El aspecto más relevante para destacar en el actual quehacer político es el cinismo. Un cínico es el que conoce el precio de todo y no da valor a nada.
Llegó el tiempo de pagar las ignominiosas facturas de la pasada elección del cuatro de julio. En cualquier momento de la administración fidelista se producirán los cambios, entre los que destaca la Secretaría de Gobierno, es decir, la que le corresponde al número dos, dentro de la escala oficial esta posición clave, será para el panista-fidelista precandidato al gobierno estatal, el administrador de empresas y dueño de una agencia de autos especializada en patrullas, el confesional y devoto de don Gerardo Buganza Salmerón y como subsecretario de esa dependencia al neopolítico y amigo de los puestos públicos, el señor Erick Lagos.
Ya no es necesario para ser secretario de Gobierno, saber de Leyes o poseer el talento y la experiencia para evitar conflictos y lograr conciliaciones que permitan la vida democrática. Y mucho menos pertenecer al partido en el poder. Estorba ser del PRI.
Para estos canjes de puestos políticos se modificaron las leyes estatales de acuerdo a lo que pida el cliente. En los últimos sexenios en la entidad veracruzana, las normas y los preceptos son rectificados, corregidos, enmendados y hasta alterados.
Para los priistas tradicionales, ésta debe ser una lección inolvidable de cómo se premia la traición partidista. De haberlo sabido, se hubieran declarados con anticipación fans del club de Felipe Calderón.
En Veracruz no hay moral. La moral es la que nos permite ser fieles a nosotros mismos.
Para Reynaldo Escobar Pérez, el ser calificado como el mejor secretario de Gobierno de la historia política de Veracruz, el único funcionario del gabinete que salía en defensa del gobernador Fidel Herrera y un reconocido jurista, ahora se le margina y lo refunden como nuevo Procurador de Justicia.
Una triste salida por la puerta trasera para cumplir el caro compromiso adquirido con un seudo candidato de oposición.
Un gobernante encuentra siempre argumentos para disculparse del incumplimiento de sus juramentos. El poder del que gobierna no es en realidad más que la fuerza de los que se dejan gobernar.
También hay transacciones futuristas de Herrera Beltrán con líderes priistas que resultan demasiado costosas, como el relevo del secretario de Educación, el reconocido académico, doctor Víctor Arredondo, por el recomendado de Emilio Gamboa Patrón, su compañero, el ex diputado federal Adolfo Mota.
El hombre no es una creación de las circunstancias. Son estas las creaciones del hombre.
Para estas desatinadas permutas políticas no cuentan los grados educativos, ni las maestrías, diplomados y doctorados. Ni tampoco los reconocimientos culturales. Lo importante para llegar a una secretaría de Estado es simplemente el padrino.
¿O qué hay de otra forma?

Charleston se salva

En numerosas ocasiones se repite aquel dicho que pagan justos por pecadores. En el caso del autoritario nombramiento de los magistrados, el licenciado Fernando Charleston Salinas, posee diferentes características tanto académicas como de experiencia que lo desliga de aquellos que no merecían haber sido designados.
La certeza que tiene el escritor francés cuando afirma “La oscuridad nos envuelve a todos, pero mientras el sabio tropieza con alguna pared, el ignorante permanece tranquilo en el centro de la estancia”. No hay ignorancia, sólo oscuridad.
Es justo reconocer que no todos son iguales, de allí la discrepancia en el nombramiento del licenciado Charleston Salinas. Cada hombre es diverso, distinto de los demás, único, absolutamente personal. Si bien todos los hombres nacen iguales, pero es la última vez que lo son.