Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Futbol, más negocio que entretenimiento
2013-07-26 | 09:54:53
Alguien le preguntó a Nalgarina Grandchichier, joven mujer de ubérrimo tetamen y exuberante antifonario: “¿En qué trabajas?”. Respondió ella: “Vivo de lo que tengo depositado en el banco”. Y al decir eso se acomodó bien en el banco donde estaba sentada.
En cierta ocasión la llamativa chica fue a saludar a su abuelita, a quien hacía bastante tiempo no visitaba. Para la ocasión se metió en un ajustadísimo vestido que por arriba se veía hasta abajo, y por abajo se veía hasta arriba; se caló unas medias de malla; se puso unos zapatos altos de tacón aguja, atados a los tobillos con cordones; se enredó al cuello una boa de plumas de color morado, y llevó consigo su bolso de lentejuelas y chaquira.
Maquillada como muñeca japonesa, parecía un muestrario de la Sherwin-Williams. Para colmo iba mascando chicle y fumando un cigarrillo turco, en su larga boquilla de carey. Llamó a la puerta de la abuela, y la vejuca abrió. Al ver a Nalgarina se quedó como quien ve visiones. Frente a ella estaba la viva representación del putaísmo, si me es permitida la expresión. Al advertir el desconcierto de la anciana la muchacha le dijo, divertida: “¡Hola, abuela! ¿Soy o me parezco?”. “Hija mía –suspiró la viejecita-, nada más al verte se sabe que eres”…
Yo no sé nada de futbol. No lo digo por jactancia, sino porque así es. Oigo hablar de las ligas, y pienso en otra cosa. Dicen que el futbol es “el juego del hombre”. Yo sé de uno más interesante. Pero aun sin saber nada del deporte, advierto que el futbol es hoy por hoy más negocio que entretenimiento. Con tal de mantener ocupados los estadios grandes y las pantallas chicas se organizan copas de esto y de lo otro.
Hay Copa del Mundo, de los Continentes, de las Naciones, de los Pueblos, de los Países, de los Estados y de los Municipios; Copa de la Federación y de la Confederación; Copa de Oro, de Plata, de Platino, de Diamante, de Esmeralda y de Rubí; Copa del Rey, del Príncipe, del Duque, del Conde, del Barón; Copa del Presidente, del Primer Ministro, del Gobernador, del Secretario y el Oficial Mayor.
Entiendo que incluso va a haber Copa A, B, C, y D, como las del brassiére. Se juegan partidos absurdos en los cuales, bajo el pretexto de que “no hay enemigo pequeño”, escuadras poderosas se enfrentan a equipitos débiles: España compite contra las Islas Hamburger; Inglaterra disputa los sesentaicuatravos de final con la República de Maracumba, que en fecha reciente obtuvo su independencia de la Guinea Ecuatorial.
Nuestra Selección tendrá próximamente un encuentro crucial –se juega el todo por el todo- contra los suplentes sustitutos interinos provisionales de las reservas de la banca del tercer equipo del Pichancha, conjunto representativo del Jardín de Niños Florecita. (Ya se sabe: no hay enemigo pequeño). Desde luego esto del negocio no es privativo del futbol. Lo malo es que en ese juego se exacerba el sentimiento nacionalista de las masas en mayor medida que en cualquier otro deporte, quizá -en el caso de México- con excepción del box.
Se toca y canta el himno patrio de cada país; en las tribunas ondean las banderas; los tacos de los futbolistas llevan la pesada carga del honor nacional. Y sucede que los nacionalismos son excluyentes por esencia, lo mismo que las religiones, y al igual que éstas no contribuyen a unir al género humano; antes bien lo dividen en estancos hostiles entre sí.
Mi esperanza es que algún día llegue a nuestro planeta un equipo de futbol proveniente de Marte. Sólo de esa manera los pueblos de la Tierra se unirán para enfrentar a los marcianos, que vendrían a jugar con los terrícolas, bajo la consigna de que no hay enemigo pequeño. ¡Uta!...
Capronio, sujeto ruin y desconsiderado, conoció a un par de lindas chicas, primas entre sí. Cortejó a una de ellas, y con untuosa labia y melíferos conceptos la convenció de hacerle dación de su más íntimo encantoG. ¡Abrid los ojos, cándidas doncellas, y advertid los inconcinos apetitos, como de rucho en rijo, de los galanes cuyas turpitudes os acechan! ¡Cerrad los oídos a sus taimadas lagoterías, que sólo buscan rendir vuestra virtud para dejarla luego mancillada igual que harapo pingajoso! Buscad la senda de la virtud.
Pero si por impulso natural de vuestra edad, o por los urentes apetitos de la carne, dejáis el buen sendero y os decidís a ir por el camino del pecado, entonces llamadme por teléfono al 435-9875-22-143. Pero me aparto de la historia. Vuelvo a ella. En el más absoluto silencio Capronio le estaba haciendo el amor a la muchacha. Ella le preguntó de pronto: “¿Por qué no dices nada?”. Le contestó Capronio: “Estoy pensando en tú”. La chica lo corrigió: “Se dice: ‘Estoy pensando en ti’”. “No me dejaste terminar –aclaró el bellacón-. Estoy pensando en tu… prima”… FIN.


Mirador
Armando Fuentes Aguirre

“Mi marido anda siempre en las nubes”.
Así dice mi esposa. Yo le sugiero mansamente que busque otra manera de decir que viajo mucho en avión, pero ella insiste en que la frase es adecuada. Y quizá no le falta razón.
La verdad es que viajo demasiado. Malo el cuento cuando llegas al hotel y el personal te pregunta: “¿Cómo te fue?”, y llegas a tu casa y te preguntan: “¿Y de dónde nos visita el señor?”.
Empecé a peregrinar cuando tenía 20 años, en el Camino de Santiago. Más de medio siglo después sigo peregrinando. Soy “homo viator”, caminante, como decían los teólogos antiguos que es el hombre. Todavía los pasos no me pesan. Pero ni el paso ni el camino son míos. Cuando su dueño diga dejaré de andar. Por hoy sigo en las nubes. Y voy, feliz romero, ansioso por descubrir nuevos paisajes y por reconocer los conocidos. A eso se le llama caminar. Y se le llama, también, vivir.
¡Hasta mañana!...

managanitas
afa

“… Se divorció por quinta vez una artista de Hollywood…”.
Según ahí son las cosas,
y viendo tanto desliz,
diré que la tal actriz
es de las más pudorosas.

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