Por Catón
Columna: De política y cosas peores
2012-09-24 | 20:43:57
Doña Panoplia de Altopedo, dama de buena sociedad, y su cercana amiga Pomma D’Ossa, también señora linajuda, salieron de pecorea una mañana y entraron por casualidad en el Museo de Arte, pues llovía copiosamente y sus respectivos choferes no llegaban. Vieron la estatua en mármol de un desnudo Hércules Farnesio cuyo atributo varonil estaba oculto bajo una pequeña hoja parecida a las de acanto. “No me parece que la efigie se ajuste a la verdad –comentó doña Panoplia-. Por lo que he leído, ese hombre debería tener cubierta su parte con una hoja más grande. De higuera por lo menos”. (O de higuerón quizá, si Hércules estaba en buen momento)… Por cierto, el día que don Sinople, marido de doña Panoplia, contrató al chofer antes mencionado le preguntó: ¿Cómo te llamas, joven?”. “Toño, señor” –contestó con sencillez el muchacho. “Te estoy preguntando tu nombre completo –precisó don Sinople-. En mi casa llamamos por su apellido a quienes trabajan para nosotros. Dime, pues, tu nombre y apellido”. Respondió el chofer: “Me llamo Antonio Amor”. “Muy bien –continúa don Sinople-. Como te estaba diciendo, Toño…”… Casó Simpliciano, muchacho ingenuo, cándido, simple, sencillo y candoroso. A los seis meses de su matrimonio un amigo le preguntó con pícara intención cómo le estaba yendo con su desposada. “Muy bien –dijo el babilón en tono de secreto-. Ya casi la estoy convenciendo de que me dé aquellito”… Don Hamponio, el malo de la esquina, se fugó de la prisión a donde lo habían llevado sus delitos. Esperó a que fuera de noche y luego se dirigió a su casa. Sigiloso, entró por una ventana trasera a fin de que no lo atisbaran los vecinos. Subió a la alcoba y ¿qué miró? A su mujer, celebrando el H. Ayuntamiento con un individuo. Vio la señora a su marido, y antes de que el cabro pudiera pronunciar palabra le dijo en tono de reproche: “Hamponio, cuando te escapes avísame antes, por favor, para esperarte”… Subió al autobús miss Peeny Senvy, feminista de las de antes. Un pasajero se dispuso a ponerse en pie. La anfisbena dijo para sí: “He aquí un macho que se dispone a tratar condescendientemente a una débil mujer”. Y sujetando al tipo por los hombros lo obligó  seguir sentado. El hombre, sin embargo, insistió en ponerse en pie. Miss Peeny Senvy volvió a hundirlo en su asiento. Y así otra vez, y otra. Finalmente dijo el hombre: “Por favor, señora, déjeme levantarme. Hace tres esquinas debí bajar del autobús”… ¿Cuál será el principal desafío que enfrentará el próximo presidente de México? Su desafío principal será demostrar que es el presidente. Los ciudadanos que le dieron su voto a Peña Nieto no votaron por Carlos Salinas de Gortari, ni por Montiel, ni por los grandes señores del dinero o de la televisión. Más todavía: creo que ni siquiera votaron por el PRI. Votaron por el candidato que les pareció mejor –o menos malo- que los candidatos propuestos por los demás partidos, pues vieron en el mexiquense la posibilidad de que las cosas cambien para mejorar. El gran problema de México es que el país no es de la gente. México no les pertenece a los mexicanos. Sus dueños son los capitostes de la política, y los poderosos empresarios, cuyo interés priva siempre por encima del bien comunitario. Peña Nieto deberá escoger entre ser personero de esos magnates de la fortuna y el poder o ser un auténtico gobernante que trabaja por el pueblo -especialmente por el pueblo pobre- en vez de servir de medio para preservar el statu quo que favorece a los privilegiados. Entiendo que no es posible romper del todo las ligas que lo unen con ellos. Pero más fuerte debe ser su compromiso con México y con los mexicanos. Si no lo cumple yo seré el primero en señalarlo con índice de fuego, aun  a riesgo de quemarme los otros dedos… El marido de doña Pomponona recordaba algo que sucedió la noche de sus bodas. Le preguntó, galante, a su media naranja: “¿Cuál lado de la cama prefieres, amor mío?”. “Los dos” –respondió ella, expeditiva. “¿Quieres decir que cualquier lado es bueno para ti?” –inquirió él sin entender del todo la respuesta. “No –precisó Pomponona-. Quiero decir que necesito los dos lados de la cama. Espera a que me quite la faja”. (No era media naranja la robusta novia. Era toronja entera. Y ombligona además)… FIN.

MIRADOR.

Armando Fuentes Aguirre

Variación opus 33 sobre el tema de Don Juan
Murió don Juan (los donjuanes también mueren).
Dos de las muchas mujeres que lo amaron le pusieron a modo de mortaja el hábito de la Tercera Orden franciscana, según su disposición testamentaria.
En el túmulo funerario sonreía don Juan. Sus labios, que tanto besaron, y a tantas, se abrían levemente en una sonrisa que parecía de felicidad.
Un hidalgo ceñudo contempló el rostro del muerto, y preguntó:
-¿Por qué sonríe?
Un amigo de don Juan estaba cerca, y escuchó la pregunta. Respondió:
-Está recordando. Todavía.
¡Hasta mañana!...

Manganitas
Por AFA.

“… Peña Nieto viajó por varios países…”.
De acuerdo con una nota
que ha sido muy difundida
le dieron la bienvenida.
(Pero más a La Gaviota).

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