Por Catón
Columna: De política y cosas peores
2012-10-07 | 20:10:33
Hace 15 años mi familia y yo fundamos Radio Concierto, una estación de radio cultural que trasmite en Saltillo y ciudades vecinas –y ahora también por Internet- lo más popular de la música clásica y lo más clásico de la música popular. Nuestro lema es: “Radio Concierto: en el aire música que no se lleva el viento”. Su primer programa fue “Sabadito lindo”, con música bailable de las grandes bandas de los años cuarentas y cincuentas. Ha estado siempre a cargo de Miguel Ángel Arizpe Cordero, amigo queridísimo con quien acabo de celebrar 71 años de amistad: desde antes de que entráramos al kínder nuestras madres nos llevaban a la entrañable placita de San Francisco. Jugábamos nosotros mientras ellas hacían labores de tejido y platicaban de las minucias del viejo barrio de Santiago, nuestro mundo. Otro Francisco también muy franciscano, Francis Jammes, habría podido hacer algunos lindos versos sobre esa escena provinciana. Pasó el tiempo –pasar y curar tristezas es lo que el tiempo sabe hacer mejor-, y nació Radio Concierto. “Sabadito lindo” fue un éxito desde el principio. Nos enteramos de que muchísimas parejas bailaban en su casa con la música que en ese espacio trasmitíamos. Concebimos la idea de organizar un baile para corresponder a la atención de nuestros radioyentes, y llevamos a Saltillo a “La Orquesta de la Provincia” de Beto Díaz, extraordinario músico de Fresnillo, Zacatecas. Eso se hizo tradición: 15 años de Radio Concierto y 15 Bailes del Recuerdo. Una tragedia sucedió que pudo hacerlos desaparecer: Beto perdió la vida junto con varios de sus músicos al chocar en la carretera el autobús de la orquesta, que se dirigía a Chihuahua. Pensamos que el grupo se iba a dispersar. No fue así: lo tomó en sus manos Beto Díaz hijo, y ahora la orquesta toca como nunca. Es decir, toca como siempre. El baile del XV aniversario tuvo lugar el sábado pasado. Recibieron placas de reconocimientos mis hijos Armando y Alejandro, que al lado de Miguel Ángel han mantenido esa tradición de nuestra difusora, y recibió también la presea Beto Díaz, en memoria de su padre y en agradecimiento por haber continuado su labor. ¡Qué ocasión tan bella fue ésa, queridos cuatro lectores míos! Mi esposa y yo bailamos como en los tiempos de nuestro noviazgo (50 años de ser novios cumpliremos el próximo noviembre). Ella baila muy bien; yo tengo dos pies zurdos, pero aplico la máxima que dice que hay que trabajar como si todos te estuvieran viendo, y bailar como si no te estuviera viendo nadie. Entonces pongo en mis coreografías mucho sabor y mucho sentimiento, sobre todo en las piezas que en mi ciudad se llaman “pegaditas”, en que la pareja se abraza para bailar y se olvida de todo, menos de lo que recuerda. Así baila uno muy bien. Además, con la música de Beto Díaz todas las mujeres son Ginger Rogers y todos los hombres somos Fred Astaire. Imaginen ustedes una combinación de Glenn Miller, Tommy Dorsey, Duke Ellington, Benny Goodman, Artie Shaw, Eddy Duchin, Pérez Prado, Xavier Cugat, Jackie Gleason y Les Brown, y tendrán una idea de lo que es la orquesta de Beto Díaz. Cada uno de sus integrantes es un solista. A sus acordes hasta una piedra de un templo calvinista de Noruega puede bailar sabrosamente. En el curso del baile yo miraba a las parejas. Todas eran de gente en la edad de oro, y las había de las más diversas condiciones sociales: se nos ha dicho que los bailes de Radio Concierto constituyen el evento más democrático de la ciudad. Veía yo a las damas que bailaban, y me deleitaba en su contemplación. Quienes no saben ver y miran a una señora ya de edad, la ven quizá con tez marchita, pasada de peso, agobiada por la fatiga y quebrantos de los años. Otros, en cambio, adivinamos la belleza de su juventud, y la vemos con su piel tersa, esbelta la figura, atractivas las formas y luminosa la mirada. Así veía yo a todas las señoras que bailaban. Algunas parejas se me acercaban y me decían: “Gracias por pensar en nosotros”. Otras me pedían que no dejemos de hacer esos bailes. Los seguiremos haciendo, les prometía yo, mientras Diosito nos conserve la vida y la salud. Después de todo, bailar es lo mejor que un hombre y una mujer pueden hacer con los zapatos puestos… FIN.
MIRADOR.
Por Armando FUENTES AGUIRRE.
Terry, querido perro mío: déjame contarte algo.
La otra noche soñé que me moría. (De día sueño soñar que vivo).
El Señor revisaba las páginas del libro de mi vida y me decía, severo:
-No puedes entrar en mi casa. Escribiste demasiadas necedades.
Entonces, Terry, tú, mi amado perro, aparecías de pronto y le decías a Dios:
-Él no las escribió, Señor. Fui yo. Él solamente las firmaba. Castígame a mí, pero a él admítelo a tu lado.
El Padre, conmovido, me dejaba entrar. Decía:
-Te perdono todo lo que escribiste. Seguramente no lo hiciste por maldad. Alguien que mereció el amor de un perro así no puede ser malo.
Entraba yo en el Cielo, Terry, y tú me guiabas, ángel de orejas largas y cola jubilosa, por esa casa en que todos estaremos juntos cuando nos llegue el día que no tiene final.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
.Por AFA.
“… Investigan a policías y sus jefes…”.
Funcionarios depravados
y policías a la par,
en lugar de investigar
deben ser investigados.
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