Por Raymundo Jiménez
Columna: Al Pie de la Letra
Proyecto 2016
2013-08-08 | 22:22:20
Al menos hasta la media tarde de ayer, el todavía secretario de Gobierno, Gerardo Buganza Salmerón, parecía seguir deshojando la margarita sobre si aceptaba mover su menaje a la Secretaría de Comunicaciones o de plano se regresaba a su domicilio particular en Córdoba.
Y es que Buganza, que es uno de los escasos colaboradores que por su seriedad, congruencia y honestidad políticas ha dado decoro al gabinete del gobernador Javier Duarte de Ochoa, aceptó en la sucesión de 2010 despachar en la Secretaría de Gobierno bajo el acuerdo de que sería por todo el sexenio, a menos de que dejara de serle útil al jefe del Ejecutivo estatal, en cuyo caso simplemente se regresaría a atender sus negocios privados porque ya no aceptaría ningún otro cargo de la administración pública, ni de elección popular.
Por eso, en el pasado proceso electoral, se negó a contender por la diputación o la alcaldía de Córdoba.
En corto, el expanista solía decir con sinceridad que su máxima aspiración ya no era siquiera la gubernatura del estado sino servirle con lealtad y eficacia a su jefe Duarte y pasar a la historia como el mejor secretario de Gobierno de Veracruz. “Quiero ser el (Fernando) Gutiérrez Barrios del estado”, decía en alusión al bien recordado exgobernante veracruzano, quien también sirvió como secretario de Gobernación en el sexenio del presidente Carlos Salinas de Gortari.
Hasta el lunes pasado, pese a haber sido uno de los siete colaboradores invitados por Javier Duarte a comer a la Casa Veracruz, Buganza aún se resistía a creer que en efecto fuera a ser sustituido por el dirigente priista Erick Lagos Hernández, también presente en esa reunión.
Y es que no era la primera vez que corría esa versión. Todavía hace tres semanas, a mediados de julio, el propio gobernador salió a desmentir la especie y como para que no quedara duda mandó a Buganza en su representación personal a varios actos, entre ellos a presidir la ceremonia conmemorativa del 141 aniversario luctuoso del expresidente Benito Juárez García.
¿Qué o quién obligó a Duarte de Ochoa a modificar su esquema, colocando a Lagos Hernández en lugar de Buganza y no de Enrique Ampudia, quien finalmente será reemplazado en la Subsecretaría de Gobierno por el fidelista Marlon Ramírez? ¿A poco habrá sido por sugerencia del presidente Enrique Peña Nieto o del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong?
En una comida privada que tuvo lugar este miércoles 7, en el domicilio particular del político sureño Carlos Brito Gómez, en Xalapa, a la cual asistieron, entre otros, Erick Lagos, Jorge Carvallo Delfín, Alberto Silva Ramos y Salvador Manzur Díaz, los cuales – rememoró Duarte– trabajaron juntos el sexenio antepasado en “una oficinita de 2 por 2” del Senado de la República para Fidel Herrera Beltrán, que, reconoció, políticamente “nos formó”, el gobernador trató de justificar así los cambios que están por darse en su administración: “Por nuestra afinidad política e ideológica. Porque son afines a nuestro proyecto. Más que con mis amigos, vamos a gobernar la segunda parte de mi gobierno con quienes nos une un proyecto político, profesional”, según la versión que reprodujo ayer en su columna “Prosa Aprisa” Arturo Reyes Isidoro, uno de los periodistas invitado a dicha reunión.
¿Cuál es el “proyecto político, profesional” que los une y por el que van a empezar a trabajar reagrupados en estratégicas posiciones administrativas y políticas del gobierno del estado y en delegaciones federales? Es de suponerse que para la sucesión gubernamental de 2016.
Lo que aún estaría por definirse es a cuál de los nuevos secretarios de despacho buscarán impulsar, y habrá que ver también si los otros aspirantes priístas a la gubernatura, apadrinados por los coordinadores legislativos del partido tricolor en ambas Cámaras del Congreso de la Unión o por poderosos miembros del gabinete presidencial de Peña Nieto se quedarán como el chinito, “nomás milando”.
Mientras tanto, ha llamado la atención el caso de Marcelo Montiel, quien entregará la Secretaría de Desarrollo Social al munícipe de Tuxpan con licencia, Alberto Silva Ramos; pero el exdiputado local y exalcalde de Coatzacoalcos no aceptó relevar a Erick Lagos en la presidencia del CDE del PRI.
