Por Raymundo Jiménez
Columna: Al pie de la letra
La otra ‘campaña’
2011-10-11 | 22:16:28
El pasado viernes 7 inició formalmente el proceso electoral 2011-2012 para renovar la Presidencia de la República y las dos Cámaras del Congreso de la Unión.
Y aunque todavía está pendiente que la Cámara de Diputados designe a tres ciudadanos para completar su Consejo General, el Instituto Federal Electoral (IFE) dice que está listo para que el domingo 1 de julio del año próximo los mexicanos emitan su voto libre, secreto y razonado, en una jornada cívica con imparcialidad, legalidad, certeza y transparencia.
Para ese día y para el cumplimiento de ese ideal aún falta mucho, y de aquí a esa fecha los mexicanos veremos aún muchas cosas, acontecimientos inéditos y las guerras sucias que nunca faltan en la política mexicana.
El primero que ya ha sentido este embate ha sido el gobernador veracruzano Javier Duarte de Ochoa, quien desde el inicio de su gestión ha tratado de moverse siempre un paso adelante, a pesar de los riesgos que eso conlleva.
Aliado del presidente Felipe Calderón Hinojosa en el combate a la delincuencia que emprendió el Ejecutivo federal, Duarte de Ochoa ha sufrido también la andanada de impopularidad que ha caracterizado a Calderón. Aunque nadie quiere que la delincuencia se siente a sus anchas en el país envenenando a los jóvenes, atemorizando a las familias, haciendo huir a los empresarios y las inversiones, un gran sector de la población –por las secuelas que este combate ha dejado en el país– desea que se acaben los enfrentamientos.
Javier Duarte lo sabe y por eso en algunas ocasiones, públicamente, ha ofrecido disculpas pero ha señalado enfáticamente que esta situación se debe “al combate” que se ha emprendido en contra de los delincuentes en Veracruz y no a que continúen los hechos delictivos.
Hace algunos días, en una visita que hizo a un popular café de la avenida Ruiz Cortines de la zona conurbada Veracruz-Boca del Río, a donde suele ir con frecuencia, pidiéndoles a sus cargamaletas que se alejen, que lo dejen tomar café con calma, Duarte de Ochoa recibió comentarios muy positivos de los parroquianos, sobre todo respaldando su valentía y su entereza para enfrentar a los extorsionadores, a los secuestradores, a los delincuentes que mantenían asolada la región.
Ese tipo de encuentros, de reconocimientos ciudadanos, sin duda animarán el espíritu del gobernante que asumió el compromiso de garantizar la tranquilidad a los veracruzanos.
Duarte de Ochoa sabe que va en el camino correcto y que su administración está haciendo un esfuerzo sin precedentes no sólo para enderezar el barco ante las dificultades financieras que le ha tocado enfrentar sino ahora también ante los hechos violentos generados por este combate delincuencial.
Pero a ello hay que sumar la guerra mediática que se ha lanzado contra él por querer ir un paso adelante en la sucesión presidencial.
El 20 de septiembre pasado, antes de llegar a un hotel de esta capital donde entregaría los Atlas Municipales de Riesgo a los 212 alcaldes de la entidad, acompañado de la coordinadora general de Protección Civil de la Secretaría de Gobernación, Laura Gurza Jaidar, el gobernador Javier Duarte fue abordado por los reporteros y sólo logró contestar una pregunta, la cual estaba relacionada con el futuro del ex gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, quien la noche anterior le había dicho al periodista Joaquín López-Dóriga, de Televisa, que sí tenía interés de buscar la Presidencia de la República, algo ya sabido por todos.
“Enrique Peña Nieto será el mejor candidato y el mejor Presidente de la historia de México. Como consejero nacional que soy, Enrique Peña Nieto tiene mi total apoyo y mi respaldo; como veracruzano y como priista, estoy orgulloso de tener un aspirante como Enrique Peña Nieto”, dijo, ni más ni menos.
Catorce días antes, el 6 de septiembre, en los últimos días de la administración del mexiquense, el gobernador Duarte recibió con bombo y platillos a Peña Nieto para el hermanamiento de Toluca con Xalapa. Por la tarde lo llevó al simbólico y tradicional café porteño, donde políticos de todas las épocas suelen placearse, destaparse o hacer anuncios grandilocuentes.
Las crónicas de esa tarde registran que entre la muchedumbre que se congregó en el popular del puerto jarocho para ver al aún gobernador del Estado de México y a su esposa, la actriz Angélica Rivera, “La Gaviota”, una mujer gritó “¡Arriba nuestro Presidente!”.
Eran más de dos mil parroquianos, colonos, transeúntes, gente que se enteró que en alguna hora de esa tarde el gobernador Duarte de Ochoa y su señora esposa Karime Macías invitarían un tradicional lechero y una canilla al mandatario mexiquense y a su pareja.
Llegaron ya cerca de las ocho de la noche. Ellos de guayabera, las esposas radiantes y saludaron a la multitud que quería tomarles una foto, que gritaba porras, que lanzaba vivas, que les aplaudía. Y de pronto, antes de iniciar el ritual del café, la “bomba” o concha con mantequilla y la canilla, mientras el mesero servía el aromático a los invitados, una mujer gritó a voz en cuello: “¡Arriba nuestro Presidente!”.
La gente se desbordó en gritos, en aplausos, en porras que lo mismo reconocían a Enrique Peña Nieto que a Javier Duarte de Ochoa.
Al parecer, todo esto habría despertado la molestia en algún lado para que desde la ciudad de México empezara el sistemático golpeteo mediático contra Javier Duarte.
Su abierta simpatía por el aspirante presidencial más fuerte del PRI generó ruido y desde diversos flancos empezaron las críticas y los golpes bajos, utilizando la desafortunada coyuntura que vive Veracruz en el tema de seguridad pública.
Por eso el domingo pasado, al asistir a la sesión extraordinaria del Consejo Político Estatal del PRI en donde se avalaron los acuerdos del Consejo Político Nacional, Duarte de Ochoa no sólo ratificó sus convicciones priístas de 24 horas del día como gobernador, como ciudadano veracruzano y como padre de familia, sino que también confirmó su determinación de servicio y de resultados.
Ante una clase política que se volcó a su persona y liderazgo, Duarte de Ochoa señaló contundente: “Vengo a ratificar mi orgullo priísta y por eso les digo a ustedes: si por eso nos van a atacar, que nos sigan atacando”.
Convencido del trabajo que realiza entre los veracruzanos, convencido de su alianza estratégica con el gobierno federal, una alianza que ha convenido a los dos gobiernos, Duarte no tiene empacho en decir para quien tenga oídos y oiga: “si por eso nos van a atacar, que nos sigan atacando”.
El joven gobernador ha sabido ser coherente con su militancia, convencido de que los resultados que está dando a la sociedad hablan más y mejor que cualquier bandera política.

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