Por Raymundo Jiménez
Columna: Al pie de la letra
La suerte de Fidel
2010-03-29 | 23:22:07
Como político y gobernante, Fidel Herrera Beltrán jamás se ha caracterizado por ser un timorato o acomplejado que suela echarse para atrás.
Al contrario, siempre ha empujado hacia adelante y ha logrado salir airoso aún de las circunstancias más adversas.
Además de su inteligencia innata, disciplina y tesón, él se considera un hombre con suerte. Tan afortunado que hasta acostumbra presumir que ya se ha sacado un par de veces la lotería.
En 1997 muchos creían que no ganaría la elección de diputado federal, pues sus enemigos al interior del PRI maniobraron para que fuera postulado por el distrito de Boca del Río, suponiendo que el cuenqueño no superaría tan difícil prueba electoral en ese bastión que entonces dominaba el Partido Acción Nacional.
Sin embargo, Herrera ganó su cuarta diputación en ese reducto panista.
Después, en el año 2000, pasó lo mismo con la senaduría. Se alzó con el triunfo en Veracruz pese a que el PRI perdió por primera vez la Presidencia de la República.
Y en 2004 sudó primero la gota gorda para ganar la candidatura priista al gobierno del Estado; luego para imponerse en la elección constitucional, y después para confirmar su triunfo ante los Tribunales Electorales, tanto del estado como del Poder Judicial de la Federación.
Por esta circunstancia tampoco su inicio de gobierno fue fácil, ya que además la oposición –PAN y PRD– tenía mayoría en el Congreso local. Pero gracias a su oficio político y capacidad de conciliación logró operar un Acuerdo de Gobernabilidad con todos los representantes de los partidos y de los principales sectores de la sociedad veracruzana, mediante el cual obtuvo un margen de maniobra para evitar la parálisis de su gobierno.
Ahora, a casi ocho meses de que concluya su sexenio, Herrera Beltrán sortea la más dura de las pruebas que haya enfrentado en toda su trayectoria política, aunque en esta ocasión él no sea candidato.
Y es que a diferencia de lo que ocurre en los otros nueve estados donde este año habrá elecciones de gobernador, en el caso de Veracruz existe un marcado interés personal del presidente Felipe Calderón por arrebatarle el poder al PRI y por ende a Herrera Beltrán, pues el candidato priista a la gubernatura, Javier Duarte de Ochoa, es el discípulo más destacado y allegado al mandatario veracruzano.
La gran interrogante es si el gobernador Herrera logrará resistir las presiones políticas y financieras que del gobierno federal han enderezado en contra de su administración estatal y, por consiguiente, de Veracruz.
Ayer, por ejemplo, él y su secretario de Finanzas y Planeación, Salvador Sánchez Estrada, tuvieron que salir a anunciar que la última colocación de certificados bursátiles que tenían programada realizar en este sexenio para financiar obras de infraestructura en varias regiones del Estado se posponía hasta después del próximo 4 de julio para evitar precisamente “la guerra de lodo” y cualquier suspicacia de la oposición de que esos recursos pudieran desviarse para el proceso electoral.
Lo cierto es que después de julio va a ser muy difícil que esta bursatilización la logren llevar a cabo, tanto por el proceso de entrega-recepción que habrá iniciado como por las circunstancias políticas que pudiera detonar un posible conflicto post-electoral en caso de que el candidato del presidente Calderón pierda los comicios.
En los setenta años del priato, jamás un gobernador venció a un Presidente de la República.
Pero ahora son tiempos y circunstancias muy diferentes. Por ejemplo, en 2005, el presidente Vicente Fox quiso descarrilar al gobernante capitalino Andrés Manuel López Obrador, del PRD, quien se perfilaba como el más fuerte presidenciable de la oposición. Sin embargo no pudo evitar que el perredista tabasqueño fuera candidato al año siguiente. Lo que sí logró impedir fue que ganara la Presidencia, para lo cual el PAN contó con el apoyo de varios gobernadores y legisladores priistas que al final terminaron por legitimar y dejar que el 1º de diciembre de 2006 Calderón se colocara la banda presidencial.
Herrera Beltrán no es un político bisoño, cándido ni incauto. Conoce el tamaño y el calibre de sus enemigos, por lo que se deduce que debió prepararse para esta lucha desigual desde el momento en que decidió operar su sucesión.
Y si desde un principio optó por hacer candidato del PRI a la gubernatura a Duarte de Ochoa, entonces el experimentado mandatario veracruzano debió calcular el tamaño de su propia fuerza para enfrentar a adversarios de la estatura del presidente Calderón y del ex director del ISSSTE, Miguel Ángel Yunes Linares, su más enconado enemigo.
¿Herrera Beltrán estará solo en esta encarnizada lucha contra Calderón y Yunes?
Es de suponer que no, que el gobernador debe tener alianzas con otros grupos de poder que rebasan las fronteras de Veracruz y muy posiblemente también de México.
Por algo el gobernador de Veracruz ha sido encartado entre los presidenciables del PRI para la sucesión de 2012; todavía muy abajo –en las encuestas– de Enrique Peña Nieto, aunque ya figura en segundo lugar pero sin la costosísima promoción mediática que desde hace tres años mantiene el mandatario mexiquense.
El 4 de julio, pues, Herrera Beltrán deberá demostrar a tirios y troyanos –tanto a sus enemigos del PAN como a sus adversarios al interior del propio PRI– que tiene con qué para aspirar también a la Presidencia de la República.
De lo contrario, no sólo sería truncada su trayectoria electoral invicta sino que además quedaría inerme ante sus peores enemigos y vería destrozado su proyecto transexenal de la Fidelidad en Veracruz que lo catapultaría a la candidatura presidencial priista.
¿Volverá a contar Fidel con la misma suerte?

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