Por Catón
Columna: De política y cosas peores
2012-10-02 | 22:07:25
Afrodisio Pitongo, galán concupiscente, le puso sitio a Dulciflor, muchacha ingenua. Con empeño digno de más noble causa le pidió que le entregara la nunca tangida gala de su pureza virginal. Ella resistió el asedio desde la almena de su integérrima virtud. Le dijo al salaz cortejador: “Si hago lo que me dices quebrantaré el sexto mandamiento”. “¿Y qué? –replicó el tal Afrodisio-. Todavía te quedarían nueve”… Sonó el timbre de la puerta. Abrió la señora de la casa y se vio cara a cara con un sujeto que sin más le preguntó: “¿Sabe usted satisfacer a un hombre sexualmente?”. La señora, indignada, le dio con la puerta en las narices. Lo mismo aconteció al siguiente día, y un día más después. La señora le contó a su esposo lo que estaba sucediendo. Dijo el hombre: “Me pondré atrás de la puerta con mi escopeta Magnum, y cuando llegue ese tipo le llenaré de postas el tafanario o traspuntín”. En efecto, al día siguiente volvió el individuo. Le preguntó, como siempre, a la señora: “¿Sabe usted satisfacer a un hombre sexualmente?”. Fortalecida por la presencia de su esposo respondió ella, desafiante: “Sí; sí sé”. Le dice entonces el sujeto: “Pues satisfaga a su marido, a ver si ya deja en paz a mi mujer”… A riesgo de incurrir en error diré que López Obrador está hoy por hoy viviendo la hora más sombría de su vida política. Mil veces ya se ha dicho -y ahora lo digo yo para completar las mil y una- que la victoria tiene muchos padres, en tanto que la derrota es huérfana. Mucho le debe haber dolido a AMLO este segundo revés, aunque seguramente le sirven de aliento ahora los millones de sufragios que obtuvo en la elección. Merece reconocimiento el tabasqueño, y un aplauso, por su decisión de llevar su protesta por las vías de la resistencia pacífica, en vez de convocar a acciones como aquellas que encabezó en el 2006. Habrá quien diga que las circunstancias le impusieron esa determinación: la diferencia de sus votos en relación con los del candidato ganador no presentaba ahora el margen tan estrecho de la vez pasada, y la reprobación casi general de los actos que entonces llevó a cabo –la toma de Reforma; el plantón en el Zócalo; el haber rendido protesta como “presidente legítimo”, con banda presidencial y todo- le impidieron repetir hoy lo que ninguna ganancia le dio ayer. Esos errores fueron en buena parte causa de su derrota en la elección del 2012, lo mismo que el cambio de discurso que hizo, seguramente movido por consideraciones pragmáticas: dejó de lado su discurso de “Primero los pobres” y entró en alianza con poderosos empresarios que le dieron su apoyo, algunos abiertamente, otros por abajito de la mesa, para lograr ellos también sus fines. Aún así es obvio que López Obrador de ninguna manera está acabado. Seguirá siendo figura de primera fila en la escena política de México. Hace falta quién nos recuerde lo mucho que falta por hacer en el terreno de la justicia social. Se fortalecerá AMLO, creo, si vuelve a retomar su preocupación fundamental: la del bien de los pobres de México, y si se acerca nuevamente a ellos a través del partido que tendrá. Solo así podrá competir con la izquierda representada por el PRD, cuyos acomodos lo han alejado de la auténtica causa popular. Muchas cosas podrán decirse acerca de López Obrador, pero lo cierto es que en estos tiempos de oportunismos y claudicaciones hace falta en el país un empecinamiento como el suyo… Aquel hombre llegó a la tienda de disfraces llamada “Pero yo ya no soy yo”. Era completamente calvo, y usaba una pata de palo. Le dijo al encargado: “Voy a ir a una fiesta de Halloween, y necesito un disfraz”. El tipo le sugirió: “Con su pata de palo le vendrá bien un traje de pirata”. “¡Oiga usted! –se indignó el hombre-. ¡No tiene por qué hacer alusión a mi defecto físico!”. El otro se apenó bastante: “Perdón, señor –se disculpó-. Si no quiere usted ir de pirata le ofrezco entonces un disfraz de monje. Con su calvicie se le verá muy bien”. “¿Otra vez? –se irritó de nueva cuenta el individuo-. ¿Por qué alude a mi condición de calvo? Sepa usted, señor mío, que Dios hizo muy pocas cabezas perfectas, y todas las demás las cubrió con pelo”. “Mire –le dijo el de la tienda ya molesto-. Si no quiere usted ir de pirata ni de monje, entonces le voy a  traer una jarra de caramelo derretido. Écheselo en la cabeza; póngase la pata de palo allá donde le platiqué, y vaya disfrazado de manzana acaramelada”… FIN.

Mirador

Armando Fuentes Aguirre

John Dee tenía en su casa 400 libros.
Su biblioteca era la mayor del principado. Era más grande aún que la de la Universidad.
Cierto día lo visitó un canónigo de la Catedral y le pidió que le mostrara sus volúmenes. Entre ellos los había de Aristóteles y de Platón; de Esquilo, Sófocles y Eurípides; de Séneca, Marco Aurelio y Cicerón; del italiano Dante, y de un nuevo escritor llamado Shakespeare.
Después de revisar la biblioteca le dijo el prebendado a Dee:
-No veo en tus anaqueles el Libro Sagrado.
Respondió el filósofo:
-Todos los libros que están aquí son sagrados.
¡Hasta mañana!...

MANGANITAS.
Por AFA.

“… Se divide la izquierda…”.
Eso es cosa bien sabida,
aunque nadie la recuerda:
desde que existe, la izquierda
siempre ha estado dividida.


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