El 7 de noviembre de este año escribimos en esta columna: “Y si Yunes amenaza con que hará revelaciones que cimbrarán a todo México, veremos sólo el parto de los montes”. Dicha afirmación la hicimos en el contexto de la reedición del Pacto por México en Veracruz, a propósito del mayoriteo que ejercieron el PAN, el PRD y el PRI, para pasar por encima de MORENA, quien a pesar de haber obtenido un segundo lugar en la integración del Congreso veracruzano fue excluido de los principales órganos de decisión del mismo. Ahora que Yunes Linares asumió como gobernador de nuestro estado, lo único que vimos fue, como en la fábula de Esopo, un minúsculo ratón: la revelación de que hizo de Ministerio Público exoficio y recuperó una pequeña parte del gran desfalco que hizo Duarte de las arcas públicas. La amenaza de que haría revelaciones que cimbrarían a México la hizo como un gran chantaje ante el retraso con el que se estaba dictaminando el proceso electoral para la gubernatura de Veracruz y la reciente solicitud de licencia que había presentado Duarte. Yunes leyó ambas situaciones como un peligro de que se estuviera perfilando un fallo en su contra en tribunales, lo que confería a la licencia de Duarte una suerte de banderazo para operar un interinato más allá del 1 de diciembre. Y el chantaje surtió efecto. A los pocos días de hacer estas declaraciones, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación resolvió a su favor las impugnaciones de las elecciones, lo que lo convirtió en gobernador electo. Conocedor de los entretelones del sistema político mexicano, su as bajo la manga fueron los contubernios del
gobierno de Duarte para hacer triunfar a Peña Nieto en las controvertidas elecciones presidenciales de 2012. Pero el sistema respondió dejando abiertos los expedientes por enriquecimiento ilícito que dejó Duarte y los propios que tiene la PGR sobre las empresas familiares que hicieron tratos engañosos cuando el ahora gobernador era director del ISSSTE. De tal manera que se mantienen los equilibrios de poder y de encubrimiento mutuos. Yunes es gobernador gracias a la información que tiene en su poder de recursos ilícitos abonados a la campaña de Peña Nieto y tal vez otras del priísmo. Y Peña Nieto y su equipo poseen los entresijos de los negocios de la familia Yunes Linares, que garantizan que no revelará lo que sabe el gobernador. Además, por este medio controlarán los movimientos del gobernante local y lo mantendrán a raya en sus exigencias ante la Federación, por ejemplo, con relación a los fondos de rescate que necesita Veracruz para salir adelante y de los cuales hay hasta ahora una negativa absoluta. Lo que sí puede constituir un coto privado de poder del yunismo es el orden interno de Veracruz, la negociación con los empresarios, con la Universidad, con el magisterio y demás sectores. En cuanto a las próximas elecciones locales, veremos la operación tanto del gobierno federal a favor del PRI como del estatal a favor de la alianza PAN-PRD. Para estos temas es que el nuevo gobernador se ha rodeado de un gabinete que, por un lado, administrará la crisis económica, financiera y social que vive el estado y, por el otro, contendrá todo brote de independencia, inconformidad y movilización ciudadana.
Ya se hizo una advertencia sobre los bloqueos carreteros. Destacado como mensaje del gobernador al tomar posesión, no es un buen indicio de lo que ocurrirá al enfrentar otras formas pacíficas de protesta. La garantía de que tal gabinete cumpla su cometido se encuentra en las prendas que cada uno tiene con la familia Yunes y su nivel de complicidad con el estado en ruinas en que se encuentra nuestra entidad. Vayan algunos botones de muestra. Un secretario de Gobierno que como diputado local aprobó todas las cuentas públicas habidas y por haber y como dirigente estatal del PRD tuvo acuerdos de todo tipo con los gobernadores priistas. Un secretario de Seguridad Pública con méritos de poca monta en la Dirección de Tránsito Municipal de Boca del Río, pero allegado a la familia. Un secretario de Educación con un curriculum básico como policía, ya que fue director de Prevención y Readaptación Social de la Secretaría de Gobernación, cuando Yunes Linares fue subsecretario. El encargado de la Oficina del Gobernador, vinculado por su relación con “Pancho” Colorado, el empresario tuxpeño sentenciado en los Estados Unidos por lavado de dinero. Y además, un fiscal general que será ratificado por la mayoría panista, priista, perredista, de lealtad probada al nuevo gobernador. Lo dicho, el Pacto por México en Veracruz va. Lo veremos en las próximas decisiones de la LXIV Legislatura, donde la única oposición a la vista es MORENA. Los lectores tienen la palabra. marco.a.medinaperez@ gmail.com