Muchos son los problemas que nos impiden salir del subdesarrollo. Estos, resultan similares a los que tienen los llamados países emergentes, como son: baja productividad, escaso nivel educativo, altos impuestos, servicios públicos deficientes, infraestructura anticuada, exceso de burocracia, múltiples y engorrosos trámites para abrir una empresa, elevadas tasas de interés, inseguridad, tarifas eléctricas y combustibles caros.
También una corrupción desbocada que a pesar de las múltiples leyes y programas existentes para combatirla, aumenta en lugar de disminuir; porque los políticos y funcionarios que delinquen no tienen llenadera, ni castigo gracias a la impunidad que padecemos.
Si bien hay sectores de nuestra economía que han mejorado de manera importante, por la capacitación de sus trabajadores, la inversión realizada y al uso de tecnología de punta traída de países avanzados; la realidad es que el porcentaje de mexicanos que viven en condiciones de pobreza, es muy alto.
Muchos se preguntan por dónde hay que empezar para cambiar las cosas y mejorarlas. La respuesta no es nada complicada: Hay que empezar por la educación.
Y es que un pueblo preparado y culto no vende su voto, no hace san lunes, no tira basura en las calles, exige resultados a los políticos, premia con su voto a los eficientes y mete a la cárcel a los que saquean el erario. También conoce sus derechos y obligaciones, al mismo tiempo que ve a la corrupción como un cáncer que debe extirparse.
Un pueblo preparado también tiene un mejor gobierno, paga sus impuestos y vive mucho mejor que otro que se encuentra anclado en la prehistoria cultural y cívica.
Desafortunadamente los mexicanos no somos un pueblo preparado, porque nuestro sistema educativo está para llorar. A pesar del enorme presupuesto asignado, éste es desaprovechado y malbaratado en buena parte.
Desaprovechado, porque nuestro sistema privilegia como método de enseñanza la memorización, en lugar del razonamiento. Malbaratado, porque de los 365 días del año, solo hay clases 200 y eso es en teoría, ya que hay que descontar todos los días perdidos por huelgas, juntas de maestros, puentes, huracanes que no se presentan, y por todas las ocurrencias de quienes con cualquier excusa suspenden las clases. También se debe el caos educativo, a la falta de pantalones de los gobernantes que no exigen resultados y al paternalismo irresponsable, porque les pagan su sueldo completo a los maestros faltistas.
No es coincidencia que los estados más pobres y atrasados como Oaxaca, Chiapas y Guerrero, son los que mayor cantidad de días perdidos tienen por huelgas, bloqueos y marchas de los profesores. Con estos problemas, una gran cantidad de estudiantes están condenados a vivir en la total mediocridad, por la preparación tan deficiente que reciben.
Desafortunadamente esto no es lo peor. Lo verdaderamente grave es el llamado saqueo del siglo, expuesto con valentía por el empresario Carlos X. González presidente de la fundación Mexicanos Primero, quien investigó y denunció la forma desordenada y abusiva con que se despilfarra el presupuesto destinado a la educación.
Este empresario, preocupado por lo mal que está la educación en México, investigó y encontró severas inconsistencias entre la nómina magisterial que entregan los gobiernos estatales a la SEP y los datos del censo educativo.
Descubrió que existen en el país nada menos que 591,222 personas empleadas en el sector, cuyas funciones y ubicación se desconocen; pero eso sí, cobran puntualmente su sueldo. Buena parte de esa enorme cifra son aviadores, personas ya fallecidas, operadores políticos asignados a campañas electorales y prestanombres para que algunos funcionarios del sector puedan obtener recursos ilícitos para comprar lujosas residencias, cuyos precios resultarían inalcanzables para ellos si trabajaran honradamente.
Ese robo descarado al pueblo de México representa nada menos que 51 mil millones de pesos anuales tirados al drenaje. Con esto se condena al atraso y a la mediocridad a una buena parte del estudiantado, que difícilmente podrá competir con éxito en una economía globalizada.
Es tan importante la educación pública para lograr el desarrollo de un país, que naciones como Corea, la India y Singapur cuyas economías estuvieron hasta hace poco en niveles inferiores a la mexicana, le apostaron en serio a la educación, lo lograron y ahora están mucho mejor que nosotros.
Desafortunadamente en México, poca gente es la que se indigna ante el saqueo, el despilfarro y la ineficiencia. No sé que complejo ancestral traemos a cuestas los mexicanos, que muchos ciudadanos ven como normales delitos que en otras naciones simplemente hubieran generado indignación, escándalo, la renuncia obligada de los políticos involucrados, su encarcelamiento y la restitución a las arcas públicas del dinero robado, más intereses y multas.
En cambio, aquí no pasa nada. Es tan grande el cinismo, la ignorancia y el servilismo de muchos ciudadanos, que políticos bribones señalados de robarse descaradamente el dinero de nuestros impuestos, siguen siendo recibidos con múltiples atenciones en los círculos sociales como si nada y hay quienes en el colmo de la barbería los abrazan y casi los cargan y besan; a pesar de las trapacerías que cometieron.
Lo absurdo del caso es que algunos de esos políticos a veces ganan elecciones, no obstante que su imagen de rateros los antecede.
Hay que aclararle a la ciudadanía que un pueblo que elige como gobernantes a políticos ladrones que antes han sido sus verdugos, no es su víctima, sino su cómplice.
También hay que recordarle que los malos siempre ganan cuando los buenos callan y deciden no hacer nada.
No lo olvidemos esto jamás y menos en las elecciones.