Por Francisco J. Ávila Camberos
Columna: Votar o no votar
Votar o no votar
2015-05-02 | 09:34:11
En estas elecciones hay ciudadanos que me dicen: No sabemos esta vez por quién votar. Algunos candidatos son conocidos, porque ya fueron diputados, pero dejaron tirado el cargo a medio camino y no hicieron gran cosa por servir y defender a la ciudadanía, sino que se esmeraron en atender todas las indicaciones que les dieron quienes les regalaron la candidatura y después los hicieron ganar con la fuerza de los billetes y el poder de las despensas. Cuando llegaron al cargo, se dedicaron a cuidarles las espaldas a sus padrinos políticos, con lo cual dejaron de ser nuestros representantes para serlo de sus patrocinadores; rompiendo con ello el respeto y el equilibrio que debe de existir entre los tres poderes. A otros candidatos, apenas los conocen en su colonia. Carecen de experiencia y aunque hay algunos que destacan por su valentía y capacidad de debate, las posibilidades de que ganen la contienda son mí
nimas, porque los partidos que los postulan están, en unos casos muy desprestigiados y en otros carecen de estructura suficiente hasta para cuidar casillas. Otros más participan, no para ganar la contienda, sino para quitarle votos a los partidos donde recientemente militaban. Representan el triste papel de esquiroles y según vox pópuli, algunos cobran cifras de muchos ceros, por desempeñar ese triste y vergonzoso papel. Otros más desean ser diputados por el generoso sueldo que estos reciben y los grandes negocios que al amparo del cargo público pueden hacerse. Excepciones honrosas, siempre las hay y las habrá de quienes quieran ser legisladores para servir a los demás y desde luego al país. Hay que analizar muy bien las opciones, estudiar las propuestas, conocer la trayectoria y los resultados obtenidos en la vida profesional y política de cada candidato, para descubrir
a tiempo quienes son simuladores y quiénes son los mejores para ocupar el cargo de diputado; para votar por estos últimos y si no los hubiese, para votar por los que consideremos menos malos. Y es que: ¡Cómo nos hacen falta líderes auténticos y no seudo líderes inflados por la propaganda y las encuestas patito, hechas frecuentemente a modo de quien las paga ! Porque para resolver los graves problemas del país, necesitamos candidatos que sean verdaderos líderes, que busquen el bien común, que respeten la dignidad de las personas, que sean honrados, que sepan agitar las almas y que nos apasionen con la fuerza de sus convicciones, con el ejemplo de su buen desempeño y con su profundo amor a México. Necesitamos legisladores capaces, que hagan bien su tarea, legislando, gestionando y sobre todo fiscalizando el correcto uso de los recursos públicos, no dejando tirado
el cargo a medio camino, para salir corriendo en busca de otro hueso. Las elecciones deben ganarlas quienes se opongan a las arbitrariedades y denuncien el saqueo de los malos políticos. Quienes apoyen todas las buenas iniciativas a favor del país y defiendan al pueblo que los eligió y paga su sueldo. No nos dejemos impresionar por quienes quieren convencernos de que votemos por ellos y olvidemos sus escasos resultados. No es gastando tenis, sembrando arbolitos, bailando cumbia, ni vacunando mascotas como se conquista el voto. Esto es populismo ramplón y barato para las masas. Desde la gente medianamente preparada hasta la que tiene amplia cultura, pide propuestas realistas, basadas en hechos concretos, realizables y medibles. Nada de bajar los precios de la luz y la gasolina por arte de magia, sin antes recortar dispendios y aviadores de las paraestatales que controlan el sector energético. Tam
poco subir los salarios por decreto, sin antes mejorar la productividad; porque estas medidas demagógicas pueden llevarnos a un callejón sin salida, donde los precios siempre le ganan la carrera a los salarios. Recordemos los tiempos de Echeverría, López Portillo y De la Madrid con inflaciones desatadas tan altas que llegaron a pulverizar el salario. Por si algunos ya no se acuerdan, llegamos a tener inflaciones del 10% mensual. No nos equivoquemos por favor. Tenemos que ir a votar por quienes consideremos que sean los mejores. ¡No hay de otra! Además, no podemos darnos el lujo de no participar y dejar que nuestro voto se desperdicie inútilmente. Ya Platón lo decía: “El precio de desentenderse de la política es ser gobernado por los peores hombres”. Como para reflexionarlo, ¿no les parece?
Buen fin de semana.

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