Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Cuentos crueles
2016-02-28 | 11:05:52
En la noche de bodas la recién casada contempló por primera vez a su marido al natural, quiero decir nudo, corito, sin ninguna ropa. Le dijo: “Veo que tu parte varonil es estilo Peter Pan”. “¿Por qué?” -preguntó el galán, intrigado. Respondió ella: “Nunca creció”.

En esta columneja han aparecido cuentos crueles, y han visto la luz también cuentos absurdos. Pero el que sigue es al mismo tiempo absurdo y cruel.

Hubo un terrible accidente en el cual perdieron la vida muchos de los pasajeros que iban en un autobús, algunos de los cuales quedaron mutilados. La cabeza de uno de ellos fue recogida y llevada a la morgue. Alguien recordó haber visto alguna vez al fallecido en compañía de Babalucas, de modo que se le llamó para que identificara al muerto. El forense levantó en alto la cabeza y le preguntó al compareciente: “¿Es éste su amigo Feneciano?”. Vio muy bien la cabeza Babalucas y luego dijo: “Se le parece bastante, pero él era más bajito”.

Doña Panoplia de Altopedo, señora de buena sociedad, se indignó al ver a un infeliz perrillo que corría calle abajo aullando de terror, pues alguien le había atado unas cazuelas en la cola. “¡Qué abuso! -profirió hecha una furia-. ¡Una acción así es incalificable! ¡Pondré este bochornoso caso en conocimiento de la policía!”. Le preguntó alguien: “¿Es usted amante de los perros? ¿Pertenece a la Sociedad Protectora de los Animales?”. “No -replicó la empingorotada dama-. Pero las cazuelas son mías”.

Doña Macalota, esposa de don Chinguetas, le reclamó: “En lo único que piensas es en el golf. Estoy segura de que ni siquiera recuerdas la fecha en que nos casamos”. “¡Claro que la recuerdo! -protestó Chinguetas-. ¡La tarde de ese día hice un putt de 35 yardas!”.

Un limpiador de ventanas cayó de lo alto de un segundo piso. En torno de él se congregaron los transeúntes. Uno dijo: “Denle agua”. “¡Agua, agua! -repitió con enojo el caído-. ¿De qué piso tengo que caerme para que me den un trago de tequila, whisky o ron?”.

Con lamentoso acento la señora le contó a su vecina: “Pesqué a mi marido haciendo el amor”. Replicó la otra: “Yo también pesqué al mío en la misma forma. De otro modo no se habría casado conmigo”.

Don Algón compró un frasquito de perfume en la tienda de departamentos. La empleada le preguntó: “¿Una sorpresa para su esposa en su cumpleaños?”. “Seguramente será una sorpresa -replicó el ejecutivo-. Ella está esperando un automóvil”. El airado marido le dijo al individuo: “Sé que está usted durmiendo con mi esposa”. Respondió el otro: “Le juro que ni siquiera pestañeamos”.

Lord Highrump, flemático caballero inglés, viajaba en tren. A su lado iba un molesto turista americano que le dijo: “Ustedes los británicos han vivido siempre aislados. En cambio quienes nacimos en Estados Unidos somos ciudadanos del mundo. Mire usted: por mis venas corre sangre italiana, irlandesa, portuguesa, rusa y escandinava”. Preguntó, lacónico, lord Highrump: “¿Viajaba mucho su señora madre?”.

Lo único peor que hay aparte de ser viejo y pobre es ser joven y pobre. Kid Grogo, que había visto pasar sus mejores tiempos como boxeador, se desplomó en el banquillo de su esquina y le preguntó a su mánager: “¿En qué round va la pelea?”. Le contestó el manejador: “Cuando suene la campana empezará el primero”.

El doctor Ken Hosanna se asombró al ver las heridas y laceraciones que mostraba su joven paciente. El muchacho traía el tafanario, o sea la región glútea, las cachas, ancas, antifonario o traspuntín, cubierto de moretones y magulladuras. Preguntole: “¿Qué te sucedió?”. Explicó el desdichado: “Le estaba haciendo el amor a mi novia cuando de súbito se desprendió el candil del techo y me cayó en las nachas”.

El doctor Hosanna se puso una mano en el mentón para significar que el caso era difícil y poder elevar así el monto de sus honorarios. Luego le dijo a su paciente: “Los golpes que en los glúteos recibiste son de consideración. Calculo que no podrás sentarte en dos semanas”. Replicó el muchacho: “La cosa pudo haber estado peor. Un segundo antes y el candil me habría roto el cráneo”. (No le entendí). FIN.


MIRADOR

Armando Fuentes Aguirre

Historias de la creación del mundo.

Dios hizo la primavera para los poetas, el verano para los turistas, el otoño para los pintores y el invierno para los médicos y los dueños de empresas funerarias.

En estos días Eva andaba triste.

Adán pensó que las neblinas invernales le abatían el ánimo. Aun así le preguntó la causa de su melancolía.

Respondió la mujer:

-Estoy ansiando que llegue la primavera.

-¿Por qué? -quiso saber Adán:

Respondió ella:

-Porque entonces los árboles se llenarán de hojas. Ahora que el otoño y el invierno han desnudado sus ramas no tengo nada que ponerme.

¡Hasta mañana!...




MANGANITAS

Por AFA


“ Le preguntaron a un papá cuánto le había costado la boda de su hija”.

El señor calculó el daño

y en seguida contestó:

“Me cuesta, calculo yo,

120 mil al año”.

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