Por Francisco J. Ávila Camberos
Columna: Transporte público y caos vial
Transporte público y caos vial
2015-03-28 | 08:07:31
La semana pasada comentamos acerca de la ineficiencia tan grande que padecemos en materia de transporte urbano, haciendo especial énfasis en los destartalados autobuses que dan este servicio. Decíamos que salvo excepciones, los autobuses urbanos funcionan de manera caótica y descoordinada, lo que genera duplicidad en rutas, accidentes, demoras, contaminación y pérdidas cuantiosas para todos, incluyendo sus propietarios. También comentamos que por el desorden existente, muchos ciudadanos optan por comprar un automóvil o una motocicleta para llegar a tiempo al trabajo o a la escuela. El incremento en el parque vehicular satura calles y carreteras, eleva los índices de contaminación, desperdicia diariamente millones de litros de combustible, complica la circulación, provoca embotellamientos, estrés, retrasos y cada vez más accidentes viales. Contribuye a agravar la situación el que las calles se usen como estacionamiento, lo que estrangula el tráfico de vehículos. Hay escuelas, oficinas, cafeterías y comercios que no tienen un solo cajón para estacionar las unidades de sus clientes.
La falta de sincronización de semáforos y sus frecuentes descomposturas, contribuyen a generar demoras y enormes filas de automóviles que circulan a vuelta de rueda y llegan a medir kilómetros. Quien lo dude, que trate de ir de Veracruz a la ciudad industrial o viceversa en horas pico. Lo mismo sucede si trata uno de atravesar Xalapa o Cardel. Tan fácil que podría resolverse esto si mejorara el transporte urbano y entonces, por seguridad, economía, limpieza, confort y puntualidad los ciudadanos prefiriéramos utilizarlo para no ocupar nuestro automóvil. Contribuye también a generar caos vehicular la gran cantidad de taxis que circulan vacíos. El dar placas sin ton ni son agravó el problema porque saturó el servicio. Este tipo de transporte público está mal planteado y mal manejado desde su origen, lo que hace que los conductores tengan que trabajar 12 horas diarias, sin prestaciones y sin seguridad social. Y es que en muchos casos un mismo taxi debe sostener a tres familias. La del chofer, la del dueño del taxi y la de quien alquila las placas. Pagarle a quien renta placas me parece aberrante y más
cuando estas se obtuvieron como pago de favores políticos. Con esto, quien las regaló, obliga a la ciudadanía a mantener a quien no aporta nada y recibe un dinero sin trabajar y sin pagar impuestos. Mientras que el chofer del taxi aporta su trabajo y el dueño de la unidad proporciona el vehículo, el dueño de las placas obtenidas como pago de favores políticos no aporta nada y sin embargo, gana. Por la crisis económica que enfrentamos, los aumentos a la gasolina y sobre todo por la falta de autoridad, muchos taxistas incrementan las tarifas para sacar los gastos. Lo caro del servicio, hace que no cualquier persona pueda pagarlo. Por esa razón, los taxis circulan buena parte del día vacíos buscando pasajeros. Esto provoca pérdidas para todos, contaminación y más embotellamientos. Hay en mi opinión un remedio que solucionaría el problema. Cancelarles las placas a quienes las alquilan. Con esta sola medida el taxi ahora sostendría solamente a dos familias y no a tres. Recibirían más recursos el chofer y el dueño del taxi.
Otra solución adicional es poner taxímetros para que el pasajero pague en función de la distancia y el tiempo de recorrido. Con esta sola medida el precio del servicio bajaría para tramos cortos y más personas abordarían el taxi. Los tiempos perdidos donde éste se la pasa dando vueltas y vueltas, buscando pasajeros disminuirían y la ocupación del taxi aumentaría. Volvería a ser este un negocio rentable. Nuestro problema son los usos y costumbres. Muchos no quieren que las cosas cambien, aunque sea para bien. Prefieren lo conocido, aunque no sea negocio. En cualquier ciudad importante del mundo, todos los automóviles de alquiler tienen taxímetro y sí son negocio. Hay incluso ciudades europeas donde los taxis son Mercedes Benz, BMW y hasta Audi. En cambio aquí nos aferramos a seguir en el tercer mundo donde si bien hay taxis de modelo reciente, también hay muchos que francamente dan pena. Controlar y ajustar tarifas mediante el uso de taxímetros puede
ser beneficioso para todos, incluyendo choferes y dueños de coches de alquiler. Les comparto una reflexión: Una cadena de tiendas bastante conocida cambió el esquema tradicional de este negocio y rompió paradigmas. Uniformó a sus empleados, les dio prestaciones laborales, seguro social y los capacitó. Además, modernizó, climatizó sus tiendas y las dotó de estacionamiento. Al principio sus precios eran altos. Con una enorme visión los bajó y a pesar de esto sus utilidades subieron, porque acabó vendiendo más. Ganó en volumen. Ajustar las tarifas de los taxis, no significa que pierdan quienes tienen o manejan uno, sino que al aumentar el volumen de pasajeros, tengan mayores ingresos para que el servicio mejore y más ciudadanos utilicemos el transporte público, en beneficio del medio ambiente. Podremos lograrlo?. O por falta de visión seguiremos llegando tarde a la historia?. Recordemos que los usos y costumbres son válidos solamente mientras sirven. Hay que cambiarlos cuando se vuelven obsoletos. ¿No les parece a Ustedes? Muchas gracias y hasta el próximo sábado.

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