Por Catón
Columna: De política y cosas peores
En el Santo Nombre del Señor
2013-06-13 | 10:30:46

“¿Te parece si esta noche cambiamos de posición?”. Así le dijo un tipo a su mujer. “¡Claro que sí! –respondió ella entusiasmada-. ¡Tú te pondrás a planchar y yo me sentaré en el sillón de la sala a tomar cheves y botana y a ver en la tele el partido de futbol!”…
Can y Bal, pareja de antropófagos, secuestraron al alambrista del circo y lo devoraron. El médico les había recomendado una comida balanceada. (No dejaron nada del infeliz cirquero. Si hubiesen sido antropófagos vegetarianos se habrían comido solamente la manzana de Adán, las plantas de los pies, las palmas de las manos y la flora intestinal)…
Muchas preguntas me hago sobre Dios, entre ellas una muy inquietante: ¿qué hace el buen Señor cuando dos boxeadores salen a combatir al sonar la campana que llama al primer round, y ambos se persignan? Seguramente al final favorece al que boxea mejor, pero por lo pronto los dos púgiles lo ponen en apuros para decidir.
Así las cosas, pienso que Diosito le agradeció su intervención a Yogi Berra, el legendario catcher de los Yanquis de Nueva York, aquella vez que un pelotero latino trazó con su bate una cruz en el home plate para pedir la ayuda divina antes de batear. Yogi borró el signo con su guante y le dijo al bateador: “Deja que el Señor se limite a ver el juego”.
Otra interrogación me asalta: ¿qué hará el Augusto con las llaves de los estados y ciudades que en estos días le están entregando en profusión un buen número de gobernadores y alcaldes mexicanos? ¿Dónde pondrá todo ese fierrerío, si me es permitida la expresión?
Para colmo no ha de faltar algún munícipe que diga lo que aquel alcalde de lugar pequeño a quien el gobernador le pidió que le entregara las llaves de su ciudad a cierto visitante distinguido. “Pos le entregaré las trancas, señor –respondió el hirsuto edil-, porque el pueblo no tiene puertas”.
Uno de los mandamientos del Decálogo prohíbe a los creyentes tomar el nombre de Dios en vano. Considero que violan esa prescripción –aparte de violar la ley- lo mismo los políticos que usan la religión para congraciarse con la gente que los curas católicos o pastores evangélicos que llevan a los gobernantes a hacer en público pronunciamientos religiosos, ya sea invocando al Sagrado Corazón de Jesús y a la Virgen Santísima o en el nombre de Jesucristo Salvador.
Yo soy creyente –lo soy por tradición, por intuición y por instinto de conservación-, pero pienso que la fe es un asunto que pertenece a lo más íntimo de mi persona, y que no debo convertirla en instrumento para favorecer mis intereses particulares o de grupo. No puedo imponer mis creencias a los demás, y menos aún vulnerar la norma constitucional que hace de México, venturosamente, un país laico. No hagan politiquería los curas y pastores, y los políticos no hagan santurronería. Se los pido en el Santo Nombre del Señor…
Una mujer casada les comentó a sus amigas en el club: “Mi marido y yo hacemos el amor cuatro veces a la semana”. “¿De veras?” –se admiraron ellas. “Sí –confirma la señora-. Él lo hace los martes y los jueves, y yo los miércoles y sábados”…
Otra mujer tenía un amante a quien recibía en la alcoba conyugal en las ausencias de su esposo, que era viajante de comercio. (Caón, nada más por las palabras que uso doy a saber que no me cuezo ya al primer hervor , ni al segundo, tercero, cuarto o quinto. ¿Quién diablos usa ya la expresión “viajante de comercio”?
Al leer frases como ésa mis lectores jóvenes se han de quedar turulatos, igual que mis nietos cuando les tomo una fotografía y les digo: “No se muevan, hijitos: les voy a impresionar una placa con el tomavistas”. Se miran entre sí y se preguntan: “¿Qué dijo?”. Con mucha razón me aconsejó una señora: “No diga “botica” por decir “farmacia”, licenciado. Le van a sacar los años”). Pero advierto que me he apartado del relato. Vuelvo a él.
Tanto trato tenía aquella mujer con su abarraganado que hasta le había dado la llave de su casa para que entrara cuando el marido estaba ausente. El esposo de la señora era calvo de solemnidad.
En uno de sus viajes encontró una tienda que vendía pelucas para caballeros, y se compró una que le quedó muy bien. Cuando al término del viaje llegó a su casa era ya tarde, y su esposa dormía profundamente.
Sin hacer ruido se acostó a su lado, y ansioso por mostrarle la peluca le tomó una mano y se la puso en la cabeza. En la oscuridad de la alcoba le dijo la mujer: “No te sentí entrar, pero vamos a hacerlo rapidito, porque a lo mejor esta noche llega el pelón”… FIN.


mirador
armando fuentes aguirre
Historias del señor equis y de su trágica lucha contra La Burocracia.
El Funcionario del Estado llamó al señor equis y le dijo:
-Irás a la Cárcel.
El señor equis se angustió. Preguntó tembloroso:
-¿Por qué?
Se dignó responder El Funcionario:
-Irás a la Cárcel porque a la Cárcel irás.
El señor equis, afligido, se echó a llorar.
-No llores –le ordenó El Funcionario-. Otros irán contigo por el mismo motivo. Tal es la Orden, y nuestra labor es conservar El Orden. Aquí los únicos que no van a la Cárcel son los anarquistas.
¡Hasta mañana!...

manganitas
por afa
“Regresa Granier a México…”.
El asunto creo yo
conforme a lo que merece,
es, sí, que Granier regrese…
pero lo que se llevó.

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