Por Raymundo Jiménez
Columna: Al pie de la letra
* El testigo del ‘Chapo’
2011-01-25 | 22:22:00
Ahora que el teniente coronel Silvio Isidro de Jesús Hernández Soto acaba de ser designado como director general de la Agencia Veracruzana de Investigaciones (AVI), dependiente de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), los malquerientes del ex jefe de la Policía Ministerial Estatal de Sinaloa han hecho circular otro expediente en el que se incluye no sólo una denuncia penal por golpes y abuso sexual que en julio de 2009 interpuso en contra del militar retirado una joven secretaria de entonces 23 años de edad que laboraba con él, sino que también lo inmiscuyen en un sospechoso episodio ocurrido hace casi 18 años en el trayecto aéreo de Chiapas a Toluca luego de la captura en Guatemala del capo sinaloense Joaquín “El Chapo” Guzmán, líder del poderoso cártel del Pacífico.
Fue el 9 de junio de 1993 cuando Guzmán Loera fue aprehendido y confesó. Pero en el interrogatorio que se le realizó durante el vuelo del avión de la Fuerza Aérea Mexicana (FAM) hacia el aeropuerto de la capital del Estado de México, “El Chapo” no sólo vinculó con el narcotráfico a funcionarios policíacos sino que también habría mencionado los nexos de sus más acérrimos enemigos, los hermanos Arellano Félix, líderes del cártel de Tijuana, con otros prominentes políticos que presuntamente les brindaban protección, entre ellos el entonces gobernador panista de Baja California Norte, Ernesto Ruffo Appel, que históricamente fue el primer gobernante estatal surgido de las filas de la oposición y que luego se desempeñó como comisionado para la Frontera Norte durante la presidencia de Vicente Fox, en cuyo inicio de su administración coincidentemente se fugó Guzmán Loera.
El último capítulo de esta historia que empezó el 24 de mayo de 1993 con la muerte del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo en el aeropuerto de Guadalajara se abrió el 20 de enero de 2001, cuando se hizo pública la huída del “Chapo” Guzmán del penal federal de máxima seguridad de Puente Grande, Jalisco. El expediente continúa abierto, pues el narcotraficante aún sigue prófugo a diez años de su sospechoso escape.
La confesión inicial contiene los primeros informes que dio “El Chapo” Guzmán a las autoridades de inteligencia militar. Según versiones periodísticas basadas en documentos militares desclasificados hasta el año 2002, también existiría un texto similar en los archivos de la Procuraduría General de la República, por encontrarse funcionarios de la PGR en aquél vuelo rumbo a Toluca. El oficio número 1387 con las declaraciones iniciales del jefe del cártel de Sinaloa consta de cuatro cuartillas y está fechado en el Campo Militar Número 1-A y se encuentra dirigido al procurador general de Justicia Militar, el general brigadier y licenciado Mario G. Fromow García, quien ocupó el cargo de 1991 a 1994. En la parte superior del oficio de la Procuraduría General de Justicia Militar destaca en la parte superior derecha de su primera página la siguiente leyenda: “Asunto: Informa sobre el interrogatorio a JOAQUIN GUZMAN LOERA (a) ‘El Chapo Guzmán’.” La última página tiene tres firmas, la del general de brigada Guillermo Álvarez Nara, bajo la cual se asienta el número 488607, jefe de la Policía Judicial Militar, quien cuatro años más tarde –el 2 de noviembre de 1997– fue designado director general de la Policía Judicial Federal (PJF) por el entonces procurador general de la República, Jorge Madrazo Cuellar; además aparecen como testigos de asistencia el teniente coronel Enrique Soto Padilla y el mayor Silvio Isidro de Jesús Hernández Soto, los dos de caballería. En un primer momento, el interrogatorio se centró en la balacera del 24 de mayo de 1993 donde fue asesinado el cardenal Posadas Ocampo; “El Chapo” Guzmán detalló cómo logró llegar “arrastrándose de rodillas hasta la sala del aeropuerto, confundiéndose entre la gente, mientras le disparaban ráfagas de metralleta” y escapar así de la emboscada que le tendieron los hermanos Arellano Félix.

El capo relató cómo se refugió en la ciudad de México, en la casa de su administrador Martín Moreno Valdez, y cómo “en Toluca hizo contacto con un comandante de apellido Gómez” destacado en San Luis Potosí, quien lo llevó en una camioneta Suburban a San Cristóbal de las Casas y luego a Ciudad Cuauhtémoc, Chiapas. En ese lugar se encontraba su contacto Manuel Castro Meza, enlace con el teniente coronel del ejército guatemalteco, Carlos Humberto Rosales, quien ayudaría a “El Chapo” y sus acompañantes en ese país. Sin embargo, el 8 de junio de 1993 “fue traicionado por el citado teniente coronel, quien se apoderó de un millón 200 mil dólares que llevaba, entregándolo el día de hoy (9 de junio de 1993) a las autoridades mexicanas”.
