Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Males necesarios
2013-09-27 | 10:28:48
Se casó Rosibel, muchacha pizpireta, y fue de luna de miel a las cataratas del Niágara. Cuando volvió le preguntó una amiga: “¿Qué te parecieron las cataratas?”. “¡Bah! –contestó, desdeñosa, Rosibel-. Otra de las cosas que pensé que serían más grandes”.
Mrs. Dork, debo decirlo, era más fea que un coche por abajo. Eso no le impidió pescar marido, un hombre también poco agraciado, la viva imagen de Ichabod Crane, según fue descrito por Washington Irving en su celebrado cuento. Mrs. Dork y su esposo eran misioneros de la Iglesia de la Tercera Venida (no confundir con la Iglesia de la Tercera Avenida, que permite el adulterio a sus feligreses, a condición de que lo compensen al día siguiente haciendo un donativo al templo).
Acompañados por un guía fueron a misionar al confín más remoto de África Ecuatorial, donde la mano del hombre jamás había puesto el pie. Una tarde llegó el guía al campamento y le dijo consternado al reverendo: “Le tengo dos noticias: una mala y una peor. La mala: su esposa entró por equivocación en la aldea de los antropófagos. La peor: los antropófagos ya habían comido”.
En un país inmaduro –y México no es un país maduro- tiene que haber por fuerza algunos males necesarios. Eso no justifica tales lacras, pero las explica a la luz de esa inmadurez.
Sería tarea larga hacer la lista de males necesarios que en su reciente historia ha tenido México, algunos de los cuales perviven hasta nuestros días: el presidencialismo autoritario; el sindicalismo corporativista; el partido oficial; el centralismo; la exuberante y onerosa fauna política que padecemos.
Además de los partiditos, partidillos y partidejos que son empresa de familia o negocio particular, y que cada día son más nocivos y menos necesarios; el exceso de diputados; los líderes charros, y un cúmulo de etcéteras etcéteras.
Yo vivo en un mundo irreal, lo cual me da una idea muy clara de la realidad. Me pregunto por eso si fue oportuna la defenestración de la señora Gordillo –me resisto a darle el nombre de maestra- en vísperas de emprender la llamada reforma educativa, que ni reforma es, ni educativa.
Quizá habría sido conveniente soportar algún tiempo adicional ese mal necesario, en la misma forma que se está soportando hoy a Romero Deschamps a fin de no complicar más la reforma energética. Sucede ahora que los maestros del SNTE se están soliviantando como los de la CNTE, y no parece haber ya sobre ellos el mismo control que detentó la profesora.
Para colmo, el encarcelamiento de la lideresa se llevó a cabo con el mismo aseo con que Salinas dio el quinazo, es decir, sin ningún aseo, y he aquí que doña Elba está poniendo en apuros a quienes la juzgaron y condenaron por haber malversado fondos, cuyos dueños jamás la denunciaron o interpusieron una demanda contra ella. Ya se ve que le falta madurez a este país. Me pregunto si estaremos maduros para la madurez.
Lady Loosebloomers llegó a su finca de campo en Dernedshire después de haber jugado la partida semanal de whist con sus tías Ditzy, Prissy y Nosy Highrump, a quienes esperaba heredar, pues no tenían descendencia: en su vida habían escuchado un “te quiero”.
Supuso milady que a esa hora su marido, lord Feebledick, estaría en el saloncito de fumar, donde solía recluirse para leer “The Country Gentleman”, revista que le deparaba instrucción y solaz al mismo tiempo.
Entró la dama en la seclusa habitación. Ahí, en efecto, vio a su esposo. Pero el señor no se estaba instruyendo: más bien se estaba solazando, pues se aplicaba en manera concienzuda a dar besos tronados, mordelones y mojados en los túrgidos y melíferos labios de Pittypat, la linda doncellita de la casa.
“¡Qué irresponsable eres, Feebledick! –le reclamó lady Loosebloomers-. ¿No ves acaso que traes gripe? Se la vas a contagiar a Pittypat; ella se la va a trasmitir al mayordomo; el mayordomo se la va a pasar a su mujer; su mujer se la va a pegar al jardinero.
El jardinero se la va a contagiar a la mucama; la mucama se la va trasmitir al chofer y el chofer me la va a pegar a mí”. (Y ella al guardabosque, al montero, al abacero, al encargado de la cría de los faisanes, al portero, al caballerango, al confitero, al encuadernador, al cartero, al carpintero, al maestro de acuarela, al sombrerero y al profesor de piano. Total, todos gripientos)… FIN.

mirador
Armando Fuentes Aguirre
Iba la lechera con su cántaro al mercado. En el camino pensaba que con el dinero de la leche se compraría unos pollos que se volverían gallinas, que le darían huevos con cuya venta adquiriría una vaca, que le pariría terneras que al venderlas le proporcionarían lo suficiente para hacerse de una casa con la cual no le sería difícil encontrar marido.
Todo eso iba pensando la lechera. En eso vio venir a un fabulista. Alzó la lechera su cántaro y lo estrelló en la cabeza del escribidor. Dijo luego con una gran sonrisa:
-Quebrarle a un fabulista un cántaro en la cabeza es mejor que los pollos, las gallinas, los huevos, la vaca, las terneras la casa y el marido.
¡Hasta mañana!...
manganitas
Por AFA
“… Laura de América…”.
Mujer tan estrafalaria
tan virulenta también)
debe llamarse más bien
-pienso- “Laura de Vulgaria”.

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