
En cualquier país del mundo que presuma de democrático
como España, Francia y Estados Unidos, las marchas
y manifestaciones están permitidas, pero deben hacerse en
lugares y horarios que no afecten al resto de la población. Si
la marcha es pacífica y ordenada, pueden los manifestantes
gritar lo que quieran, portar mantas y carteles donde expresen
sus inconformidades y critiquen al gobierno.
Todo eso pueden hacerlo pacíficamente y sin ningún
problema.
Sin embargo, en el momento en que los manifestantes
quebrantan la Ley y empiezan a bloquear calles, a agredir a
terceros, a secuestrar camiones, a pintarrajear edificios, a
romper cristales, a quemar vehículos, a saquear comercios
y a apedrear a la policía, entra la fuerza pública con todo
rigor a imponer el orden. Allá nadie se espanta por ello,
ni se desgarra las vestiduras, ni acusa a las autoridades de
intolerantes, ni critica a la policía por restablecer el orden
y proteger a la ciudadanía. Cuando hay manifestaciones
violentas, entra la fuerza pública a imponer orden y punto.
La sociedad en general lo agradece, ya que el desorden solo
genera caos, pérdidas y anarquía.
En cambio aquí en México, especialmente en el DF, Oaxaca
y Guerrero, donde las cosas están al revés, la policía solo
sirve de piñata. Los manifestantes hacen lo que quieren,
generan caos y provocan destrozos. Si la policía interviene,
los manifestantes los agreden con todo. Los anarquistas y
provocadores infiltrados les arrojan cohetones, bombas
molotov, palos y piedras. Los policías arrinconados tienen
que aguantar la agresión, porque las instrucciones recibidas de
sus populistas jefes son: no hacer nada.
Los agresores que llegan a ser detenidos, son liberados a los
pocos días mediante el pago de ridículas multas, a pesar de los
daños y perjuicios ocasionados.
Actualmente 50 o 100 personas bien organizadas pueden protestar
cerrando calles o carreteras en horas pico, afectando a miles
de ciudadanos que no pueden pasar. Esto, para pedir cualquier
cosa ya sea justa o injusta, viable o inviable. También para solicitar
ocurrencias como el pago del sueldo completo a maestros faltistas
que no dan clases durante semanas y todavía tienen el cinismo de
exigir que no les descuenten los días que no trabajaron.
Desafortunadamente la población afectada no puede hacer
nada, porque las autoridades toleran el desorden para que no las
llamen represoras, ni les exijan resultados.
Por cierto, ¿cuántas manifestaciones podrían ser evitadas si
las autoridades tuvieran sensibilidad y atendieran a tiempo las
demandas ciudadanas que sean justas y razonables?
Lamentablemente, muchos políticos por estar más entretenidos
en todo, menos en sus obligaciones, no cumplen con su tarea, permitiendo
que los problemas crezcan hasta volverse inmanejables.
Regresando al tema: La necesidad de que los manifestantes
se conduzcan con orden y responsabilidad, es algo que tiene que
quedar contemplado dentro del marco de la ley.
Es indiscutible que las manifestaciones deben permitirse, ya
que forman parte de las libertades que tenemos los ciudadanos,
pero deben hacerse siempre de manera ordenada y sin afectar a terceros.
Si México quiere realmente atraer inversiones que generen
empleos, debemos tener en el país orden, paz, justicia y concordia.
La línea divisoria entre el derecho a manifestarse con libertad
y el abuso que algunos hacen de las libertades que tenemos, es muy
delgada. Por eso, las leyes deben ser muy claras para evitar errores.
Jorge Washington lo resumió en una frase que dejó a la posteridad:
“Libertad sin ley es anarquía. Ley sin libertad es tiranía”.
Ojalá que los mexicanos entendamos que tenemos el derecho de
manifestarnos con toda libertad, pero también con todo respeto y
con total responsabilidad.
Hasta el próximo sábado.