Durante el interrogatorio, “El Chapo” Guzmán reconoció que trabajaba para el cártel de Cali y dijo además que “hace aproximadamente tres años (en 1990), en una visita que hiciera a Miguel Félix Gallardo en el Reclusorio Sur (de la ciudad de México), conoció al licenciado Federico Ponce Rojas (subprocurador de la PGR durante la gestión de Ignacio Morales Lechuga) y al comandante Gómez” y que “el licenciado Ponce Rojas le indicó que el comandante Gómez iba a ser su contacto”. Además, el detenido sostuvo “que al licenciado Federico Ponce Rojas le daba un millón de dólares cada dos meses cuando había entregas de cocaína o marihuana para que lo protegieran en sus actividades”, como narcotraficante. Tras la balacera en Guadalajara y la muerte del cardenal Posadas, según se asienta en el citado oficio de la inteligencia militar, Guzmán Loera aseguró que fue el mismo comandante Gómez quien “le consiguió documentos falsos para que pasara junto con sus acompañantes a Guatemala”.
Durante el vuelo de Chiapas a Toluca, de donde sería trasladado para ser ingresado al penal de máxima seguridad de Almoloya de Juárez (hoy de La Palma), “El Chapo” Guzmán reveló que en su nómina estaban, además del subprocurador de la PGR, varios comandantes de la Policía Judicial Federal como José Luis Larrazolo en Sonora, Cristian Peralta en Mexicali y Guillermo Salazar. Relató haber entregado en diversas ocasiones pagos por 500 mil dólares para que le permitieran “cultivar un plantío de marihuana”, por pasar un cargamento de 700 kilos de cocaína al lado americano y recibir protección en sus actividades como traficante de drogas. Larrazolo terminó muerto y Peralta fue aprehendido posteriormente como resultado de la confesión del capo. Luego, señala literalmente el oficio de inteligencia militar, “agregó que los hermanos Arellano (Félix) los protege el gobernador (Ernesto Ruffo Appel) y el procurador de Baja California (Juan Francisco Franco Ríos) y que un hermano del gobernador (Claudio Ruffo) es socio de ellos en una empresa”, de la que no dio mayores datos. En el interrogatorio, rodeado de agentes judiciales y de elementos del cuerpo de paracaidistas, “El Chapo” reconoció sus nexos con Héctor “El Güero” Palma y confesó que ambos fueron responsables de la matanza en la discoteca “Christine”, de Puerto Vallarta, en la que pretendieron dar muerte a los hermanos Arellano Félix.
Sin embargo, la versión pública acerca de lo declarado por “El Chapo” fue otra. El 10 de junio de 1993 el procurador Jorge Carpizo McGregor informó en una conferencia de prensa en Los Pinos que el capo Guzmán Loera había sido entregado por las autoridades de Guatemala en el puente Talismán, sobre el río Suchiate, a un equipo de la PGR apoyado por miembros del Ejército Mexicano. Los de la PGR iban encabezados por el coordinador general de Lucha contra el Narcotráfico, el general Jorge Carrillo Olea, y el grupo de agentes de inteligencia militar estaba al mando del general Álvarez Nara, jefe entonces de la Policía Judicial Militar. Según el Informe de las actividades y acciones concretas realizadas por la PGR: 4 de enero-4 de julio de 1993, difundido en el Boletín, Órgano Informativo mensual de la PGR, número 93/7, apenas 72 horas antes, el 7 de junio de 1993, el capo había estado hospedado en el Hotel Panamericana de la ciudad de Guatemala, pero fue aprehendido por el teniente coronel del Ejército guatemalteco Carlos Humberto Rosales; la traición de la que “El Chapo” Guzmán lo hace responsable no consta en el expediente del caso y los nombres de los militares guatemaltecos que participaron en su captura no se hicieron públicos. Después de la entrega en el puente Talismán, el narcotraficante fue llevado a la zona militar de Tapachula, donde fue revisado, pues se temía que pudiera ser envenenado, y ahí abordó el avión Boeing 727 de la FAM que lo trasladaría a Toluca.
Sin embargo, a pesar de los partes informativos del interrogatorio al que fue sometido en el avión por los agentes judiciales y de inteligencia militar bajo la coordinación de Carrillo Olea y Álvarez Nara, al presentar su declaración ministerial Guzmán Loera “ya no se refirió ni quiso hablar de los actos de corrupción”, según consigna el ex procurador Carpizo en su libro “Asesinato de un cardenal: ganancia de pescadores”. A partir de entonces, el narcotraficante dejó de mencionar la entrega de sobornos al subprocurador Ponce Rojas y al gobernador Ernesto Ruffo, y a su hermano Claudio en sus siguientes declaraciones, aunque ratificó que entregaba millones de dólares a los comandantes de la PGR destacados en Sonora, José Luis Larrazolo; Mexicali, Cristian Peralta; y en Guadalajara, Guillermo Salazar.
Sobre la reticencia de “El Chapo” Guzmán a declarar sobre los niveles de penetración de su organización delictiva en la PGR, en el capítulo 5 del libro presentado en mayo de 2002 por Carpizo y su coautor, el periodista Julián Andrade, se establece con información proporcionada por fuentes del más alto nivel de la Secretaría de la Defensa Nacional, que “los militares intentaron hacer contacto con ‘El Chapo’ en la cárcel, para confirmar los datos que había proporcionado en el avión y que podían significar una hecatombe. El frío de Almoloya (de Juárez) y los grandes muros de concreto le hicieron cambiar de opinión: terminó diciendo que un ex funcionario le leyó la cartilla y que mejor ahí lo dejaba”.
De esto sabe mucho el teniente coronel Hernández Soto, el nuevo director general de la AVI. ¿Por eso lo mandaron a “procurar justicia” a Veracruz, donde por mera coincidencia han arreciado últimamente los operativos militares contra el cártel de “Los Zetas”, acérrimos enemigos de “El Chapo”?

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