Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Drástica medida
2014-06-16 | 10:06:13
Cuento de actualidad. Un tipo le envió un
mensaje a su amigo: “Estoy instalado ya
para ver el partido México-Brasil. Pantalla
de 52 pulgadas; cómodo sillón forrado en
piel, con descansapiés; el aire acondicionado
a 22 grados. A ver si no me corren los de la
tienda”...
Himenia Camafría, madura señorita soltera,
declaró: “Cuando yo muera no quiero
que me entierren. Más bien me gustaría que
me inseminaran”...
Dijo Babalucas: “Ahí va una helicóptera”.
Lo corrigió su amigo: “Es ‘helicóptero’”.
Exclamó con asombro el tontorrón: “¡Qué
buena vista tienes!”...
Este año se cumplen 50 de la muerte de
don Efraín González Luna, uno de los fundadores
de Acción Nacional y candidato de
ese partido, en 1952, a la presidencia de la
República. Fue hombre sabio y bueno. En
muchos hombres la sabiduría conduce a la
bondad.
Escritor de amplia cultura y claro estilo,
hizo una magnífica traducción de L’Annonce
Faite a Marie, el sonoro poema de Claudel.
Lo leí en mi juventud, y recuerdo que me
impresionó bastante. Entonces era yo muy
impresionable. Ahora lo soy más, y eso me
alegra: quiere decir que todavía conservo
algún rasgo de la juventud.
Don Efraín, pese a haber andado en la
política -lo hizo por deber de conciencia,
contrariando su natural modo de ser-, era
recatado: no solía revelar su ser interior. Aun
así después de su muerte se encontraron entre
sus papeles una páginas autobiográficas
plenas de belleza y fe.
Leamos un ejemplo: “Bendigo a Dios
porque he vivido intensamente mi drama.
Gracias a esto mis brazos se alzaron siempre
hacia Él y su infinita misericordia no se
cansó de perdonarme y levantarme”.
Y luego: “No le tocó a mi Ángel Custodio
un pupilo razonable. Nunca he planeado gravemente
mis jornadas ni me ha preocupado
la falta de plan. He dado mucho quehacer a la
Divina Providencia y a sus santos auxiliares.
Dejado a mis fuerzas me hubiera desviado o
consumido como corriente exigua y aislada
en el desierto; pero cauces, niveles y declives
me han conducido literalmente a los sitios
exactos de mi misión.
Confío en que Quien me llevó a ellos me
conducirá también a la desembocadura en
Su Mar Infinito”. A esto, digo yo, se le llama
esperanza. A esto se le llama pensar alto,
sentir hondo y decir bien. En este aniversario
don Efraín González Luna merece homenaje
de recordación. Fue un buen mexicano en
un tiempo en que esa especie de bondad -el
verdadero amor a México- no abundaba
mucho. Tampoco abunda ahora. Razón de
más para evocar a este hombre sapiente y
generoso.
El Padre Arsilio se angustiaba porque el
templo parroquial estaba urgido de reparaciones,
y sus feligreses no aportaban lo
necesario para cubrir el costo de las obras.
Su sacristán Dimas Igestas, hombre avisado
y conocedor del mundo, le dijo: “Lo que
sucede, Padre, es que usted es demasiado
blando, y no pone en su petición de ayuda
la energía que debería poner.
Este domingo, al terminar la misa, retírese
y déjeme hablar a mí con la gente. Verá que
yo sí le saco el dinero”. Así se hizo: al acabar el
oficio dominical el buen sacerdote dejó solo
al sacristán con la feligresía. No pasó mucho
tiempo sin que el hombre regresara con el
señor cura. Llevaba dos grandes bolsas. “¿Lo
ve usted, padrecito? -le dijo-. Mire”. Y así
diciendo vació una de las bolsas.
De ella salieron billetes de 20, 50,
100,200 y aun 500 pesos. El Padre Arsilio
se asombró: esos billetes eran descreídos,
jamás los veía él en misa, y ahora llenaban
la mesa. “¿Cómo hiciste para lograr esto?”
-le preguntó, estupefacto al sacristán.
Contestó Dimas. “Les pedí a las mujeres
que salieran. Luego saqué la navaja que uso
para capar borregos y les dije a los pelados:
‘Miren, cabra de bolones: el padrecito está
urgido de dinero pa’ reparar la iglesia, y ustedes
no sueltan ni un centavo. Al que ahora
no dé una buena limosna le cortaré los testes,
dídimo o compañones’. Se asustaron, Padre,
y aflojaron la cartera”.
“¡Qué barbaridad, hijo! -se escandalizó
don Arsilio-. ¡Esos no son modos de tratar a
nuestro prójimo! Pero, en fin: reconozco que
tu método dio buen resultado. Pero, dime: ¿y
la otra bolsa?”. Respondió el sacristán: “Ahí
traigo los testes, dídimos o compañones de
los que no dieron la limosna”... FIN.

MIRADOR
››armando
fuentes aguirre
Variación opus 33 sobre el tema de
Don Juan.
Un periodista entrevistó a Don
Juan.
Al reportero no le interesaban los
amores del sevillano. Era un periodista
moderno: lo que le interesaba eran las
estadísticas.
Le preguntó:
-Dígame: ¿a cuántas mujeres sedujo
usted?
Respondió el gran amador:
-A menos de las que me sedujeron
a mí.
-Conteste mi pregunta, por favor
-se amoscó el entrevistador-. ¿Cuántas
fueron las mujeres que sedujo?
Replicó Don Juan:
-Aunque jamás lo olvido, nunca lo
recuerdo.
-¿Cuántas fueron? -insistió, feroz,
el periodista. Con un micrófono en la
mano, o frente a una cámara, muchos
periodistas se vuelven feroces.
-Amigo mío -concluyó Don Juan-,
eso no es para contarse: es para cantarse.
Y dio por terminada la entrevista.
¡Hasta mañana”.
MANGANITAS
››por afa
“...Mañana, juega México”.
Todo mundo es hoy feliz
pensando en lo de mañana.
(Y, porque nos da la gana,
detendremos al país).

Nosotros | Publicidad | Suscripciones | Contacto

 

 

Reservados todos los derechos 2018

Nosotros | Publicidad | Suscripciones | Contacto

 

 

Reservados todos los derechos 2018