Por Raymundo Jiménez
Columna: Al pie de la letra
‘BORRACHO’… DE PODER
2011-02-10 | 22:11:42
Por lo menos hasta mediados de la década de los ochentas –antes de la polémica elección presidencial de 1988, cuando la hegemonía que durante 70 años mantuvo el PRI comenzó a resquebrajarse–, en las escuelas de periodismo algunos maestros solían hablar de tres grandes tabúes en la prensa mexicana: nadie podía hablar mal de la Virgen de Guadalupe, del Ejército y del presidente de la República en turno.
Sin embargo, a partir de la administración de Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988) poco a poco la figura presidencial empezó a desacralizarse en la mayoría de los medios de comunicación, particularmente los impresos.
Por eso, luego de la alternancia en el poder que se dio en el 2000 con la llegada del PAN a la Presidencia de la República, sorprende que a estas alturas todavía se sigan dando casos de presunta censura como el de Carmen Aristegui, quien ha declarado que fue cesada de su noticiero de MVS por la presión que de Los Pinos habrían ejercido sobre los concesionarios de la estación radiofónica, a consecuencia de los comentarios vertidos por la periodista sobre la manifestación que tres diputados federales del Partido del Trabajo hicieron en la tribuna legislativa cuestionando el supuesto alcoholismo del presidente Felipe Calderón.
Luego de pasar la nota al aire sobre este incidente en el recinto parlamentario, Aristegui sólo hizo un comentario al margen solicitando a los voceros de la Presidencia de la República que aclararan si era cierto o no lo que acusaban los legisladores del PT; respuesta que tardíamente terminó por dar este miércoles 9 el secretario particular de Calderón, el diputado federal con licencia Roberto Gil Zuarth.
Pareciera un asunto menor o privado si el mandatario mexicano tiene supuestamente adicción al consumo de alcohol, pero su salud es de interés público y es indudablemente también una cuestión de seguridad nacional por el inmenso poder que concentra.
Se sabe, por ejemplo, que desde hace más de un año el gobierno de Estados Unidos de Norteamérica está muy pendiente de su salud. El cable 124636 procedente de Washington, del 4 de diciembre de 2009, desclasificado por el sitio de internet WikiLeaks, ya evidenciaba desde entonces la inquietud de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, acerca de que el presidente Calderón “y su gobierno están actualmente bajo un gran estrés debido a la guerra contra las drogas, el colapso económico y la derrota de su partido en las elecciones de medio periodo”, por lo que la alta funcionaria de la administración de Barack Obama solicitaba a su cuerpo diplomático acreditado en México información sobre “cómo estos acontecimientos están afectando su personalidad y estilo de gobernar y cómo ese estilo afecta el funcionamiento del gobierno; especialmente a la luz de los cambios recientes en el gabinete”.Lo del presunto alcoholismo de Calderón no es un tema inédito. A principios de junio de 2010, por ejemplo, aparecieron en Saltillo, Coahuila, leyendas inscritas en muros y anuncios electrónicos en contra del jefe del Poder Ejecutivo federal. “Calderón: Por andar de borracho estás hundiendo al país” y “Calderón: Cuando tomes no manejes. Atentamente El País”, fueron los mensajes que aparecieron en al menos seis muros ubicados en diversas colonias de esa ciudad norteña.
El senador panista Guillermo Anaya –un compadre de Calderón que contenderá por la gubernatura de Coahuila– acusó directamente al entonces gobernador Humberto Moreira de promover los ataques contra el presidente.“Por supuesto que es el gobernador y su hermano (Rubén Moreira, aspirante del PRI a la gubernatura). Esto es un acto cobarde porque ya lo había anunciado con ‘el que se lleva se aguanta’”, acusó el senador panista. En efecto, las pintas contra Calderón aparecieron un día después de que el gobernador Moreira externó su enojo por la circulación de un cómic panista. “El que se lleva se aguanta. Después que no anden llorando porque uno les contesta. Ahí andan como gallinas descabezadas diciendo que soy muy peleonero”, advirtió el mandatario con licencia de Coahuila que dentro de tres semanas asumirá oficialmente la dirigencia nacional del PRI.
Es más, el escritor y periodista Rafael Loret de Mola, en la página 190 de su libro más reciente, “2012: La Sucesión”, revela la siguiente conversación con el mandatario coahuilense aún en funciones:“Platico con el gobernador Moreira el miércoles 9 de Septiembre 2009 en Saltillo, la del limpio aire que viene del norte. Él puntualiza: -¿Qué puede esperarse de un presidente con el que sólo se cuenta media jornada? La otra se pierde. Ha llegado a cancelar cenas de Estado.-¿Por alcoholismo, gobernador?-Eso se dice. Lo grave es que, al parecer, el aparato de seguridad del Estado está encerrado con él en Los Pinos.Pero además, existe una carta personal de Carlos Castillo Peraza –ex dirigente nacional del PAN, considerado como una especie de padre putativo de Calderón– en la que el ideólogo panista oriundo de Yucatán le reprochaba a su discípulo no haber llegado a una cita con él precisamente por andar “muy bien servido”.
El semanario Proceso, en su edición número 1720 de fecha 18 de octubre de 2009, reproduce varias misivas que Castillo Peraza le dirige a Calderón. En una de ellas, el desaparecido periodista yucateco refiere que la noche del 30 de octubre de 1997 se reuniría con su correligionario nativo de Michoacán, pero que éste nunca llegó y que jamás le dio una explicación. “Ahora tengo que añadirte que me pareció desconsiderado de tu parte no haber acudido a la cita de anoche, sin siquiera haber avisado, y que me dolió y preocupó haberme enterado por boca de subalternos menores que el presidente del partido salió de la oficina ‘muy bien servido’”.
En esa misma carta, Castillo Peraza también le recriminaba a Calderón: “… llamó así mismo mi atención un tema reiterado de conversación (en una junta que se había celebrado unos días antes): el de las aventuras más que frecuentes –etílicas y demás– de algunos de tus colaboradores”.
Pero ahora su secretario particular Gil Zuarth, tardíamente, ha salido a desmentir que el presidente tenga problemas de alcoholismo.
Lo que en todo caso nadie puede negar es que Calderón vive una especie de borrachera del poder: más de 34 mil muertos en lo que va de su sexenio por su improvisada, torpe y terca guerra contra el narcotráfico es la mejor prueba también de su insana adicción por la violencia.

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