Por Catón
Columna: DE POLÍTICA Y COSAS PEORES.
2012-10-16 | 22:05:28
La curvilínea chica se quitó la blusa y la falda. “Muy bien, muy bien” –aprobó el hombre de la oficina. Seguidamente la muchacha se despojó del brassiére, sostén, corpiño, almilla o sujetador. “¡Fantástico!” –exclamó el individuo. Luego la hermosa fémina se bajó la diminuta braga, bikini, pantaleta o calzón. “¡Extraordinario! –aplaudió el hombre-. Ahora, señorita, por favor póngase los lentes”. Ella, desconcertada, preguntó: “¿Cree usted que así me veré más sexy?”. “No –respondió el tipo-. Pero así verá que ésta es una oficina de bienes raíces. La compañía de cine porno está en el piso dos”… Un lector pidió en la biblioteca pública un libro llamado “El matrimonio perfecto”. Le indicó la bibliotecaria: “Busque en el estante de ficción”… La esposa de Babalucas tuvo gemelitos. El badulaque le preguntó con enojo: “¿De quién es el otro?”… El abogado defensor cuestionó al médico forense: “¿Cuántas autopsias ha hecho usted en cadáveres?”. Sin vacilar respondió el interrogado: “Todas”… La esposa de Edison le dijo: “Ya sé que tú inventaste el foco. Pero insisto en hacerlo con la luz apagada”… En la calle una perrita le aconsejó a otra: “No dejes que se te acerque ese perro. Siempre trae la nariz fría”… Un señor le pidió al despachador de la gasolinera que le pusiera aire a una llanta de su coche. El hombre cumplió el encargo, y luego le dijo al conductor: “Son 50 pesos”. “¿50 pesos por ponerle aire a una llanta?” –clamó indignado el otro. Respondió el de la gasolinera: “Es por la inflación”… Rosilita y Pepito tenían 3 añitos de edad. La pequeña vio a su amiguito en el momento en que hacía pipí. “¡Mira! –exclamó muy admirada-. ¡Qué práctico!”… Himenia Camafría, madura señorita soltera, hacía un viaje en tren. Frente a ella iba un caballero que peinaba canas. Ya se sabe que las canas dan a los hombres un aspecto sumamente interesante, a más de mostrar su experiencia en las cosas de la vida. Así, la señorita Himenia quiso llamar la atención de su atractivo compañero. Sacó de su bolso un pañuelito de batista y fingió limpiarse con él un ojo. Le dijo al caballero: “Parece que me entró en el ojo un carboncillo de la máquina”. “Madame –le dijo el hombre-. El tren en el que vamos es eléctrico”. “Ah –replica la señorita Himenia-. Entonces me debe haber entrado un voltio”… Los primeros interesados en que no haya democracia sindical son los empresarios. Actualmente la mayoría de los sindicatos son manejados por el PRI. Si salieran de ese control lo más seguro es que irían a parar en manos del PRD, de las franquicias izquierdosas o del partido que dentro de poco administrará López Obrador. Actualmente los empresarios ven a los sindicatos como un mal necesario no tan malo. Si las izquierdas se apoderaran de las organizaciones eso sería muy peligroso para ellos. Los empresarios, entonces, quieren que las cosas en los sindicatos sigan como están, así, antidemocratiquitas… El payaso que iba a divertir a los niños en la fiestecita de cumpleaños no se presentó. La señora de la casa vio que en el lote vecino un par de hombres jugaban con un balón de futbol. De pronto uno de ellos se puso a dar unos saltos formidables, a echar maromas hacia adelante y hacia atrás, y a revolverse en el suelo con frenéticos movimientos como de baile callejero: breakdancing, flexing, strobing o electric boogaloo. La señora, maravillada por aquellas acrobacias, le preguntó al amigo del sujeto si por 500 pesos haría lo mismo en su jardín para entretener a los pequeños invitados. El tipo se dirigió a su compañero: “Lacerio: ¿por 250 pesos me dejarías darte otro balonazo en los éstos?”… Doña Macalota, mujer de don Chinguetas, le dijo en son de queja a su marido: “El vecino de enfrente se la pasa viendo con unos prismáticos hacia la ventana de nuestra recámara. Deberías hacer algo”. Le sugirió Chinguetas: “Nada más quítate la ropa. No le quedarán ganas de volver a mirar”… “¡Mami, mami! –gritó muy excitado el hijito del granjero-. ¡El toro se está tirando a la vaca!”. “Por favor, Silvestrito –lo reprendió la señora-. No uses ese lenguaje tan vulgar. Di, por ejemplo: ‘El toro está sorprendiendo a la vaca’”. Poco después gritó el chiquillo: “¡Mami, mami! ¡El toro está sorprendiendo a todas las vacas!”. Sonrió la señora: “Eso no puede ser, hijito”. “Sí, mami –insistió el niño-. ¡Se está tirando al caballo!”… FIN.
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