Por Catón
Columna: De política y cosas peores
México es mágico
2013-08-03 | 10:22:12
El novio y la novia se abrazaban y besaban apasionadamente en el parque al amparo de las cómplices sombras de la noche. Él le preguntó a ella: “¿Por qué bajas la mirada cada vez que te digo que me vuelves loco?’’. Respondió la muchacha: “Para ver si es cierto’’. (No le entendí)...
El anheloso galán le propuso a su dulcinea: “Hagamos el amor”. “Vehemencio -acotó ella-: falta sólo una semana para que nos casemos’’. Replicó el muchacho: “Es que se me va a hacer muy larga’’. Y replicó, feliz, la chica: “¡Pues mejor!”. (Tampoco le entendí)...
Doña Panoplia de Altopedo, señora de buena sociedad, mujer fatua y pretenciosa, visitó con sus amigas el zoológico, y exigió que el director las atendiera personalmente. En el curso del recorrido lo asediaba con toda clase de impertinentes preguntas sobre los animales. “El hipopótamo –inquirió -¿es macho?”. Harto ya, le respondió el hombre: “¿A qué esa pregunta, señora? ¿Acaso quiere usted ser la hembra?”. (Y ciertamente daba la medida)...
Al final de esta columnejilla viene un relato de color subido. Las personas con escrúpulos morales no deberían leerlo...
México es mágico. Aquí la más fantástica fantasía puede ser verdad, y la que parece realidad más real termina en espejismo. El pueblo es dueño al mismo tiempo de la verdad y la imaginación. Los hombres que están arriba mienten -el poder y el dinero hacen mentir- y son ciegos: nada más lo que existe pueden ver. El pueblo, en cambio, sueña, cree y dice la verdad, cosas las tres propias de niños. Aprendí en un viaje por Tehuantepec que hubo en tierras surianas una lengua de indios que sólo podía hablarse cuando había luz, ya de sol, ya de hoguera. Esa lengua se valía al mismo tiempo de palabras y señas: un vocablo acompañado por cierto ademán tenía un significado; si llevaba otro quería decir cosa bien distinta. Así, sólo se podía entender al hablante si se le veía. Ya desapareció esa lengua, pero existió en verdad. He ahí una de las muchas cosas de magia que he encontrado en este mágico país. ¿Por qué no lo amamos más? Porque no lo conocemos. Viajamos por países remotos antes que por el nuestro. Muchos jóvenes de hoy conocen Dubai, por ejemplo, pero no han ido nunca a Oaxaca o Veracruz. Si conociéramos más a México lo amaríamos más. Seríamos entonces mejores mexicanos, y sentiríamos mayor orgullo por vivir en esta patria generosa que tanto nos ha dado y nos sigue dando todavía, y a la que nosotros a veces le regateamos todo. Y ya no digo más, porque estoy muy encabronado...
Don Algón tenía dos secretarias: Pacita Rugadona, señorita soltera de edad ya muy madura, y Granalguina Bustolier, muchacha en flor de edad y profusión de cuerpo. Un día le contó Pacita a su joven compañera: “Ayer cometí un error, y don Algón me dijo que si lo cometo otra vez me despedirá”. “Pues sí que es raro el jefe –comentó, pensativa, Granalguina-. Ayer en la noche cometí un error, y don Algón me dijo que me despedirá si no lo cometo otra vez”...
Y ahora, he aquí el deplorable chascarrillo que arriba se anunció... La mamá de la joven y bella pianista declaró con orgullo: “Mi hija toca maravillosamente bien el Concierto Para la Mano Izquierda, de Ravel”. “¡Y eso no es nada! –exclamó entusiasmado el novio de la chica-. ¡Si vieran lo que puede hacer con la derecha!”...
Don Martiriano, el esposo de doña Jodoncia, acudió a la consulta del doctor Ken Hosanna, y se quejó de que le dolía una pierna. Le preguntó el médico: “¿Cuándo empezó el dolor?”. “Hace un mes” -respondió el lacerado. Lo examinó el galeno, y profirió asombrado: “¡Pero, señor! ¡Trae usted la pierna quebrada! ¿Por qué no había venido antes?”. Respondió el infeliz: “Hubiera venido, doctor, pero cada vez que me quejo de algún dolor mi mujer me dice que se debe a la copita de vermut que me tomo cada noche antes de acostarme”...
Sigue ahora un chiste pelandusco. Las personas que no gusten de leer chistes pelanduscos sáltense hasta donde dice FIN... La esposa de Babalucas se sorprendió una mañana invernal de sábado al ver a su marido sin ropa y con un bote de pintura en la mano, y un pincel. Le preguntó, asombrada: “¿Qué vas a hacer, Babalucas?”. Replicó el badulaque: “El jefe me invitó a jugar golf en la nieve, y me aconsejó pintar mis pelotitas de color naranja, para no perderlas”... FIN.
MIRADOR
ARMANDO FUENTES AGUIRRE
Con la misma humildad y el mismo azoro de Isabel ante el prodigio yo digo sus palabras: “¿Por qué se me concede esto a mí?”.
En medio de la reunión familiar mi nieto pequeñito siente sueño y busca mi regazo para dormirse en él. Yo lo tomo en los brazos y lo estrecho; acaso así oirá lo que mi corazón le dice: “Duerme, mi niño, y sueña, en tanto que yo doy gracias a Dios por permitirme, aunque sea por un ratito, ser el guardián de tu sueño, de tus sueños”.
Mis brazos han estado siempre llenos, llenos de amistad y llenos de mujer. Ahora están más llenos todavía, con el tibio calor del pequeñito que en ellos duerme en paz. Por no turbar su sueño acompaso a la suya mi respiración. Y tengo miedo aun de parpadear, pues eso podría despertarlo. Mientras el niño duerme junto a mi corazón yo pienso en lo que soy, en lo que he sido -yo pienso en lo que soy, enloquecido-, y repito con emoción y asombro: “¿Por qué se me concede esto a mí?”.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
Por AFA.
“...Seguirá lloviendo...”.
Eso me hace que sospeche
–lo estoy sospechando ya-
que a lo mejor bajará
el precio actual de la leche.

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