Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Virtudes familiares
2014-06-26 | 10:03:42
La linda muchacha le dijo al médico: “Mi
marido y yo tenemos ya tres meses de casados
y todavía no me ha hecho el amor”. El
facultativo habló con el esposo y descubrió
asombrado que el tontiloco no sabía nada
de la vida.
Decidió aplicarle un tratamiento radical,
y en su presencia le hizo el amor a la chica.
Le dijo al joven: “Esto es lo que necesita su
esposa. Y lo necesita todos los días”. “Va a
estar difícil -respondió el pasmarote-. Sólo
la puedo traer los martes y los jueves”...
Una de las mayores desazones que la edad
madura trae consigo consiste en ver caer
una tras otra las teorías que habías diseñado
para normar tu vida. Yo, por ejemplo,
tenía cuatro teorías para educar a los hijos.
Después tuve cuatro hijos y ninguna teoría.
La vida se ríe de las lucubraciones teóricas,
y se carcajea de los planes que con base
en ellas formulamos. La mejor manera de
liquidar una teoría es llevarla a la práctica.
Se ve entonces que la mayor parte de las
teorías son construcciones racionales que
acaban por no tener razón. Pero advierto
que no estoy diciendo nada. Procuraré decir
nada de otra manera.
Diseñé una teoría según la cual los mexicanos
vivimos bien al interior de nuestras
casas, y mal al exterior de ellas; vale decir
que tenemos una vida familiar fincada en
valores y tradiciones firmes, en tanto que
nuestra vida pública está afectada por graves
vicios y tremendas lacras.
Los norteamericanos, en cambio, en los
términos de mi teoría, fallan en lo relativo a
la familia, pero en lo público tienen virtudes
que han hecho grande y próspero a su país.
Tan orgulloso estaba yo de esa tesis que la
presenté en varios foros internacionales, y
fue unánimemente aceptada porque nadie
la entendió.
Ahora estoy empezando a dudar de mi
teoría, y vaya que es una de las pocas que
me quedan. Sucede que la pobreza no es
una base sólida para construir un hogar, y
más de la mitad de los mexicanos viven en
condiciones de pobreza extrema.
Quizá mi tesis sea aplicable a la bonachona
clase media, pero no funcionará si se
extiende a lo que antes -no sé si todavía- se
llamaba “el proletariado”. Aunque sabemos
que México es un país pobre seguimos cerrando
los ojos a esa pobreza, hasta que un
día los pobres nos obliguen a volver los ojos
hacia ellos.
Y eso, créanme, no sucederá en forma
pacífica. Entonces será el llanto y el crujir
de dientes. (A los que ya no tengan dientes
se les proporcionarán dentaduras en forma
gratuita, para que no se queden sin crujir)...
Un borracho se iba arrastrando por los
durmientes de una vía del ferrocarril. Decía:
“¡Maldita escalera! ¡No acaba uno nunca de
subirla!”...
Don Ultimiano estaba en el lecho de agonía.
Le dijo a su mujer: “Ahora que me vaya
quiero que te cases con Camelino Patané”.
“¿Camelino Patané? -se sorprendió ella-.
Pensé que odiabas a Camelino Patané”.
Replica don Ultimiano: “Precisamente”...
El señor obispo fue a jugar golf, y llevó a
una monjita para que le sirviera de caddie.
Hizo Su Excelencia el primer tiro, y abanicó
el aire. Exclamó con enojo: “¡Tiznada
madre! ¡Fallé el tiro!”. “Monseñor -se azaró
la religiosa-. No maldiga usted así. Podría
caerle un rayo”. “Perdone, reverenda madre”
-se disculpó el jerarca.
Hizo de nuevo el tiro. La pelota describió
una curva y fue a caer al rough. “¡Tiznada
madre! -volvió a proferir el dignatario-.
¡Fallé el tiro!”. “Su Excelencia -volvió a
turbarse la monjita-, le ruego que no diga
esas palabras. El Señor podría irritarse con
usted y fulminarlo con un rayo del cielo”.
“Perdóneme, madre -repitió el obispo-.
Es que esto del golf no es juego: es tortura”.
Hizo un nuevo tiro y la pelotita cayó
en una trampa de arena. “¡Tiznada madre!
-exclamó de nueva cuenta el eclesiástico-.
¡Fallé el tiro!”. En eso se abrieron las nubes, y
de ellas salió un terrible rayo que fue a caerle
¡a la monjita! Se escuchó una majestuosa voz
venida de lo alto: “¡Tiznada madre! ¡Fallé
el tiro!”...
Don Abraham, dueño de la tienda del
pueblo, tenía un hijo que iba a contraer matrimonio.
“Ahora que te cases -le dijo- usa
lo más posible este dedo. Eso le gustará a
tu esposa”. Y le mostró el dedo de en medio.
“¿Ese dedo? -se sorprendió el muchacho-.
¿Para qué?”. Le explicó don Abraham: “Es el
que se usa para marcar las ventas en la caja
registradora. Mientras más lo uses, mejor
podrás mantener a tu mujer”. FIN.

MIRADOR
››armando
fuentes aguirre
“Teobroma” es una palabra muy fea.
“Teobroma” es una palabra muy
bonita.
Significa en griego algo así como
alimento de Dios, o de los dioses.
Es el nombre que los europeos dieron
al cacao, vale decir al chocolate.
Alimento divino es, en efecto, esa
riquísima bebida, ornato y gala de la
cocina mexicana, regalo que México
hizo al mundo.
En estos días de niebla y lluvia
-¡lluvia y niebla en junio!- lo bebo por
la tarde en la cocina del Potrero, y soy
feliz.
La felicidad, cosa muy grande, está
hecha de cosas muy pequeñas. En este
momento mi felicidad es una taza de
chocolate. Me olvido de aquella palabra
“teobroma”, tan fea, tan bonita, pues no
hay palabras que expliquen la felicidad,
y cierro los ojos a fin de paladear mejor
esta sabrosura.
Por favor, no me distraigan.
Me estoy bebiendo a Dios a tragos
lentos.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
››por afa
“...Nuevo gobernador
en Michoacán”.
Gobernará en el temor,
sin esperanza y sin fe.
Rifa del tigre fue
la que se sacó el señor.

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