Cada vez que comienza un año, los mexicanos hacemos diversos propósitos para mejorar nuestra salud, nuestra relación con los demás, nuestra economía, nuestro trabajo, nuestra vivienda, etc. Algunas de las metas más comunes son: bajar de peso, hacer ejercicio, ser más ordenados y puntuales; arreglar la casa, ahorrar, dejar de fumar, no comer lo que nos daña, ser amables con los demás y manejar con mayor precaución. Estas forman parte de las promesas más comunes. Quienes tienen suficiente fuerza de voluntad logran su propósito. Al resto solo les dura el entusiasmo algunas semanas o meses. Finalmente, por comodidad o por costumbre, regresan
a su anterior estilo de vida, no sin antes proponerse que para el año siguiente repetirán sus intenciones de mejorar, porque existe en todos el deseo de lograr metas y superarse. Algo irán avanzando, aunque sea a pasitos, porque en nuestro subconsciente, todos aspiramos a ser mejores. Si esa idea y esa fuerza de voluntad la aplicáramos no solo a nuestra vida, sino que con alteza de miras la empleáramos para cambiar al país, mejorarlo y sacarlo adelante; lo lograríamos juntos. ¡Claro que sí podríamos! Y es que la suma de ideales y voluntades ciudadanas produce una enorme fuerza que bien
canalizada puede transformar a México para avanzar en paz y sin sobresaltos. Una gota de agua aislada, no tiene ninguna fuerza ni importancia. Millones de gotas de agua, unidas, moviéndose en la misma dirección se convierten en un caudaloso río que mueve potentes turbinas generadoras de electricidad, las cuales producen miles de caballos de fuerza para beneficio del hombre. Si eso pueden lograr unas simples gotitas de agua que son solo materia; ¿que no podrá lograr el ser humano que tiene vida, sentimientos e inteligencia; si se une a sus semejantes para trabajar por la patria y por el bienestar de
todos? Bien organizados y motivados los ciudadanos podemos acabar en poco tiempo con el analfabetismo, con la violencia, con la corrupción, con el saqueo y el despilfarro, con la incompetencia y con el nefasto burocratismo que nos asfixia. Cómo hacerle para lograrlo: La respuesta es muy simple: Con la fuerza de nuestro voto razonado, responsable y sobre todo libre. No lo olvidemos jamás. Si queremos alcanzar esta meta, alcemos desde hoy nuestra voz para exigirle a los partidos, que por cierto viven cómodamente de nuestros impuestos; que postulen solamente a candidatos que sean una garantía de capacidad, entusiasmo y honradez.
No permitamos que reciclen a los bribones, demagogos, ladrones, ni improvisados. Que presenten como candidatos solamente a los mejores, para que tengamos de donde escoger. ¿Será mucho pedir? Por cierto, este año habrá elecciones. Hagamos un uso responsable de ese derecho, para que nos vaya mejor. Para cerrar el tema, les pregunto a quienes vendieron su voto en la última elección federal: ¿Están ahora mejor o peor en cuanto a empleo, ingresos y nivel de vida? Como para reflexionar, ¿no les parece? Feliz Año Nuevo para todos. Hasta el próximo sábado.