Según confirmó el gobernador Duarte al grupo de periodistas invitados anteayer a la casa de Brito Gómez en Xalapa, Montiel ha sido propuesto ante el gobierno federal para asumir la Delegación de la Sedesol en la entidad, representación que aún está en manos de un encargado provisional, ya que el delegado Ranulfo Márquez Hernández fue separado desde el mes de abril, luego del escándalo mediático detonado por Miguel Ángel Yunes Linares y la dirigencia nacional del PAN quienes exhibieron un paquete de audios y videos grabados en Boca del Río, donde operadores electorales del PRI recibían instrucciones sobre cómo manejar los programas federales a favor de los candidatos del Revolucionario Institucional.
Sin embargo, a ver si Montiel no se queda como las novias de rancho, “vestida y alborotada”, ya que el 21 de abril, en una visita que realizó Peña Nieto a la Escuela Naval de Antón Lizardo en pleno escándalo político-electoral que tambaleó el Pacto por México obligándolo a firmar un adéndum con los dirigentes nacionales del PAN, PRI y PRD, el presidente le habría preguntado al gobernador Duarte por Ranulfo y le habría pedido que lo buscara y le dijera –como el mandatario mexicano lo acababa de hacer también en un evento en Chiapas, con su colaboradora Rosario Robles, titular de la Sedesol– que no se preocupara, que después de las elecciones locales de julio sería reinstalado, versión que el exsubsecretario de Gobierno y exdirigente estatal del PRI, Ricardo Landa Cano, muy allegado a “Tonicho” Márquez, andaba propalando.
A menos que, según el rumor que del propio Palacio de Gobierno han echado a andar, Ranulfo sea reacomodado otra vez en la presidencia del CDE del PRI, que a finales de 2010 ya ocupó y que Marcelo Montiel acaba de rechazar.
No es la primera vez que el exmunícipe sureño se le rebela al gobernador. Meses antes se negó también a contender por la alcaldía de Coatzacoalcos.
Por eso a nadie sorprende que Buganza se esté resistiendo a pasar de la Segob a la Secom. En el caso del empresario cordobés se entiende porque su mentalidad y formación política es la de un exmilitante de Acción Nacional y no la del clásico “grillo” priísta busca-chambas. Además, en marzo de 2010, cuando decidió renunciar al PAN por la imposición de Yunes Linares, el aún secretario de Gobierno duartista se atrevió no solamente a decirles que “no” a los gobernadores panistas de Morelos y Guanajuato que lo presionaban para apoyar la candidatura del ex director del ISSSTE sino que la misma negativa le expresó también al mismísimo presidente Felipe Calderón.
Eso parece explicar que el ingeniero Francisco Valencia todavía despachara, hasta la tarde de ayer, muy tranquilamente en la Secretaría de Comunicaciones, donde ha venido realizando algunos movimientos en la estructura de esa dependencia estatal.
Seguramente su permanencia ahí dependerá de lo que decida el señor Buganza, quien aún no retiraba del Salón Juárez de la Segob las seis estatuas de la divinidades romanas que son de su propiedad y que llevó a Palacio de Gobierno en diciembre de 2010, con la pretensión de que permanecieran ahí hasta noviembre de 2016. Pero no se pudo.

SAS: abuso sindical
Esta semana ha sido por demás complicada para la directiva del Sistema de Agua y Saneamiento.
Finalmente los integrantes del sindicato “José Azueta” llegaron a un acuerdo con la dirección del SAS para que a fines de mes se liquide el total de los 14 millones de pesos por el concepto de fondo de ahorro.
Los trabajadores sindicalizados adoptaron una actitud intransigente y radical al tomar las instalaciones, privar de su libertad a trabajadores de confianza y hasta marchar por las calles… aún cuando el director del Sistema, José Ruiz Carmona, ordenó depositar el 50 por ciento de la prestación.
Solo basta observar las cláusulas del contrato colectivo de trabajo para concluir que los términos de la contratación de los mil 300 sindicalizados es por demás ventajosa e insostenible.
Es claro que Angélica Navarrete y sus agremiados pugnarán porque se mantengan los privilegios que gozan desde hace más de diez años, cuando se fundó el Sistema y las administraciones panistas concedieron las prestaciones que hoy resultan inaceptables.
Por citar algunas de las cláusulas del contrato, cada trabajador sindicalizado goza de un bono de productividad de 17 días de salario al año, aguinaldo de 50 días, prima vacacional de 100 por ciento, un bono de puntualidad de 20 días de salario, 800 pesos para zapatos, 11 mil pesos por concepto de canasta navideña, entre otras prestaciones.
La presión financiera que ejerce el sindicato ha terminado por minar los recursos del Sistema, más aún cuando la actual administración heredó de la pasada gestión a cargo de Yolanda Gutiérrez Carlín pasivos por 560 millones de pesos y una cartera vencida cercana a los 900 millones de pesos.
¡Aguas! Porque de seguir las presiones del sindicato a las finanzas del SAS, la transferencia del organismo al Gobierno del Estado será inevitable y la suerte de Angélica Navarrete y sus agremiados quedaría en el aire.

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