Resulta indignante para cualquier mexicano que paga impuestos, el enorme saqueo de las arcas públicas que hacen algunos políticos de todos los partidos. Esta nociva práctica les ha permitido a muchos acumular ilegalmente en poco tiempo enormes fortunas, que nunca hubiesen conseguido en décadas de trabajo honrado. Y es que mientras el ciudadano común hace un gran sacrificio para cumplir con sus obligaciones fiscales, los malos políticos se roban descaradamente buena parte del dinero recaudado mediante diversos métodos que van desde hacer obra pública a precios inflados, hasta comprar bienes y servicios con enormes sobrecostos por los diezmos exigidos. Algunos vivales, en el colmo de su desfachatez, acaban cobrando a través de terceros obras que jamás se hicieron, e inexplicablemente las reportan como terminadas. Curiosamente estos ilícitos han sido descubiertos gracias a las investigaciones hechas por los medios de comunicación, no por una investigación realizada por las autoridades encargadas de procurar justicia, ni tampoco por las carísimas e inútiles contralorías y órganos de fiscalización,que tan poca credibilidad tienen, ya que lejos de impedir y castigar el saqueo, se encargan de cuadrarle las cuentas a los políticos bribones y hasta de extenderles certificados de impunidad. Eso sí, cuando por órdenes superiores reciben la indicación de fastidiar a quienes no son del afecto de los que mandan, les hacen la vida imposible; aunque no hayan cometido delito alguno. En cambio, a los amigos que sorprenden robando, en lugar de obligarles a devolver hasta el último centavo con todo e intereses, les imponen castigos simbólicos y ridículos como inhabilitación para ocupar un cargo público durante algún tiempo; siendo que frecuentemente con lo que sustrajeron no tienen necesidad de volver a trabajar en toda su vida. Esto hace que el erario público tenga enormes mermas, que lo imposibilitan para atender eficientemente las carencias y rezagos que tiene México. Si bien esto nos molesta, porque la falta de castigo fomenta la impunidad y esta a su vez promueve el saqueo; hay otra clase de fugas que nos cuestan miles de millones a los contribuyentes y si no se corrigen, seguirán dañando irreversiblemente al país. Me refiero concretamente al pago indebido del sueldo completo a los maestros de la CENTE, que sí cobran pero no dan clases, porque se la pasan en plantones y manifestaciones violentas. Ellos creen tener derechos, pero no obligaciones. Bloquean calles, carreteras y aeropuertos; pintarrajean comercios, destrozan vehículos, apedrean a la policía y secuestran camiones. A pesar del vandalismo que practican, no los tocan las autoridades ni con el pétalo de una rosa. La población que trabaja en paz, que paga impuestos y que no le causa problemas a nadie, tiene que padecer las consecuencias de los bloqueos y destrozos que causan estos energúmenos. Esos malos profesores son culpables del grave atraso educativo de millones de alumnos de Oaxaca y Guerrero.
Además, han encontrado la manera de chantajear al gobierno mexicano y de causarles incontables molestias a los habitantes del DF, Oaxaca y Acapulco. Esta semana por cierto, las autoridades federales les concedieron a los revoltosos todo lo que pedían y su líder, en lugar de anunciar que se retiraban del plantón satisfechos, dijo envalentonado que su lucha apenas empezaba. Se entiende que seguirán pidiendo más privilegios y si el gobierno continúa mostrando debilidad, se los concederá obviamente con cargo a nuestro bolsillo, porque lo que acepte pagarles para tenerlos contentos, deberemos pagarlo entre todos los mexicanos. Como para preocuparnos, porque el país no puede seguir siendo rehén de las mafias sindicales. ¿No les parece? Hasta el próximo sábado.