Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Portero con buena suerte
2014-06-18 | 10:01:38
La niñita le preguntó a su mamá: “Mami:
¿qué es un vibrador?”. Se azaró en un principio
la señora, pero era partidaria de la
moderna teoría educativa según la cual a
los niños se les debe decir siempre la verdad,
de modo que respondió, no sin vacilaciones:
“Un vibrador, hijita, es un artilugio o juguete
sexual que algunas mujeres usan para sentir
placer como sustituto o complemento del
órgano generativo del varón.
Algunos vibradores están diseñados ergonómicamente
a fin de estimular las zonas
erógenas; otros, más sencillos, equivalen
al llamado dildo. Están hechos de diversos
materiales; los hay de una sola velocidad o
de varias, y se venden en diferentes tamaños
y colores. Eso es lo que puedo decirte acerca
del vibrador”.
La niña, que lo había oído todo sin entender
nada, le preguntó en seguida a su mamá:
“Y ¿qué es ‘modo avión’?”. ¡Qué barbaridad,
las preguntas de la pequeñita se referían a
las funciones de su iPhone! ¡Ninguna relación
tenían con la delicada materia que su
señora madre abordó sin hacer antes algunas
preguntas de tanteo! A eso conducen
las modernas teorías educativas. Por eso yo
sigo con el Mantilla, las Rosas de la Infancia,
de María Enriqueta, y el Silabario de San
Miguel...
Debía tomar ayer un vuelo tempranero a
Los Ángeles. Tendría después una jornada
ocupadísima que incluía un par de entrevistas,
una comida formal, una conferencia
con su correspondiente sesión de preguntas
y evasivas, y luego una firma de libros. Pensé,
desde luego, que se me escaparía el partido
Brasil-México.
Pese a eso me las arreglé para ver el encuentro
entre los titanes del futbol, esos
grandes artistas del balompié que tantas
veces han maravillado al mundo, y sus rivales
del equipo brasileño. No sé nada de
futbol, pero creo que el empate de ayer fue
en verdad un triunfo para México.
Sacarle un 0-0 a ese formidable conjunto,
en su propio país, en su cancha y con su gente,
fue en verdad una proeza para el equipo
mexicano.
Hubo momentos en que los brasileños se
vieron superados por nuestra selección, y
aunque mostraron su extraordinaria calidad
no pudieron concretar sus jugadas, y
no lograron el anhelado gol que les hubiera
dado ventaja en la tabla de posiciones. Desde
luego el héroe fue Guillermo Ochoa.
La suerte estuvo de su lado -no hay buen
portero sin buena suerte- pero se vio sereno
y estuvo siempre donde debía estar para
impedir el gol. El hecho de que haya sido
nombrado El Hombre del Juego es algo poco
usual: generalmente esa presea se otorga a
quien anota goles. Tal reconocimiento constituye
un momento estelar en su carrera.
La selección se vio bien, sin complejos
ante su poderosísimo adversario, y la afición
nacional tiene derecho a esperar de ella más
cosas buenas en este campeonato. Hasta yo,
que no sé nada de futbol, estoy contento...
Don Chinguetas no dejaba descansar a
doña Macalota, su mujer. La infeliz se levantaba
en horas de la madrugada a hacer
pipí y él le decía: “Ya que andas levantada
tráeme un té”. Ella, semidormida como
estaba, debía ir a la cocina a hacerle a esas
horas la infusión a su marido. Cansada ya
del continuado abuso, una noche salió de la
cama para ir al baño y se puso a gatas para
que el mismo lecho la ocultara y su marido
no la viera.
Don Chinguetas, sin embargo, sintió a
su mujer y le dijo: “Ya que andas agachada
búscame mis guaraches. Desde hace días
los traigo perdidos”...
He aquí algo que no te gustaría oír cuando
te están operando: “¡Joder! ¡Falta la página
17 del manual de instrucciones!”...
Pepito se quedó a dormir en casa de sus
abuelitos. Al rezar sus oraciones de la noche
gritó a todo pulmón: “¡Diosito! ¡En mi
cumpleaños quiero de regalo un iPad!”. “No
grites así -le dijo su abuelita-. Dios no está
sordo”. “Pero el abuelo sí” -razonó Pepito...
Doña Jácula Toria, mujer muy religiosa,
y la señorita Peripalda, catequista, visitaron
el museo de arte de la ciudad. Acordaron
separarse para ver cada quién lo que más
le interesara, y reunirse de nuevo al final
de la visita.
Cuando se encontraron, doña Jácula,
escandalizada, le dijo a la señorita Peripalda:
“¿Vio usted, amiga mía, esa estatua de
mármol que representa a un hombre desnudo?
¡Cómo se atreven a exhibir semejante
inmoralidad, con esa cosa tan grande!”. “Y
tan fría” -completó la señorita Peripalda...
FIN.


MIRADOR
››armando
fuentes aguirre
¿Quién es este antepasado que me
mira, severo, desde el retrato de óvalo
en la sala de la casa del Potrero? Ni
siquiera los más viejos del rancho lo
recuerdan. Lleva saco negro negro,
camisa blanca y corbata de cinta; en
el chaleco muestra una cadena, seguramente
del reloj, y en el ojal de la solapa
luce una flor que parece un clavel.
A mí me llama mucho la atención la
flor en el atuendo de ese señor tan serio.
El retrato no es de bodas. ¿Por qué la
lleva, entonces? ¿Se la dio acaso una
mujer y le pidió que se hiciera retratar
con ella como promesa de duradero
amor? ¿O se la puso a él en recuerdo de
la amada que se fue? ¡Cuántas historias
puede inspirar el antiguo retrato de un
hombre que lleva una flor en el ojal!
De todos los ancestros cuyas imágenes
están en la casa, este señor es
el que más me llama. Por él se me ha
ocurrido la peregrina idea de hacerme
retratar yo también con una flor en la
solapa. Se irán los años y vendrá eso
tan grato que se llama olvido. Alguien
preguntará: “¿Quién es este hombre?”.
Nadie sabrá responder. Y yo, en alguna
parte, sonreiré.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
››por afa
“...Se detuvo ayer el país...”.
Algún amante del gol
-pero no de trabajardijo
en modo singular:
“Para mí siempre hay futbol

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