Por Catón
Columna: De política y cosas peores
2012-10-18 | 21:45:26
Vehementina, la sensual y voluptuosa mujer de don Languidio, se quejó con él. Le dijo: “Toda la semana estuve excitada, y ni te diste cuenta”. “Claro que me di cuenta –protestó el añoso marido-. Y te felicito por tus éxitos”… En medio de la noche la señora despertó violentamente a su esposo. “¡Levántate! –le dijo-. ¡Hay un ladrón en la casa!”. “¿Y qué importa? –contestó el hombre-. Déjalo, y vuélvete a dormir?”. “¿Dejarlo? –rebufó la esposa-. ¿Y que nos robe? ¡Anda, baja!”. “Mujer –le dice entonces el esposo, cachazudo-. Tú sabes que en la casa no hay nada de valor que el ladrón pueda robarse. ¿Quieres que reconozca esa pobreza ante un perfecto extraño?”… Don Algón, salaz ejecutivo, le dijo a su linda secretaria: “Rosibel: tengo una casita en la playa. Te invito a que la conozcas. Pasaremos un rato muy agradable”. “Buena idea –aceptó la muchacha-. Si usted no tiene inconveniente llevaré a mi novio”. “¿Tu novio? –se amoscó don Algón-. ¿Para qué queremos a tu novio?”. Contesta Rosibel: “A lo mejor la esposa de usted también quiere pasar un rato agradable”… Le preguntaron en la Ciudad de México a un señor: “¿Cuál es su afiliación política?”. Respondió: “No pertenezco a ningún partido político organizado. Soy del PAN”. ¡Qué desorganizado, en efecto, se ve por estos días –y también por estos meses y por estos últimos años- el partido que fundó Gómez Morín! Las divisiones internas de Acción Nacional –y las externas también- lo hicieron caer hasta el tercer lugar en la preferencia de los electores, luego de haber detentado durante dos sexenios el poder presidencial. Antes cada derrota unía más a los panistas, fortalecía en ellos su mística y principios y los mantenía en la lucha. Ahora los vencimientos del PAN dan origen a una serie infinita de recíprocas acusaciones, de imputaciones mutuas, de deserciones y cambios de chaqueta. Cuando los panistas gobernaron les copiaron a los priistas muchos de sus antiguos usos y costumbres. Ahora la desorganizada organización le está copiando al PRD su práctica de perder en medio de un coro de dimes y diretes. La debacle que sufrió el PAN en la elección presidencial de julio fue como un mazazo en la cabeza. Los señores de la cúpula panista andan como zombies: sin expresión, perdida la mirada, el rumbo incierto. El partido de la brega de eternidad se ve flaco, ojeroso, cansado y sin ilusiones. Quizá resucite alguna vez. ¿Acaso no resucitó el PRI? Pero me temo que tardará más tiempo en resurgir. (Nota de la redacción: Nuestro amable colaborador opina que esa resurrección del PAN tendrá lugar el año 2098 por la tarde. No podemos suscribir tal vaticinio –nos parece demasiado optimista-, por lo cual hemos acordado eliminar, con pena y todo, esa parte del artículo)… Sigue ahora un relato de color subido. Las personas que tengan la desgracia de padecer escrúpulos de moralina deben saltarse hasta donde dice FIN… Sherlock Holmes y su fiel amigo el doctor Watson viajaron a Nueva York y se hospedaron en un famoso hotel. Dijo el genial detective: “Sospecho que podría haber en nuestra habitación algún dispositivo oculto para escuchar nuestras conversaciones. Debemos encontrarlo”. (Sucede que entre Homles y Watson había conversaciones cuya naturaleza no reveló nunca Conan Doyle). El doctor se aplicó a buscar, y bien pronto confirmó una vez más la certera intuición de su genial amigo: en efecto, bajo la alfombra descubrió un pequeño disco sujeto con tornillos y alambres. Evidentemente se trataba de un micrófono. Con su navaja suiza Watson quitó los tornillos y cortó los alambres, y así dejó inutilizado el artilugio. Al día siguiente el administrador del hotel les preguntó a los visitantes: “¿Qué hicieron ustedes anoche?”. “Señor mío –respondió Holmes con dignidad británica-, eso no es de su incumbencia”. Replicó el del hotel: “Su vida privada no me interesa, caballeros. Lo que quiero saber es por qué desatornillaron el candil de la habitación que está abajo de la de ustedes. La pesada lámpara le cayó en las pompas al ocupante de ese cuarto, que en ese momento le estaba haciendo el amor a su mujer. Al infeliz le quedó el trasero como de mandril: rojo e hinchado. Y son ustedes afortunados, pues por un pelito se libraron de ir a la cárcel acusados de homicidio imprudencial: si hubiesen desatornillado el candil unos minutos antes, le habría caído al señor en la cabeza”. (No le entendí)… FIN.
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