Hay quienes dicen que en la guerra y en el amor todo se vale. Creo que esta afirmación es temeraria y francamente irresponsable, porque aún en la guerra hay reglas que deben acatarse, como el no usar determinado tipo de armamento, garantizar la vida de los prisioneros, respetar a la población civil, etcétera. Hay quienes olvidan esos principios y consideran una contienda electoral como si fuese una guerra, que debe ganarse al precio que sea y no precisamente para defender a la ciudadanía y procurar su bienestar, sino para conservar los privilegios del grupo a que pertenecen y para seguir manejando discrecionalmente el erario público. Otros más,desean ganar las elecciones para adquirir fuero y de esa manera no ser llamados a cuenta para responder por delitos cometidos en cargos anteriores. Las estrategias que siguen para ganar a toda costa son muy simples y variadas. Van desde impulsar y patrocinar bajo el agua candidaturas débiles y desconocidas de partidos contrarios; también en pagarles su campaña a desertores de partidos rivales, para que contiendan con otras siglas y dividan así el voto opositor. Otras estrategias consisten en organizar presuntas encuestas a modo, exagerando la intención del voto para sus candidatos, haciéndole creer a la gente que arrasarán en las elecciones y con ello desanimar a los ciudadanos que podrían votar por otras opciones. También hay quienes acostumbran enviar frecuentemente a los correos electrónicos de los votantes, diversos mensajes donde pretenden hacernos creer que emiten opiniones imparciales, pero analizándolos con detenimiento, notamos que son totalmente parciales porque critican y ponen por los suelos a los candidatos de oposición, inventándoles supuestas faltas y magnificando sus errores, mientras que alaban a los del partido a que pertenecen. A esto se le llama guerra sucia. Si se dan Ustedes cuenta, también algunos medios impresos, solo sacan noticias de determinados candidatos, hablando maravillas de ellos. A los demás, los ignoran por completo, lo que le da inequidad al proceso. A unos les dan siempre la portada con fotografía, mientras que a otros, si acaso los mencionan, los mandan a las últimas páginas y solo les llegan a dar la portada cuando los critican. Obviamente esa falta de equidad, hace que dichos medios pierdan credibilidad y por lo tanto lectores. Afortunadamente los medios que son imparciales e incluyentes, tienen gran aceptación de la ciudadanía, lo que les permite crecer y no depender de la publicidad oficial para sostenerse. Los ciudadanos preferimos siempre a los medios libres e incluyentes que aquéllos que resultan ser simples repetidores de boletines oficiales. Es tan notoria la desesperación de algunos candidatos,que para evitar que los alcance el desprestigio de su partido, ponen en los espectaculares su logotipo en un recuadro tan pequeño, que pasa desapercibido, mientras que aquellos que van en alianza con otro partido, ya hasta cambiaron el color emblemático que habían usado hasta el cansancio en la anterior elección, en un intento de despistar a los electores, quienes cansados de promesas incumplidas, podrían cobrarles en las urnas tantos agravios cometidos. Termino este comentario con un cuento que hace algún tiempo leí en un periódico de Coatzacoalcos y que retrata de cuerpo entero como se manejan las encuestas a modo que algunos mandan a hacer para desorientar a los votantes: “En las oficinas de la empresa donde hacen encuestas, suena el teléfono que inmediatamente contesta la secretaria. Ella le dice a su jefe: Habla un señor para preguntarnos si le podemos hacer una encuesta y que cuánto le cuesta. El jefe responde: ¡Como no!. ¡Con mucho gusto!. Para
darle el presupuesto, primero debe decirnos cómo quiere la encuesta, es decir: a favor de quién o en contra de quién.” Continúa el jefe dando indicaciones: “Dígale señorita a quien pide el presupuesto que si nos paga el trabajo por adelantado, le damos los resultados antes de hacer la encuesta”. Con eso quiero decirles que salvo excepciones honrosas, las encuestas que algunos publican dan los resultados que quieren obtener quienes las pagan o patrocinan. Por eso no hay que creer mucho en ellas. La verdadera encuesta será el día de las elecciones y éstas las ganará la persona que la ciudadanía elija por sus méritos y propuestas. Las próximas elecciones serán una oportunidad excepcional para que la gente manifieste su voluntad libremente y diga con su voto si vamos bien o si hay que cambiar de rumbo y de tripulación para que las cosas mejoren. Esperamos que la gente despierte, acuda masivamente a votar con toda libertad por quien le parezca que sea la mejor opción y en un acto de dignidad y firmeza, no se deje comprar con despensas ni baratijas. Tampoco se deje presionar por nadie. Hay que recordar siempre que el voto es libre y secreto.
Hasta el próximo sábado.