Por Catón
Columna: De política y cosas peores
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2014-07-07 | 10:10:55
El doctor examinaba a los reclutas en busca
de enfermedades venéreas. Les iba diciendo:
“Lo encuentro bien. Lo encuentro bien”.
Cuando le llegó el turno a Meñico Maldotado
le dijo: “No lo encuentro”...
Los antiguos compañeros de colegio del
señor Farfalo se sorprendieron al verlo llegar
a la reunión anual del grupo con una arracada
en la nariz. “¿Desde cuándo usas eso?”
-le preguntaron asombrados. Respondió,
mohíno, él: “Desde que a mi amiguita se le
cayó la arracada en mi coche, y la encontró
mi esposa, y ella misma me la puso a la fuerza
en la nariz”...
Le dijo un tipo a otro: “Estoy muy preocupado.
Mi doctor me dio dos aspirinas y un
boleto de ida a Lourdes”...
Las palabras “política” y “paciencia” empiezan
con la misma letra. Otras palabras
hay, cargadas de significado, que comienzan
también con esa letra, pero por el momento
no vienen al caso. La historia de Andrés
Manuel López Obrador es la historia de una
larga paciencia. Aunque muchos motivos ha
tenido para desesperar, sigue esperando.
Su historia se parece en algo a la del tipo
que tenía un gran éxito con las mujeres. Todas
se la rendían: donde ponía el ojo ponía,
si no la bala, el bálano. Un compadre suyo
a quien las damas le negaban sus favores le
preguntó cómo le hacía para que las féminas
cayeran en sus brazos. Él accedió a revelarle
su secreto, y le invitó una copa.
En el bar el compadre se sorprendió
cuando el play boy le dijo de repente: “¡Qué
bonitos ojos tiene usted, compadre!”. Más se
inquietó cuando después de algunas copas
el seductor de mujeres le hizo una clara insinuación
erótica. La rechazó, indignado. Al
día siguiente recibió un regalo que su amigo
le enviaba: un costoso reloj de esos que se
usan más para ostentar riqueza que para
ver la hora.
Lo llamó por teléfono a fin de agradecerle
el obsequio, y el otro lo invitó a comer en el
mejor restorán de la ciudad. Ahí reiteró su
malsana insinuación. El compadre volvió
a indignarse, aunque -debo decirlo por
respeto a la verdad histórica- con menos
vehemencia que la primera vez.
Al siguiente día recibió un nuevo obsequio
de su amigo: un par de finísimas
plumas de oro. Cuando lo buscó para darle
las gracias el tipo insistió de nueva cuenta
en su indecente pedimento. “¿Por quién me
toma usted, compadre?” -dijo el otro, ya
con menor enojo. Un nuevo regalo le hizo el
amigo al día siguiente, más costoso aún que
los anteriores: le envió una bolsa de pan de
pulque de Saltillo.
No haré larga la historia. El amigo siguió
insistiendo en su inmoral solicitación, y
siguió haciéndole regalos de alto precio, si
bien no tan valiosos como aquel del pan.
Tal fue su empeño, tan grande su tesón,
que por fin el compadre rindió la plaza.
Luego de su claudicación le dijo: “Ahora sí,
compadre: dígame: ¿cómo hace usted para
que las mujeres se le rindan?”. Respondió
el otro: “Como hice con usted, compadre:
porfiando”.
Sigue porfiando López Obrador en su
empeño por llegar a ser presidente de la
República. Sus continuos viajes por todo el
país sólo indirectamente son para buscar
el registro de Morena: la realidad es que
AMLO sigue en campaña por la Presidencia.
En esa campaña lleva ya muchos años; en
ella seguirá todo el tiempo que falta para
el 2018.
La paciencia es una gran virtud lo mismo
en la vida que en la política. Yo cursé la
licenciatura en paciencia con mi esposa; mis
hijos me dieron la maestría, y ahora estoy
cursando el doctorado con mis nietos. Me
quedo corto, sin embargo, ante la paciencia
que muestra López Obrador en la búsqueda
de lo que hasta ahora se le ha escapado. Sabe
esperar. Quién sabe qué le espere al país con
él.
El cuento que ahora narraré no es propio
para ser leído por personas afectadas de pudicia.
Quienes sufren de escrúpulos morales
deben suspender en este mismo punto la
lectura. Un espermatozoide extravió el rumbo,
y se perdió en ese complicado laberinto
que es el cuerpo humano. Llegó al hígado
y le preguntó: “¿Qué haces?”. Respondió el
hígado: “Desintoxico el organismo”.
Llegó el espermatozoide hasta el riñón,
y le hizo la misma pregunta: “¿Qué haces?”.
Contestó el riñón: “Produzco la orina”. Llegó
el espermatozoide a donde estaba el corazón
y le preguntó: “¿Qué haces?”. Le dijo el corazón:
“Palpito”. “¡Qué coincidencia! -se alegró
el espermatozoide-. ¡Yo de ahí vengo!”. FIN.

MIRADOR
››armando
fuentes aguirre
Soñé que iba por el mar con Dios.
Le pregunté:
-¿Aquí vives?
Me dijo:
-Siempre.
Soñé que subí con Dios a la montaña.
Le pregunté:
-¿Aquí vives?
Me dijo:
-Siempre.
Soñé que estaba con Dios en un
bosque. Le pregunté:
-¿Aquí vives?
Me dijo:
-Siempre.
Soñé que estaba con Dios en un
templo. Le pregunté:
-¿Aquí vives?
Me dijo:
-Algunas veces.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
››por afa
“...Semifinales de la Copa del Mundo”.
L
a verdad, a mí ya me anda.
Estoy en un gran problema.
No sé si irle -¡qué dilema!-
a Argentina o a Holanda.

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