Por Catón
Columna: De políticas y cosas peores
El ostracismo
2012-09-20 | 08:30:47
Una joven esposa visitó con su marido la exposición de un pintor de la localidad. Para sorpresa de ambos vieron en el muro un cuadro que mostraba a la chica en estado completamente natural, quiero decir desnuda, encuerada, nuda, corita, en peletier. El marido se puso hecho un obelisco. (Nota: seguramente nuestro amable colaborador quiso decir “Hecho un basilisco”).
Se dirigió, furioso, a su mujer: “¡No me digas que posaste sin ropa para ese pintamonas!”. “Claro que no, querido -respondió la chica-. Debe haberme pintado de memoria”. Nota dos: Y seguramente el artista la tenía buena (la memoria, quiero decir), pues hasta se acordó del lunar en la nalguita)…
Babalucas fue contratado por el dueño de un restaurante. En su primer día de trabajo el gerente le ordenó: “Llena estos saleros”. Al mediodía Babalucas apenas había llenado uno. “¿Por qué?” -le preguntó el propietario. Contestó el badulaque: “Con esos agujeritos tan pequeños…”...
Hefestino, herrero joven, le confesó su amor a Longina, y ella le correspondió. Emocionado le preguntó Hefestino: “¿Puedo darte un beso?”. La muchacha accedió de buena gana. Longina era muy alta, y el herrero bajito, de modo que para besarla subió sobre el yunque de la herrería. En seguida los dos salieron a caminar. A las dos horas de ir caminando Hefestino se animó por fin y le dijo a la muchacha: “¿Puedo darte otro beso?”. “No -negó ella-. Por esta noche con uno es suficiente”. “¡Caramba! -exclamó desolado el herrero-. De haber sabido eso no habría venido cargando el yunque todo el tiempo”…
A San Antonio, como es un santo casamentero, Celiberia Sinvarón, madura señorita soltera, le rezaba todas las noches. “¡San Antoñito! –le pedía suplicante-. ¡Por favor mándame un hombre!”. Cierto día llegó al pueblo un batallón de infantería. “¡Gracias, San Antoñito! –clamó con fervor la señorita Celiberia-. ¡Ahora mándame fuerzas!”...
Un grupo de señoras visitó el zoológico. El guía las condujo al lugar donde se hallaba el avestruz y les dio a conocer algunas características de esa ave. “El avestruz –les dijo- es torpe, medio cegatón, y se traga todo’’. Comenta una señora: “¡Qué buen marido haría!’’...
Don Algón le pidió al jefe de recursos humanos: “Hágame una lista de los empleados que suelen faltar, por sexo’’. Le comentó el empleado: “Más bien suelen faltar por cruda’’...
Fue Clístenes quien puso en la Constitución de Atenas un medio para evitar que algún demagogo se alzara con el poder y se volviera un dictador. Ese medio fue el ostracismo, por el cual se podía alejar de la ciudad a cualquier ciudadano que representara un peligro para la tranquilidad pública.
El ostracismo no era un destierro: era solo una medida preventiva que duraba 10 años, transcurridos los cuales el que había sido excluido de la vida pública podía regresar a ella. Después del anuncio hecho en el Zócalo por López Obrador seguramente Marcelo Ebrard está sintiendo que ni en la legislación del Distrito Federal ni en la Constitución General de la República figure el ostracismo. Digo…
Libidiano, hombre proclive a la concupiscencia de la carne, fue de vacaciones a su pueblo, y un primo suyo lo invitó a nadar en el río que pasaba por las afueras. “’No –declinó Libidiano-. La vista de las muchachas que se bañan ahí me provocaría una inmoderada excitación carnal. Además no sé nadar. Lo más que puedo es hacer el muertito, o sea flotar de espaldas”.
“Anda, vamos -insistió el otro-. Nadarás de muertito”. “Imposible -repitió Libdiano-. Ya te dije el efecto que me causa ver a las muchachas. Y en ese río hay puentes”. (No le entendí)...
Una chica y su novio adelantaron el goce del amoroso deliquio, y ella quedó en estado de buena esperanza, o sea preñadita, embarazada. El muchacho le cumplió la palabra de matrimonio que le había dado, y se casaron. Pasaron 30 años, y la pareja fue a disfrutar una segunda luna de miel en una casa de playa, con amigos y familiares.
Esa noche él se metió en la cama y apagó la luz para dormir. Ella empezó a gritar en modo que se oyó en toda la casa: “¡Papacito! ¡Eres un tigre! ¡Me estás volviendo loca de placer! ¡Me estás matando!”. “¿Qué te pasa?” –le preguntó él, sorprendido. Explicó la señora: “Hace 30 años tú salvaste mi honor. Ahora yo estoy salvando el tuyo”... FIN.

mirador
armando fuentes aguirre
En aquellos discípulos dijo Hu-Ssong a su tiempo:
-Hay algunos que no creen en algo porque no lo entienden, y dicen que su actitud es muy científica. Si lo fuera los científicos no creerían en la electricidad, pues nadie sabe a ciencia cierta lo que la electricidad es.
Uno de los discípulos interrumpió a Hu-Ssong:
-Perdona, maestro sabio, pero yo creo que solo debemos aceptar aquello que entendemos.
El discípulo estaba en ese momento haciendo un guiso de huevos.
-Explícame -le pidió Hu-Ssong- por qué el mismo fuego que derrite el aceite endurece la materia del huevo.
-Lo ignoro -respondió el discípulo.
-Si no lo sabes –concluyó Hu-Ssong-, entonces no comas ese guiso.
El discípulo sonrió. Entendió muy bien lo que Hu-Ssong le quiso decir. En adelante creyó en algunas cosas que no entendía, y siguió comiendo con tranquilidad guisos de huevo.
¡Hasta mañana!...

manganitas
afa
“... Castigarán a delincuentes de cuello blanco...”.
Con mucha inquietud y afán
algunos oyeron eso
para evitar el suceso
ya no se lo lavarán.

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