Por Francisco J. Ávila Camberos
Columna: Promesas recicladas, promesas incumplidas
Promesas recicladas, promesas incumplidas
2015-03-14 | 08:33:04
Cada vez que hay elecciones, muchos políticos que aspiran a un cargo público, reciclan antiguas promesas de campaña en un intento de conseguir votos. Dichos candidatos frecuentemente le apuestan a la amnesia ciudadana porque confían en que los electores olvidadizos no recuerden que las promesas que ahora nos hacen, son exactamente las mismas que en las campañas anteriores plantearon y llegando al cargo olvidaron. Ejemplos hay muchos: Algunos prometieron terminar el periodo para el cual fueron electos y simplemente no lo concluyeron. Dejaron tirado el cargo anterior. Otros más ofrecieron combatir la pobreza y solo lo cumplieron en parte, porque manejando el erario público a su antojo, salieron de pobres: ellos, sus parientes y sus amigos. Otros ofrecieron crear empleos y lo lograron también en parte, porque acomodaron en los cargos públicos a su familia e incondicionales. Unos más anunciaron que fortalecerían la democracia, pero ganaron las elecciones a billetazo
limpio, comprando votos y haciendo trampa; atropellando la ley y fomentando con ello la corrupción de las masas. Obviamente para esto no usaron su propio dinero, sino que ilegalmente desviaron recursos del erario. Nunca fueron nuestros representantes. Otros más anunciaron ser opciones diferentes al militar en otros partidos. Con el tiempo les salió su otro yo y se descubrió que las diferentes siglas y colores eran simplemente una fachada que utilizaban para su propio beneficio, porque en el fondo resultaron ser más de lo mismo. Y es que la corrupción tiene vasos comunicantes que conectan entre sí los intereses de políticos de distintos colores, que se unen para hacer grandes negocios al amparo del poder. Otros candidatos por falta de ideales, miseria humana e interés por el dinero, brincaron de un partido a otro para dividir el voto opositor, facilitando así el triunfo de quienes no tenían posibilidades de ganar. Desde luego, esto no lo hicieron gratis. Cobraron muy bien sus servicios y contribuyeron así a incrementar la corrupción y la desconfianza.
Muchos prometieron que harían lo necesario para mejorar la economía y bajar el precio de los combustibles. Llegando al cargo hicieron todo lo contrario: Autorizaron alzas de impuestos que desalentaron la inversión; hicieron no deducibles parte de las prestaciones laborales, lo que estorbó la creación de empleos. Elevaron casi al doble los gasolinazos y complicaron la manera de pagar impuestos a tal grado, que las metas de recaudación fiscal no se cumplieron, porque ante las dificultades surgidas, mucha gente optó por la informalidad. Prometieron racionalidad y austeridad en el gasto público, pero autorizaron presupuestos sin respaldo de los ingresos fiscales e incrementaron los gastos en ocurrencias. El enorme déficit lo cubrieron con dinero prestado, aumentando la deuda pública y el pago de intereses. Terminaron desfondando nuestra economía. Creyeron que regalando televisores como, si fueran artículos de primera necesidad, combatirían la pobreza y tendrían contenta a la población. Se equivocaron. Con la economía en picada, la
escasa creación de empleos y la escandalosa corrupción, la crispación ciudadana subió y la confianza bajó. Por eso, a pesar de las declaraciones triunfalistas de algunos políticos, tenemos el dólar a $15.80 y nuevos recortes al presupuesto se anuncian. Si dichos recortes fueran al gasto corriente, no deberían preocuparnos, pero lamentablemente buena parte de los recortes son en infraestructura, lo que afectará nuestro desarrollo. Mientras tanto, los escándalos por el enriquecimiento inexplicable de políticos de altos vuelos están a la alza, junto con el creciente endeudamiento gubernamental. Los pronósticos de crecimiento del país van a la baja, mientras tanto, la austeridad es solo para algunos, porque para los partidos políticos es letra muerta. Tan solo en este año, recibirán 40 por ciento más de presupuesto, en un país cuya ciudadanía pide a gritos austeridad y congruencia. Para corregir esto y lograr un cambio verdadero, se presenta la oportunidad que nos brindan los próximos comicios, donde elegiremos a los nuevos diputados federales.
Ojalá y los partidos políticos, que viven de nuestros impuestos, estén a la altura de lo que necesita el país y postulen como candidatos a gente honrada y capaz que nos represente. Que no nos defrauden poniendo candidatos a chapulines, ni premien a parientes de políticos señalados de corrupción, ni a protagonistas de películas de ficheras o a corruptos que necesitan fuero para no ser encarcelados, ni tampoco a quienes en cargos anteriores salieron cargados de dinero mal habido. Porque todo esto significaría que a pesar de todos los anuncios, discursos y promesas, seguirían prevaleciendo los mismos intereses y los mismos vicios. Tampoco queremos candidatos desconocidos e incompetentes, porque sospecharemos que los mandaron a perder en beneficio de quienes pagaron para que se las pusieran facilita. Ojalá y también los ciudadanos despierten y no acaben vergonzosamente vendiendo su voto, porque después, si nos va mal, no tendrán ningún derecho a quejarse. ¿No les parece?
Hasta la próxima semana.

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