Por Raymundo Jiménez
Columna: Al pie de la letra
2010-03-25 | 23:37:02
* OXIGENAN A YUNES

La única manera de que la desfondada candidatura de Miguel Ángel Yunes Linares pudiera crecer es que el PAN logre cooptar los desprendimientos de grupos internos del PRI lastimados por su exclusión en el reparto de las candidaturas a diputados locales y alcaldes.
En Coatzacoalcos, por ejemplo, ya se dio este jueves 25 el primer rompimiento priista con la renuncia del diputado local Gonzalo Guízar Valladares, quien ya se había disciplinado en dos ocasiones anteriores para dejarles libres el paso a la alcaldía porteña a otros ex correligionarios: en 2004 a Iván Hillman y en 2007 a Marcelo Montiel, mismo que ha gobernado dos veces al antiguo Puerto México y ahora ha logrado imponer a Marcos Theurel Cotero, su ex director municipal de Obras Públicas, quien hasta el pasado miércoles 24 despachó en Xalapa como secretario de Comunicaciones del estado, cargo en el que fue señalado de haberse enriquecido presuntamente a través de múltiples compañías constructoras con prestanombres; de no haber podido comprobar más de 200 millones de pesos de fondos federales; de haber construido puentes de dudosa calidad y de haber dejado otros inconclusos, como el de Plaza Crystal, sobre la súper transitada avenida Lázaro Cárdenas de la capital veracruzana, que lleva dos años sin que lo puedan terminar.
En ese municipio sureño, el gobernador Fidel Herrera y el aspirante priista a sucederlo, Javier Duarte de Ochoa, decidieron de última hora sacrificar a Guízar Valladares y apostarle a Theurel y al alcalde Montiel, cuyo capital político es aparentemente mayor al que representaba el diputado local con licencia, el cual fue evidenciado precisamente por el munícipe priista en el proceso electoral de julio de 2009, cuando Gonzalo perdió como coordinador de la campaña del ex alcalde Hillman Chapoy la elección de diputado federal en Coatzacoalcos, municipio que determinó la votación en todo ese distrito.
A Guízar, pues, Herrera y Duarte de Ochoa no le dejaron otra opción, pues con el fortalecimiento del cacicazgo de Montiel –un carismático contador público nativo de la ranchería de Naranjos, municipio de Puente Nacional, el cual llegó a Coatzacoalcos como director del DIF municipal en la administración de Carlos Brito Gómez, quien en 1989 asumió la alcaldía por designación directa del gobernador sustituto Dante Delgado y del Congreso local tras el misterioso “suicidio” de don Juan Osorio López–, el diputado local con licencia jamás iba a tener oportunidad de llegar por el PRI a la alcaldía porteña dada la alianza pactada entre Marcelo y los más altos jefes del priismo veracruzano que buscan darle continuidad al gobierno de la Fidelidad hasta el año 2016.
Hasta antes de la definición de los precandidatos municipales, Duarte de Ochoa parecía ir en caballo de hacienda a la gubernatura. Su anunciado triunfo se pronosticaba lo suficientemente holgado por el contraste de sus eventos tan concurridos y la desbandada panista. Sin embargo, el caso de Coatzacoalcos es un primer aviso de la complicación que podría venírsele encima al ex titular de la Sefiplan si no respeta sus acuerdos pactados y si los operadores políticos tanto de Palacio de Gobierno como del CDE del PRI –que sexenio tras sexenio, desde que Yunes Linares aún era funcionario priista, siempre han trabajado coordinadamente en cada proceso electoral– no logran actuar con mayor energía y eficacia para conciliar los intereses individuales o de grupo y subordinarlos a los del partido tricolor y su proyecto transexenal.
En Coatzacoalcos, el gobernador Herrera y Duarte mostraron debilidad al no lograr someter al alcalde Montiel, quien siempre se opuso abiertamente a la candidatura de Guízar para esa presidencia municipal, no obstante que éste fue disciplinado en 2007 por el mandatario veracruzano para que dejara pasar por segunda ocasión a Marcelo y él se fuera al Congreso local, desde donde empezó a trabajar para la siguiente sucesión municipal. Sin embargo, ya reelecto, Montiel comenzó a perfilar a Joaquín Caballero Rosiñol, al cual designó en enero de 2008 en la Secretaría de Obras Públicas del ayuntamiento; y a principios de este año, ante la presión del legislador, le dio por promover como “candidato de unidad” al dirigente priista y líder petrolero Ramón Hernández Toledo, propuesta que habría sido rechazada por el alto mando tricolor debido a que al sindicato de Pemex ya le tenían reservada la candidatura municipal de Minatitlán para el diputado local Leopoldo Torres García.
Como en Coatzacoalcos, en muchos otros municipios Herrera y Duarte se han expuesto al cobro de facturas de grupos de priistas resentidos que estarían por aliarse con el PAN y por ende con Yunes Linares, quien encarna al verdadero enemigo del gobierno y proyecto transexenal de la Fidelidad.
La pregunta que obviamente se hacen los seguidores del diputado Guízar, ahora del lado del PAN, es por qué en Coatzacoalcos el gobernador y su candidato no operaron igual que en Álamo-Temapache, donde un grupo de auditores obligó a la alcaldesa Blanca Batalla a separarse de manera definitiva de la presidencia municipal luego de que por su pésima administración el PRI perdió la diputación federal del distrito de Tuxpan en julio de 2009; o como más recientemente lo hicieron en Pánuco, donde el munícipe Ricardo García Guzmán fue “apretado” también desde el Congreso local por oponerse a la candidatura de la directora del DIF estatal, Zita Pazzi Maza, quien finalmente este miércoles 24 renunció a su cargo para contender por ese ayuntamiento.
En Coatzacoalcos, pues, de poco le valió al PRI la desbandada de panistas en protesta por la imposición de Yunes Linares, pues este jueves 25 el virtual candidato del PAN a la gubernatura reapareció sonriente y muy motivado por la fuerza política que le abonará el grupo disidente de Guízar Valladares, quien hace un par de semanas movilizó por las calles porteñas una marcha de 12 mil simpatizantes, a los cuales habría que sumar, obviamente, a los ciudadanos inconformes con los malos manejos de la administración municipal de Montiel, así como a otros grupos de poder que se sienten desplazados y que evidentemente buscarán derrumbar su incipiente cacicazgo.
Para los adversarios de Marcelo es ahora o nunca. De lo contrario, el montielismo seguirá latiendo con más fuerza.
A Guízar y Yunes Linares les ha unido el mismo fin: a uno derrocar municipalmente al grupo político de Montiel y al otro truncar el proyecto transexenal de la Fidelidad.
¿Cuántos priistas más se les unirán en toda la entidad? Eso aún está por verse.

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