Por Catón
Columna: DE POLÍTICA Y COSAS PEORES.
2012-09-28 | 21:30:29
Mr. Palmery Hogan era muy aficionado a esa tortura disfrazada de juego que es el golf. Yo intenté jugarlo alguna vez, sin resultados. El médico me aconsejó que jugara golf, y el profesional del club me aconsejó que no lo jugara. Removí cielo y tierra –más tierra que cielo- para tratar siquiera de hacer un tiro de 10 yardas, y nunca jamás lo conseguí. Difícil juego es ése. Muchos que empezaron a jugar golf para olvidarse de las dificultades del trabajo empezaron luego a trabajar más para olvidarse de las dificultades del golf. Mr. Hogan, en cambio, había alcanzado un buen nivel de juego. No es que jugara bien; es que contaba mal. Cierto día debió salir en viaje de negocios. Tan ocupado iba a estar que ni siquiera llevó consigo sus palos de golf. Tres días llevaba ausente de su casa cuando recibió una llamada telefónica de Pancho, su chofer y asistente personal. “Señor Hogan –le dijo Pancho a su patrón-. Le hablo para informarle que se murió el gato de la casa”. Palmery se entristeció: “¿Murió Catbird Seat, mi finísimo Kurilian ruso? ¿Qué le sucedió?”. Responde Pancho: “Comió carne de caballo, y le dio una congestión”. “¿Carne de caballo? –se sorprendió Hogan-. ¿Qué carne de caballo era ésa?”. “La de Horsh It, señor Hogan” –contestó el chofer-. “Holy cow! –se consternó el americano, que en su turbación no dudó en mezclar vacas con caballos-. ¿De qué murió mi finísimo ejemplar arábigo, por el que pagué 3 millones de dólares, más lo de las herraduras?”. Le dijo Pancho: “Reventó por el esfuerzo que hizo cuando lo puse a estirar la pipa de agua”. “¿Cuál pipa de agua?” -inquirió Palmery. Contestó Pancho: “La que usé para tratar de apagar el incendio”. “¿Qué incendio?” –se inquietó el rico señor. “La de su casa, mister Hogan -replicó Pancho-. Ardió hasta los cimientos”. “¿Y cómo fue que se quemó la casa? –se afligió el propietario. Declara Pancho: “Tumbé una de las cuatro velas que pusimos junto al ataúd”. “¿Qué ataúd?” –tembló Hogan. “El de su esposa, señor. Murió el día anterior”. “¡Qué barbaridad! –dijo mister Palmery-. Pero en fin: sea por Dios. Me resigno a la soledad en que me deja esa santa mujer que siempre estuvo conmigo en las buenas y algunas veces en las malas. Me resigno igualmente a la desaparición de todos los preciados bienes que me has dicho. El Señor dio; el Señor quitó; hágase su santísima voluntad. Pero dime, buen Pancho: ¿de qué murió mi esposa?”. “Salió al jardín de noche –relata el asistente-. Yo pensé que era un ladrón; tomé un palo de golf, el que compró usted recientemente, y le pegué con él en la cabeza”. “¿Mi nuevo palo de golf? –tembló mister Hogan-. Pancho: si dañaste mi Tiger Woods’ Nike driver ahora sí vas a estar en problemas conmigo”… Le preguntaron a Vasconcelos si la Constitución era roja o era blanca, es decir socialista o capitalista. Respondió el gran oaxaqueño: “No es ni roja ni blanca: es violada”. Con la reforma laboral la ley máxima queda un poco más blanca y un poco menos roja. La premura con que los cambios hechos se efectuaron da motivo a suspicacias. Esperemos que de esta acelerada acción legislativa no deriven situaciones de injusticia, y que la reforma sirva en verdad para impulsar el desarrollo del país sin daño para los trabajadores… Un oriental marcó un número telefónico. “¿Bueno?” –le contestó una voz de hombre. “¿Quién habla?” –preguntó el que llamaba. Responde el de la voz: “Habla Melesio”. Replica el oriental gritando a voz en cuello: “¡¿QUIÉN HABLA?!”... Silly Kohn, vedette de moda, le dijo a su amiga Nalgarina: “Anoche hice el amor con un hombre de 70 años, y estuvo como un toro”. “¿De veras?” –se asombró Nalgarina-. “Sí –confirma Silly-. Como un toro de 70 años”… Una señora le contó a otra: “Desde que mi marido se jubiló se pasa todo el tiempo de pie, mirando tristemente a través de una ventana de la casa”. Hizo una pausa y concluyó: “Supongo que algún día tendré que dejarlo entrar”… Don Frustracio, el esposo de doña Frigidia, le pidió al doctor Ken Hosanna que le recetara Viagra. “Está bien -concedió el médico-. Pero recuerde que deberá esperar media hora antes de que la pastilla le haga efecto”. “Entonces no me sirve –dijo don Frustracio-. En media hora mi esposa ya se habrá desatado”… FIN.

MIRADOR.

Armando FUENTES AGUIRRE.

El día era de los más calurosos del año. Un sol de plomo caía sin piedad. Se diría que las llamas del infierno estaban de visita. De pronto la niebla bajó de la montaña y apagó el sol como una mujer que apaga la vela con un soplo.
Hacía mucho frío. Bramaba la cellisca; la neblina hacía del mundo un gris fantasma. De pronto asomó el sol entre la bruma, y un grato calorcillo hizo que la tierra se desperezara igual que gata satisfecha.
Así la vida. Cuando en la nuestra hay niebla nos manda sol. Y cuando por el sol olvidamos que hay neblinas nos envía la bruma.
En esta vida hay sol y niebla. Hay que vivir los días brumosos igual que vivimos los de sol.
¡Hasta mañana!...

MANGANITAS.
Por AFA.
“… Una diputada se disfrazó de policía para poder entrar en la Cámara…”.
Según dijo mucha gente
que aquella escena seguía,
vestida de policía
se veía más decente.

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