Por Raymundo Jiménez
Columna: Al pie de la letra
La candela de Duarte
2011-01-30 | 22:07:32
En temas de austeridad, transparencia y rendición de cuentas, la nueva administración estatal se ha visto obligada a trascender el discurso y a tomar medidas contundentes para demostrar ante la opinión pública que las cosas van en serio.
El desorden y los excesos de otros tiempos parecen quedar atrás y el nuevo gobierno intenta buscar, en una fina reingeniería, adelgazar el aparato burocrático, reducir los 6 mil millones de pesos programados para invertirlos en más obra social, y apretar a las administraciones municipales para que nadie piense que –como en el pasado inmediato– los ediles y sus tesoreros podrán servirse con la cuchara grande.
La referencia inmediata, a las exigencias del Ejecutivo en lo que a rendición de cuentas se refiere, podría ser el encuentro que el miércoles 26 de enero sostuvo en el salón Gahl de Xalapa con los 92 alcaldes emanados del PAN y de la alianza con la que compitieron en las pasadas elecciones locales.
Ahí, el mandatario veracruzano saludó de mano a los munícipes que coordina el terrablanquense Tito Delfín Cano y estuvo flanqueado del dirigente estatal Enrique Cambranis Torres y del coordinador de los diputados panistas, Danilo Alvízar Guerrero.
Quienes ahí estuvieron cuentan que el gobernador Javier Duarte de Ochoa tuvo una buena faena con los blanquiazules, al resolverles de inmediato solicitudes de proyectos que ya venían avanzados como la construcción de caminos, tramos carreteros, ampliación de centros de salud, entre otros.
No faltaron los que tocaron la sensibilidad humana del gobernante al referirse a las dificultades que padecen para trasladarse los niños minusválidos. El primero fue el alcalde de Chontla, Pedro Macario González Pérez, a quien de inmediato le resolvió: “cuente con el transporte para los niños discapacitados”.
Lo mismo le contestó al de Huatusco, Miguel Ángel Sedas Castro, y a la alcaldesa de Vega de Alatorre, Leticia Rodríguez Viveros.
El único que subió el tono de voz en la reunión fue, curiosamente, el ex priísta Luis Alberto Pozos Guzmán, de Xico, recordado muy bien por las tropelías que en la administración alemanista le imputaron en la SEDARPA cuando ocupó la Dirección de Desarrollo Forestal al lado del secretario Ramón Ferrari Pardiño.
Pozos Guzmán, que abusó del tiempo previamente acordado por Tito Delfín con los demás alcaldes, criticó, con toda razón, el pésimo estado en que se encuentra la carretera Xalapa-Xico, pero exigió recursos del FONDEN y aumento a las partidas presupuestales federales.
Hombre de reacciones inmediatas, Javier Duarte le dijo –después de la larga perorata del neopanista–, que agradecía la lección municipalista y de geografía local, pero que ahora él le iba a dar una lección de administración pública y federalismo, porque en primer lugar no corresponde al gobierno del estado hacer la Declaratoria de Emergencia ni distribuir recursos del FONDEN; y, segundo, le explicó que las partidas federales son justamente eso, fe-de-ra-les, y que tampoco son lineales; es decir, que no van a recibir siempre lo mismo.
Pero bueno, más allá del anecdotario y de algunos detalles ese día observados –como, por ejemplo, el que alguien haya olvidado quitar de los personalizadores el nombre del difunto alcalde de Juan Rodríguez Clara, Gregorio Barradas Miravete, para poner el del edil en funciones Zenón Rodríguez Ortiz–, un dato llamó poderosamente la atención: en su discurso de inicio, el munícipe de Tierra Blanca, Tito Delfín Cano, hizo seis peticiones concretas a nombre de los 92 alcaldes panistas: subsidios para los municipios ante los graves déficits heredados; respeto a la autonomía municipal; mayor coordinación en seguridad pública; el catálogo de obras del FONDEN; reconstrucción y reparación de carreteras, y acceso a las despensas del DIF sin tomar en cuenta las deudas de las administraciones anteriores.
El coordinador de los alcaldes del PAN insistió particularmente en los subsidios, ante las dificultades financieras que enfrentan algunos ayuntamientos, gracias a que sus antecesores dejaron las arcas municipales en bancarrota.
Javier Duarte les aclaró que no corresponde al Ejecutivo otorgar subsidios, pero les propuso estudiar la manera de hacerles llegar anticipos de sus participaciones.
Junto al mar de obras que los munícipes panistas solicitaron –hidráulicas, hospitalarias, educativas, carreteras, etcétera–, destacó la exigencia de los alcaldes por la transparencia y rendición de cuentas.
El munícipe de Martínez de la Torre, José de la Torre Sánchez, pidió que los alcaldes intervengan en la supervisión de las obras financiadas por el FONDEN y el gobernador aceptó, encomendándoles que se erijan en “supervisores y contralores de las obras del FONDEN”.
Según ha trascendido, también de otras reuniones que Duarte de Ochoa ha sostenido con alcaldes y dirigencias de otros partidos, la exigencia fundamental ha sido la transparencia y la rendición de cuentas.
Por eso no extraña que al otro día, jueves 27, se haya dado la orden de que se procediera contra 115 ex funcionarios municipales, de todos los partidos políticos, que habrían causado daño patrimonial por 67 millones 663 mil 259 pesos con 31 centavos en las cuentas públicas de los ejercicios fiscales 2004, 2005, 2006, 2007 y 2008.
La acción judicial, después del larguísimo procedimiento que realiza el Congreso del Estado y el Órgano de Fiscalización Superior del Estado (ORFIS), con todas las posibilidades que les otorgan para resarcir los daños, no deja de ser un acicate y un llamado para las 123 administraciones municipales que pasaron la cuenta pública 2009 en el Congreso, pero les pidieron solventar graves irregularidades administrativas que de no ser sustentadas podrían ser tipificadas también como “daño patrimonial”.
Duarte de Ochoa arranca febrero con mucha candela: candela política, candela social, candela de acciones administrativas efectivas.
Candela que lo llevará esta semana a la fiesta de La Candelaria en Tlacotalpan, para celebrar que en Veracruz un pueblo puede estar de rodillas ante la fuerza de la naturaleza, pero al otro día ponerse de pie, cantar y bailar a ritmo de son por la grandeza de su cultura y tradiciones.

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