Por Catón
Columna: De política y cosas peores
2012-10-26 | 22:16:08
“Su esposo está agotado sexualmente, señora –le dijo el facultativo a la mujer de su paciente-. Eso explica el agotamiento que padece, su debilidad, su extenuación. Deberá él abstenerse de toda relación sexual durante un par de meses. ¿Cree, señora, que podrá usted sobrellevar la falta de marido en esa temporada?”. “Claro que sí, doctor –respondió ella sin dudar-. Para eso son los amigos”… Babalucas puso: “Alegre, simpático, soñador, romántico, optimista” como su contraseña en Internet. Es que le indicaron que el password debía tener por lo menos cinco caracteres… Mi mujer dice que ella y yo vivimos en una biblioteca en cuyo interior hay una casa. En Radio Concierto, la emisora cultural que en Saltillo fundé con mi familia, tenemos otra biblioteca: las paredes del teatro de cámara en el que presentamos recitales de música, funciones de teatro, conferencias, exposiciones, y en el que se reúnen los miembros de nuestro Club de Ópera y nuestro Cine Club, están llenas de piso a techo con libros que –nos dicen los expertos- dan a la sala una acústica perfecta. En ningún libro, sin embargo, encontraría yo palabras para agradecer a los cuatro lectores que tengo en Monterrey el afecto que me mostraron en la Feria del Libro este domingo que pasó. A las 12 del mediodía iba yo a presentar mi más reciente obra: “Antonio López de Santa Anna, ese espléndido bribón”. La sala donde se haría la presentación –la mayor de la Feria- se atestó desde mucho antes de la hora anunciada, de modo que hubo que abrir otra para recibir a los asistentes. Aun así, cerradas las puertas por razones de seguridad, y con mucha gente de pie, pues no alcanzó ya silla, muchos no pudieron entrar a oír mi perorata. Más de 700 personas me impartieron, con sus aplausos y sus risas a lo largo de mi disertación, el santo sacramento de la bondad humana. Me conmovió un niño invidente cuya madre y abuela acostumbran leerle textos míos, y que mostró deseos de ir a oírme. Me emocionó también el muchachito con síndrome de Down que al final de la presentación me dijo al tiempo que me daba un efusivo abrazo: “Me reí mucho con lo que dijiste”. Estuve después más de tres horas firmando libros a una interminable fila de amabilísimos –y pacientísimos- lectores, entre ellos un hombre joven cuyo pecho iba cubierto por un impresionante collar hecho con feroces colmillos de jabalí. Al dedicarle su ejemplar puse: “Para mi colmilludo amigo…”. Tatiana Nogueira, mi amable y eficiente guía en estas presentaciones, me alegró el día –y la semana, y el mes, y el año- cuando me informó que mi libro sobre Santa Anna ocupa ya el primer lugar en ventas. ¡Un libro sobre historia el más vendido! Eso es para la historia. “Es que usted nos la cuenta en forma diferente” -me dijo una lectora-. Empiezas a leer el libro y ya no puedes soltarlo”. La claridad es la cortesía del filósofo, decía Ortega. La amenidad debe ser la cortesía del que cuenta historias. Gracias doy a mi querida casa, Diana, del grupo editorial Planeta, por haber hecho de cada uno de mis libros eso que se llama un best-seller. Todo esto que digo no es para presumir: es para agradecer. (Y de paso, sí, para presumir un poquito). Ahora me presentaré mañana domingo, a las 12 horas, en la Feria del Libro del Zócalo, en la Ciudad de México. Te espero a ti, que me lees en Reforma, para darnos un abrazo de corazón en el corazón de la República. Ahí narraré anécdotas chispeantes de la historia -y de mi historia-, y si lo quieres firmaré tu libro, y nos retrataremos juntos. Todo en nombre del libro, al que tú y yo amamos con el mismo amor… Un tipo le preguntó a otro: “¿Has dormido alguna vez con una mujer fea?”. “Jamás –respondió el otro en modo enfático-. Pero he despertado con muchas”… Este es un chiste cruel de golf, que puede llegar a ser un juego cruel. En el cortejo fúnebre seis hombres iban cargando el féretro. Sobre el ataúd iba un equipo de golf. Comentó alguien: “Debe haber sido un gran aficionado al golf”. “Lo es todavía –respondió otro-. Se va a ir a jugar tan pronto su mujer reciba cristiana sepultura”… Un tipo le contó a otro: “Mi hija cumplió 15 años, y me dijo: ‘No te preocupes, papi. Me abstendré absolutamente de tener sexo’. Hizo una pausa el tipo, y luego concluyó: “Cada día se parece más a su mamá”… FIN.

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