Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Malos entendidos
2012-09-21 | 22:27:08
Un misionero norteamericano recién llegado a México se enamoró de una linda señorita mexicana. La cortejó, y después de un breve noviazgo se entrevistó con el padre de la chica. “Yo venir a pedir a ousté la mano de Pirulina” -dijo en su trabajoso español. “No tengo inconveniente en concedérsela –respondió el genitor de la muchacha-. Pero antes debe usted saber algo: mi hija tuvo un desliz ¿entiende usted? Un resbalón”. “Eso no importar  –respondió el predicador-. Yo querer casarme con ella”. En efecto, la boda se llevó a cabo, y la feliz pareja salió a su luna de miel. Grande fue la sorpresa del papá de Pirulina cuando al siguiente día el novio regresó con la muchacha. “Yo venir a devolverle a su hija” -dijo muy enojado el misionero. “¿Por qué?’’ -inquirió el señor. “Porque ella no ser señorita –replicó el pastor-. No ser virgen”. “¡Oiga! -protestó el padre-. ¡Antes de la boda yo le dije a usted con toda claridad que mi hija se había dado un resbalón!”. “Es cierto –admitió el americano-. ¡Pero yo entender que los resbalones darse con los pies, no con las nalgas!”…
A pesar de que con eufemismos los diversos voceros de la izquierda –de las izquierdas- pretendan disfrazar la realidad, lo cierto es que la salida de López Obrador del PRD es una ruptura en toda forma. Eso de que se separaron en paz y quedaron en muy buenos términos es algo más falso que busto de vedette. Entre el partido creado por Cuauhtémoc Cárdenas y el que fundará AMLO habrá mayor distancia que la que hay entre el PRD y el PRI. López Obrador será el adversario mayor del perredismo. Cualquier acuerdo electoral entre ambos se antoja imposible, pues está clara la decisión de AMLO de postularse por tercera vez, y muy difícilmente el PRD renunciaría a sus posibilidades para apoyar esa candidatura.
Tampoco López Obrador, de sobra está decirlo, haría a un lado su sempiterna aspiración y aportaría su capital político a un candidato perredista. El PRD tiene sus propias cartas, y el único juego que conoce AMLO es el yo-yo. La izquierda, pues, está ya dividida, y así muy fácilmente puede ser vencida. Mark my words, como dicen los estadunidenses cuando quieren que se recuerde un vaticinio que hacen…
Se reunió a cenar un grupo de matrimonios de cierta edad. Los maridos empezaron a hablar de sus respectivas vidas. “No cabe duda -concluyó uno-. Hemos tenido altas y bajas”. Comentó en voz baja una de las señoras: “A estas alturas ya tienen más bien puras bajas”...
Originalmente el doctor Ken Hosanna era proctólogo, especialista en recto. Luego se convirtió en oculista. Alguien le preguntó por qué. Explicó: “El paisaje es mejor” ...
Viene ahora un cuento ciertamente muy largo, pero no muy bueno. Las personas que no gusten de leer cuentos ciertamente largos pero no muy buenos eviten perder su tiempo y suspendan aquí mismo la lectura…
Doña Panoplia de Altopedo, dama de buena sociedad, y su esposo don Sinoplio eran muy aficionados al golf. Tres veces por semana iban a su club y se entregaban a su deporte favorito. Cierto día ocurrió un incidente lamentable. Llegaron por la mañana al campo y jugaron normalmente el primer hoyo. Apenas habían comenzado el segundo, sin embargo, cuando una pelota salida quién sabe de dónde golpeó a doña Panoplia en la cabeza. Cayó al suelo (doña Panoplia, no la cabeza) más privada de sentido que de costumbre y con el rostro bañado en sangre, pues además de dejarla inconsciente el golpe la descalabró.
Don Sinoplio, consternado, acudió en su ayuda, pero no pudo hacerla volver en sí, ni consiguió tampoco hacer cesar la hemorragia.  Llamó por su celular a los servicios médicos del club, con tan buena suerte que le contestó el médico encargado, un joven profesionista que recién había terminado sus estudios y que apenas se estaba familiarizando con el juego que se practicaba en el club. “¡Venga pronto, doctor! –clamó don Sinoplio con angustia-. ¡Una pelota golpeó a mi esposa!”. “¿Dónde?’’ -preguntó el médico. Don Sinoplio, a fin de que el facultativo supiera a qué lugar del campo debía dirigirse, le indicó: “¡Entre el hoyo 1 y el 2!”. Se hizo un largo silencio, y luego el doctor dijo preocupado: “Caramba, eso no me deja mucho espacio para las curaciones”... FIN.

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