Por Catón
Columna: De políticas y cosas peores
Fiesta favorece a AMLO
2016-03-16 | 10:21:01
El niño estaba jugando con su estuche de química. Tomó una lombriz del jardín y la roció con un líquido que había obtenido de la mezcla de otros. Al instante la lombricita se puso dura y rígida. El abuelo del pequeño vio aquello y le dijo: “Si tienes la fórmula de ese líquido yo tengo una idea para su uso que nos hará ricos a los dos”... Don Madano, hombre robusto, subió a una báscula para pesarse. Le salió un papelito que decía: “Por favor, una sola persona a la vez”... Afrodisio relató su último romance: “Nuestro amor fue rápido y furioso. Yo fui rápido, y ella se puso furiosa”... Empédocles Etílez declaró: “No cabe duda: la edad mejora al vino. Mientras más viejo soy me sabe mejor”... Don Chinguetas comentó acerca de su esposa, doña Macalota: “Cuando nos casamos me daba amor de casa: lo hacíamos en la sala, en la cocina, en toda la casa. Pasó el tiempo y empezó a darme amor de alcoba: lo hacíamos solamente en la recámara. Ahora me da amor de alberca: nada, nada, nada”... La fiesta de cumpleaños de Diego Fernández de Cevallos sirvió para fortalecer la imagen de López Obrador. En ese bombástico festejo estuvo presente la casta que al paso de los años ha conducido al país al estado de agobio en que lo vemos hoy. AMLO no asistió a ese cónclave en que brillaron por igual el cumpleañero y su acérrimo adversario de ayer, Carlos Salinas de Gortari. La clase política que señorea a México, y lo exprime, simula a la luz pública pugnas que en verdad no existen, y en lo privado quienes forman esa sociedad se reúnen en camaradería alegre. No son representantes de ideologías diferentes, o de posturas distintas frente a los problemas nacionales. Son cuates que se juntan ya sea para hacer el reparto del pastel o para celebrarse los unos a los otros. En las cámaras, ante las cámaras, se gritan y se insultan. Terminada la comedia van del bracete a comer en el restorán de moda. La gente común no mira a AMLO como integrante de esa camarilla. El repudio de la sociedad a los políticos y los partidos favorece a López Obrador, aunque él también sea un político, y aunque sea igualmente propietario de un partido que, como los demás, se mantiene con dinero de los contribuyentes. Los ciudadanos ven en el tabasqueño a alguien distinto, alejado de esa casta que confraternizó en la alegre y amistosa reunión del Jefe Diego. Todo se combina para dar impulso a la incesante y permanente campaña del Peje. Las fichas se le van acomodando cada día más. Si eso es para bien o para mal, no sé. Pero así es. Un conejito de laboratorio logró escapar de la jaula donde lo tenían encerrado los científicos que estudiaban los efectos de la mariguana. Saltando saltando llegó a un ameno prado en el cual triscaban otros conejos. Les preguntó: “¿Qué hacen aquí?”. Le dijo uno: “Comemos la fresca hierba cuajada de rocío. Pruébala”. El conejito la encontró sabrosa. “Y esto no es nada -le dijo otro conejo-. En ese otro prado hay unas zanahorias deliciosas que de seguro te gustarán también”. Fue el conejito con sus nuevos amigos y comió de aquellas zanahorias. Declaró:
“¡Están riquísimas!”. “Y esto no es nada -manifestó un tercero-. Vamos a aquel prado. Ahí están las conejitas. De seguro van a gustarte más que la hierba y las zanahorias”. En efecto, el invitado disfrutó cumplidamente el trato con las lindas hembritas. Terminado el agasajo el visitante les dijo a sus anfitriones: “Muchas gracias, amigos, por su hospitalidad. Me gustaría quedarme con ustedes, pero debo regresar al laboratorio”. “¿Al laboratorio? -exclamó con asombro uno de los conejos-. ¿Cómo es posible que quieras volver a ese lugar donde te tienen encerrado en una jaula? ¿Acaso no te gustó la libertad?”. Respondió el conejito: “La gocé plenamente”. “¿No te gustó la hierba que comiste?”. “Es muy sabrosa”. “¿No te gustaron las zanahorias que probaste?”. “Son riquísimas”. “¿No te gustaron las conejitas?”. “Eso es lo mejor”. “Entonces -preguntó el otro- ¿por qué quieres volver al laboratorio de la mariguana?”. Explicó el conejito: “Porque me estoy muriendo por un toque”. FIN.

MIRADOR ›armando fuentes aguirre
Recuerdo aquel día, Terry. Íbamos los dos -yo, tu joven señor, tú, mi joven perro- por la vereda que sube a la montaña. Los pájaros azules, inquietos y curiosos, nos miraban pasar y protestaban con gritos estridentes por nuestra presencia en su solitario bosque. Cuando llegamos a la cima me senté a descansar al pie de un árbol, y me quedé dormido. Sentí de pronto que alguien me movía para despertarme. Eras tú, Terry, que sin palabras, con el leve roce de tus patas delanteras, me avisabas que el sol se estaba poniendo ya, y que era hora de emprender el descenso antes de que la oscuridad llegara. Cuando entramos en la casa era de noche ya. Si no me hubieras despertado habríamos tenido que quedarnos allá arriba, sin agua, sin comida, sin nada con qué protegernos del frío de la montaña. Siempre fuiste mejor que yo, amado perro mío. Todos los perros son mejores que sus amos. Cuando me duerma otra vez, Terry, despiértame antes de que la noche caiga sobre mí. Juntos regresaremos a la casa. ¡Hasta mañana!...
MANGANITAS ›por afa
“La chica rechazó las insinuaciones de su novio. Le dijo: ‘Soy virgen’”. “Hagamos los dos un pacto -el sujeto sugirió-. Desde ahora prometo yo rezarte durante el acto”.

Nosotros | Publicidad | Suscripciones | Contacto

 

 

Reservados todos los derechos 2018

Nosotros | Publicidad | Suscripciones | Contacto

 

 

Reservados todos los derechos 2018