Por Francisco J. Ávila Camberos
Columna: Renovando la esperanza
Renovando la esperanza
2015-06-06 | 08:19:34
Cada vez que hay elecciones renace en muchos ciudadanos la esperanza de que ahora sí ganen la contienda los candidatos que tengan mayor preparación, los que quieran lo mejor para el país y no tengan cola que les pisen. Los que van a servir y no a servirse y los que en cargos anteriores hayan mostrado independencia de criterio, espíritu de servicio y hayan cumplido todo lo que ofrecieron; los que no dejaron tirado el puesto a medio camino por saltar a otro cargo. Deseamos que ganen la elección, aquéllos que conocen los grandes retos que enfrenta México, para atenderlos a tiempo y sobre todo, que escuchen el clamor de la población que se encuentra desesperada por la falta de empleo, el bajo crecimiento de la economía, la enorme corrupción que padecemos y la inseguridad en que vivimos; para que promuevan iniciativas que ayuden a nuestra patria a crecer en paz, con orden y con justicia; buscando siempre el bien común, para sacar a México del atolladero en que se encuentra. Somos muchos los mexicanos que deseamos que ganen quienes, llegando al cargo, tengan el valor de pedirles cuentas a los que manejan el erario público con total opacidad, como si dispusieran de su propio dinero. Somos muchos los que deseamos que ganen quienes exijan rendición de cuentas a todos aquéllos políticos, que independientemente del partido a que pertenezcan, hayan amasado en breve tiempo enormes fortunas a través del saqueo del erario público, con cifras tan escandalosas que ni en 100 años de trabajo honrado hubieran podido acumular. Dudo mucho que si llegaran a ganar quienes ahora se han disfrazado de colores distintos a los que siempre han tenido, se atrevan a pedirles cuentas a quienes nos han endeudado por varias generaciones; porque al fin de cuentas, vienen siendo del mismo equipo. Ahora bien, si tantos somos los que deseamos un cambio, ¿porque a la fecha no se ha logrado esto?. Porque mucha gente, por su bajísimo nivel cultural y su escasa autoestima, termina vendiendo su voto o cambiándolo por chucherías. Otros más, pobres despistados, sufren el síndrome
de Estocolmo y acaban votando por sus opresores. Basta ver como cada vez que algún político saqueador se aparece en público, hay personas que casi se hincan cuando lo ven y hasta quieren besar el suelo por donde pasó. Con esa actitud francamente servil e irresponsable, terminan admirando a quien les robó. Con esa clase de ciudadanos, todo el esfuerzo hecho por generaciones de mexicanos que lucharon para que tuviéramos un sistema democrático, se tira a la basura. Si bien otros ciudadanos no venden su voto, por tercermundismo cultural acaban dándoselo a quien mejor baila la chunchaca o a quien mejor look tiene, olvidando que no están en un concurso de baile, ni en un certamen de belleza; sino en un proceso electoral importantísimo, crucial para México, cuyo resultado marcará la línea que seguirá el país en los próximos años, y por lo tanto, están decidiendo de manera irresponsable el futuro de ellos, de sus hijos y de sus nietos. De que le sirve a alguien que le den mil pesos por su voto, o una despensa que lo alimentará 2 o 3 días, si durante los próximos 3 años no encontrará empleo y pasará dificultades para comer tres veces al día. Quienes en el pasado vendieron su voto o lo canjearon por chucherías, siguen viviendo en colonias miserables sin agua potable, sin drenaje, sin pavimento y lo que es peor sin esperanza. Ojalá y estas personas abran bien los ojos para que no los vuelvan a engañar, si es que quieren realmente mejorar. Por eso, mañana Domingo, todos los ciudadanos que queremos a México debemos ir a las urnas, razonando el voto y dándoselo con total libertad y sin presión alguna, a quien nos parezca mejor o de perdido menos malo, para que no terminen gobernándonos los peores. El votar es un derecho y una obligación. Cumplamos con nuestras obligaciones para ganarnos el derecho de tener una mejor nación. Recordemos que no podemos tener un país diferente con ciudadanos indiferentes.
Hasta el próximo sábado.

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