Por Catón
Columna: De Política y Cosas Peores
Absolutamente libres
2013-06-03 | 22:13:03
Paul Eluard le preguntó una vez a André Breton: “¿Crees en la amistad?”. Respondió al punto el autor del Manifiesto Surrealista: “Definitivamente no, querido amigo”. Baquílides y Empédocles, amigos entre sí y de los licores, salieron de la cantina haciendo eses –y efes, y eles, y emes-, pues ya la iban a cerrar. “¿Qué haremos, tú?” –preguntó uno. Respondió el otro: “Lo que te dé la gana”. Propuso el primero: “Daremos una vuelta a la manzana”. Dieron pues esa vuelta, abrazados a fin de sostenerse mutuamente y no caer. Terminado el recorrido, Empédocles le preguntó a Baquílides: “¿Y ahora?”. Respondió éste: “¿Qué te parece si vamos a follar?”. Opuso Empédocles: “No traigo dinero”. Y replicó Baquílides: “¿Qué nos vamos a cobrar?”. (Nota: Eso es llevar demasiado lejos la amistad)…
Babalucas era agente de tránsito. Detuvo a una señora que se pasó un semáforo en rojo. La mujer se justificó: “Disculpe usted, señor agente. Es que soy daltónica”. Le preguntó, severo, Babalucas: “¿Y acaso en Daltonia no hay semáforos?”…
He aquí cinco cosas que un hombre no le debe decir nunca a una mujer en el momento del acto del amor: 1-. Tampoco sabes cocinar ¿verdad? 2-. ¿Tienes alguna amiga? 3-. Con ropa te ves mucho mejor. 4-. Te sientes de más edad que la que tienes. 5-. Pensándolo bien, ahora que te veo al natural mejor vamos a apagar la luz. Y he aquí cinco cosas que una mujer no le debe decir nunca a un hombre en el momento del acto del amor: 1-. ¿De veras ya estás ahí? 2-. ¿Cuándo es cuando voy a sentir bonito? 3-. No hagas caso: siempre me limo las uñas en la cama. 4-. ¿Y para esto me despertaste? 5-. Zzzzzzzz…
A mis alumnos de Teoría Política les enseñaba yo que la palabra “absolutismo” viene, naturalmente, de “absoluto”, pero que en latín el adjetivo “absolutus”, participio del verbo “absolvo”, significa principalmente absuelto, es decir, libre. Un gobernante absoluto lo es porque está libre de cumplir las leyes, que obligan sólo a los gobernados. El problema con personas como la senadora que insultó a la empleada de una línea de aviación es que se sienten absolutas, o sea absueltas de cumplir las normas que a los demás se aplican.
La frase de la canción que dice: “Me sentí superior a cualquiera” parece hecha para los políticos mexicanos. Nueva casta divina, se diría que portan una patente de impunidad que les permite cometer abusos de todo orden y desorden. Se olvidan de que están al servicio de los ciudadanos, no sobre ellos. El político que no sirve, no sirve. (Nota de la redacción: En este punto nos vemos obligados a interrumpir las digresiones de nuestro estimado colaborador, que se alarga en 136 juegos de palabras semejantes a ese. En su lugar ponemos algunos cuentecillos de su vasto repertorio)…
Ovonio Grandbolier, el hombre más perezoso del condado, fue con un médico, pues se sentía sin fuerzas para nada. Le advirtió al galeno: “Pero no vaya a usar conmigo términos médicos para decirme el mal que tengo. Dígamelo en palabras comunes y corrientes, de modo que pueda yo entender”. Después de examinarlo le informó el facultativo: “Lo que le pasa, amigo, es que simple y sencillamente es usted un grandísimo huevón”. “Muy bien, doctor –replica Ovonio-. Ahora dígamelo en términos médicos, porque seguramente mi esposa me va a preguntar qué es lo que tengo”…
Un graduado con honores de cierta universidad de la Ciudad de México cuyo nombre no diré, se presentó junto con otros 200 compañeros suyos a pedir un empleo en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. El funcionario responsable le dijo cuando le llegó el turno de ser evaluado: “El examen consiste en una sola pregunta. Dígame: ¿cuántas son 7 por 5?”. Después de pensar bastante respondió el examinado: “Son 34”. Al salir del examen contó con los dedos, y se dio cuenta de que su respuesta había sido equivocada. Grande fue su sorpresa, por lo tanto, cuando al día siguiente el funcionario lo llamó para decirle que estaba contratado. El graduado respondió con asombro: “¡Pero si me equivoqué al decir que 7 por 5 son 34!”. “Ya lo sé –replicó el empleador-. Pero a todos les hicimos la misma pregunta, y usted fue el que más se acercó a la respuesta correcta”…
La recién casada se embarazó, y empezó a sentir una serie de penosos malestares: náuseas, dolores de cuerpo, calambres y mareos, a más de diversos antojos. Le dijo a su marido: “¿Sabes cuál es el antojo más frecuente que tengo?”. “¿Cuál es?” –preguntó el muchacho. Respondió ella, hosca: “Que fueras tú el que está embarazado”… FIN.

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