Por Raymundo Jiménez
Columna: Al Pie de la Letra
2011-03-28 | 21:41:38
Duarte y el PRI

Entrevistado hace un par de semanas por el reportero Ciro Pérez Silva, del diario capitalino “La Jornada”, el gobernador Javier Duarte de Ochoa declaró que “el mejor servicio que le puedo hacer a mi partido para mantener Veracruz y ganar los cuatro procesos electorales que tendrán lugar en mi administración es siendo un buen gobernador”, que, según definió, “es actuando con responsabilidad, limpieza y transparencia, y dando resultados”.
“En ese sentido –precisó– dejo muy bien parado a mi partido. Pienso ser no quizá el gobernador más popular de Veracruz, pero sí el mejor.”
Con esta declaración, Duarte de Ochoa ha dejado claro que pretende no repetir en su administración los mismos excesos populistas de algunos de sus antecesores, como fue el caso reciente de Fidel Herrera Beltrán (2004-2010) o del ahora líder convergente Dante Delgado Rannauro (gobernador sustituto de 1988 a 1992), quienes en su momento usaron los programas sociales, recursos financieros y la estructura burocrática del gobierno del estado para que el Revolucionario Institucional aplastara electoralmente a la oposición.
De Fidel Herrera ha dicho que “le tengo una gran deferencia y reconocimiento”, pero ha subrayado que “a partir del primero de diciembre de 2010 el gobernador de Veracruz se llama Javier Duarte.”
Con este deslinde, se deduce que el joven mandatario veracruzano no sólo ha marcado una sana distancia del ex gobernador sino también del estilo que caracterizó a su desastrosa administración, pues el ex secretario de Finanzas y Planeación ha manifestado tener “muy claro mi compromiso con la sociedad veracruzana, y a partir de ahí he generado una serie de acciones, de programas y políticas públicas que, más allá de buscar una identidad distinta o diferente al anterior régimen, lo que pretendo es ser eficaz y eficiente”.
Precisamente por el desastre administrativo y la crítica situación financiera que recibió del régimen anterior, es que el gobernador Duarte ha tenido que tomar algunas decisiones drásticas y, por ende, impopulares, como por ejemplo recortar el gasto corriente que ha implicado reducir sueldos y prebendas a la alta burocracia e implementar un programa de retiro voluntario para restringir el aparato de gobierno.
“El tema prioritario de esta administración es el orden, que va desde restructurar la función pública; el manejo escrupuloso, transparente, sensible y profesional de los recursos; el respeto a la legalidad y la norma; la jerarquización de las funciones y el adecuado comportamiento de los funcionarios públicos, que es elemento fundamental para alcanzar metas y propósitos”, enumeró el mandatario, quien además dijo que para ser consecuentes es imprescindible cumplir con la ley.
“No podemos dar un trato especial a nadie. He sido tajante en este tema: en Veracruz la ley se cumple y todo aquel que se haya salido de la norma tendrá que responder y asumir consecuencias, sea quien fuere”.
Ello tampoco, obviamente, le acarreará popularidad; a menos, claro está, de que logre que en Veracruz haya deveras cero tolerancia a la impunidad y que haga sentir su mano de hierro contra todos los infractores de la ley, sin importar su status social, político o económico.
Sin embargo, algunas decisiones de Duarte de Ochoa no han sido bien recibidas ni por sus propios correligionarios.
Se sabe, por ejemplo, que existe un gran malestar entre algunos sectores de la nomenclatura priista que fueron desplazados por ex militantes de otros partidos en los principales cargos del nuevo gobierno.
Trascendió, por ejemplo, que ese reclamo se lo habrían hecho expresamente al ex dirigente estatal del PRI, Ranulfo Márquez Hernández, cuando el ex secretario de Protección Civil y de Desarrollo Social andaba buscando delegados distritales para la reestructuración de los comités municipales.
Algunos operadores priistas, que actualmente están desempleados, se habrían quejado de que ya estaban cansados de que sólo se acordaran de ellos y los utilizaran en épocas electorales y que después les dieran la espalda por favorecer a personajes de otros partidos políticos que históricamente siempre han combatido al PRI.
Se ignora si el nuevo presidente del CDE del partido tricolor, Héctor Yunes Landa, correrá con mejor suerte que Ranulfo. Pero hasta ahora, por ejemplo, el ex subsecretario de Gobierno no había podido convencer a un comunicador respetable y profesional para hacerse cargo de la Secretaría de Información y Propaganda.
Sin embargo, el gobernador Duarte parece estar convencido de haber tomado la mejor decisión al integrar su gabinete con veracruzanos de distintas formaciones políticas y partidistas. Al menos así se lo confesó al reportero de “La Jornada” hace dos semanas: “Los cuadros que integran la estructura gubernamental deben tener atributos para corresponder a la confianza y expectativa de la sociedad en este gobierno. Por mi formación, el tema de las cuotas políticas o incluso de género lo tengo superado. Más allá de pensar si son nuevos o antiguos funcionarios, de un partido u otro, lo fundamental es que tengan capacidad y preparación.
Eso busqué para integrar este gobierno: hombres y mujeres comprometidos con el estado. Si desarrollaban alguna función, como fue mi caso, o estaban en otro espacio o partido, lo importante es que den resultados”.
Ya se verá, en las elecciones federales de julio del año próximo, si los veracruzanos o por lo menos sus propios correligionarios se lo reconocen y su partido, el PRI, logra repetir la hazaña de cosechar otro millón 400 mil votos como en la elección de 2010.
¿Podrán? El reto es excepcional ante la grave situación financiera en la que le ha tocado despegar a su administración.

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