Por Francisco J. Ávila Camberos
Columna: Populismo desbordado = pueblo atrasado y saqueado
2014-06-29 | 10:29:25

Son los gobernantes populistas quienes toman decisiones, no buscando el bien de la Patria, sino pensando en cómo salir beneficiados y sacar ventaja en las próximas elecciones.

Para lograr sus propósitos, los populistas toman decisiones que entretienen a las masas y les hacen creer que les regalan cosas, sin que éstas comprendan que solo les están dando migajas de su propio pan, porque al final del día lo que los regalos y la diversión cuestan, sale del bolsillo de los propios contribuyentes.

Creen los ciudadanos con menor preparación que en verdad esos políticos buscan beneficiarlos, cuando en realidad, lo que están buscando es obtener su voto, para seguir pegados a la ubre presupuestal.

En lugar de gobernantes populistas que solo buscan reflectores para conseguir votos, México necesita verdaderos estadistas que se preocupen por dar soluciones reales y de fondo a los graves problemas que aquejan a la nación; que corrijan los males que padece el país y ayuden a que realmente avancemos en beneficio de las próximas generaciones, aunque temporalmente nos causen molestias durante su implementación.

Volviendo al tema del populismo; en reciprocidad por los regalos y diversión recibidos, las masas agradecidas siguen votando por sus presuntos benefactores, mientras el país se estanca, ya que los escasos recursos disponibles que debían servir para mejorar la infraestructura y los servicios públicos, se dilapidan en supuestos programas sociales, que no resuelven nada de fondo y solo fomentan la dependencia, el conformismo y en algunos casos hasta la pereza.

Déjenme aclararles que la única manera segura y comprobada de combatir la pobreza con eficiencia, es a base de empleos productivos, bien remunerados.

¿Saben esto los políticos?

Claro que lo saben, luego entonces; ¿por qué no impulsan y facilitan la creación de empleos en lugar de promover las dádivas? La respuesta es muy simple: el empleo eleva y dignifica al ser humano, incluso lo libera de ataduras. Por el contrario, la dádiva lo anula y vuelve apático, dependiente y sobre todo manipulable.

Por eso, para obtener dividendos electorales, los políticos regalan con cargo a nuestros impuestos 14 millones de televisores de plasma, como si el ver televisión fuera artículo de primera necesidad y como si para eso pagáramos tantos impuestos. También regalan cientos de miles de lap tops y hacen que el gobierno pague pensiones a quienes jamás aportaron cuota alguna de seguridad social, lo que pone en mayor riego las finanzas públicas, porque nuestro sistema de pensiones está colapsado desde hace años.

En donde el populismo también se cuece aparte es en el DF, donde se han hecho playas artificiales y pistas de patinaje sobre el hielo para entretener a las masas, en vez de arreglar el drenaje que cada vez que llueve torrencialmente se colapsa y las inundaciones detienen horas y horas el tráfico de vehículos.

Obviamente para resolver esto, que sí urge, no hay dinero. Tampoco hay recursos para darle mantenimiento adecuado a la infraestructura urbana. Salvo el centro de la ciudad, que sí lo han mejorado, el resto de la capital del país sigue en las mismas condiciones de abandono, con calles y banquetas llenas de grietas, boquetes y topes formados por los baches mal tapados.

No obstante esto, acaban de implementar una nueva ocurrencia en el DF, están dado tarjetas a quienes se afilian a otro programa populista y con éstas obtienen los usuarios diversos apoyos incluyendo un seguro de vida, gastos funerarios e ir al cine gratis una vez al mes. Con esas medidas seguramente seguirán captando votos y continuará imperando el gasto innecesario que descuida lo prioritario y urgente.

Ni en Estados Unidos, que es un país riquísimo, el gobierno regala televisiones, lap tops, ni entradas al cine. Mientras tanto en el DF, el mantenimiento urbano es escaso, el tráfico vehicular es un verdadero desorden que hace que todos los días millones de horas hombre se pierdan en los embotellamientos y millones de litros de gasolina se consuman inútilmente aumentando la contaminación.

El ciudadano que cuenta con automóvil tiene que usarlo a fuerza, porque el transporte público resulta insuficiente e ineficiente para las dimensiones de la metrópolis y no puede crecer a la velocidad que se requiere por falta de recursos.

Estos escasean porque las tarifas populistas que implementaron allá las autoridades, no cubren los costos reales del transporte y además, por las enormes fugas de dinero que trae consigo el burocratismo, el saqueo y la incompetencia que padecemos. La línea 12 del metro resulta ser un claro ejemplo de esto.

Eso no es todo. Para mantener el enorme ritmo de gastos que tiene y sostener con ello sus programas populistas y electoreros, el gobierno del DF pide prestados anualmente miles de millones de pesos que quien sabe quién pagará, porque cada vez la deuda es más grande y no se ve para cuando puedan liquidarla. Con esto, los adeudos siguen creciendo y forman ya una inmensa bola de nieve que tarde o temprano desfondará las finanzas públicas y nuestros hijos y nietos tendrán que terminar pagando.

¿Cuándo cambiaremos los ciudadanos para que las cosas mejoren? ¿Cuándo despertaremos para exigirle a los gobernantes eficiencia, honradez y austeridad en el manejo del gasto público, para atender primero las prioridades y no las ocurrencias, ni el populismo convenenciero?

La respuesta está en nuestras manos y en nuestro voto libre, responsable y razonado.

Hasta el próximo sábado.
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