Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Sexo, invento divino
2013-07-15 | 22:21:55
¿Puede alguien jactarse de haber inventado el sexo? Quizá sea posible trazar el origen de algunos objetos relacionados con él, como la cama, generoso invento –millones se han hecho en él, decía el comediante Verdaguer- que además sirve también para dormir.
Yo pienso que el sexo es creación divina. Por eso me escandaliza que algunos sedicentes representantes de Dios se escandalicen con él, o que con él escandalicen. El buen sexo es prodigio divinal. Si Diosito inventó algo mejor que el hondo deleite, espiritual y físico a un tiempo, que deriva de la unión de los cuerpos de dos seres que se aman, seguramente se lo guardó para Él.
Incitación para continuar el milagro de la vida, es también premio a quienes la perpetúan, compensación por las fatigas que trae consigo el cuidado de los hijos.
El sexo, se decía en Europa, es la ópera de los pobres. Y también de las clases medias y altas, me permito añadir, pues ante el sexo, igual que ante la muerte, todos somos iguales. Lo dijo, entre otros muchos, el poeta Silva. Ahora bien: ¿a qué este farragoso prolegómeno? Me sirve de introducción a un relato que tiene todos los visos de ser apócrifo, pero que pongo aquí por su dicacidad y travesura, y porque me sirve para ejemplificar una reflexión política.
Sucede que un griego y un italiano estaban discutiendo sobre los méritos de sus respectivos pueblos. Dijo el griego: “Nosotros inventamos la filosofía”. Replicó el italiano: “Y nosotros el derecho”. Alegó el de Grecia: “Nosotros le dimos un Homero al mundo”. Adujo el de Italia: “Y nosotros un Virgilio, y luego un Dante”.
Se jactó el helénico: “Nosotros construimos el Partenón”. “Y nosotros el Coliseo” –recordó el ítalo. Esgrimió, triunfal, el griego: “Nosotros inventamos el sexo”. “Es cierto –admitió el italiano-. Pero nosotros fuimos los primeros que lo hicimos con mujeres”…
Por dos razones tacho de inverosímil esa historia. La primera, porque nadie puede fundadamente atribuirse una invención así. La segunda, porque el cuento recoge un gastado estereotipo que hizo que alguna vez las relaciones homosexuales fueran conocidas con el torcido nombre de “el vicio griego”.
Ni vicio son esas relaciones, tan humanas como las heterosexuales, ni son griegas, sino universales. Mala cosa son los estereotipos, clisés que evitan el trabajo de pensar. Por un estereotipo la sífilis se designó como “el mal gálico”, por haberse atribuido a Francia su origen y a los franceses su propagación.
Por otro estereotipo lo que ahora nombramos “mordida” se llamó en un tiempo “unto mexicano”, como si esa lacra fuese privativa de nuestro país. Con los españoles llegó a tierras americanas el burocratismo, y con él una de sus derivaciones ínsitas, la corrupción, mal de todas las naciones, como propio de la naturaleza humana.
Que aquí haya medrado, y siga medrando, es harina de otro costar. Digo todo esto porque, oficiales ya los resultados, puedo ahora comentar las recientes elecciones, y decir que en el caso de la de gobernador de Baja California se ha recurrido de nueva cuenta y viejo cuento al gastado estereotipo de las concertacesiones.
Algunos críticos afirman que el triunfo del candidato opositor del PRI fue resultado de una cópula en la cúpula, vale decir de un acuerdo en lo alto hecho por lo bajo. No digo que sea cosa imposible en estos tiempos torcer por un arreglo entre partidos, o entre éstos y el gobierno, el resultado de una votación, pero considero que hacer eso es muy difícil.
Quizás hubo un llamado para que los perdidosos reconocieran el triunfo del PAN y sus coaligados, pero ahí están las actas de escrutinio, y en este caso los números hablan con mayor claridad que las palabras. Dejémonos de lucubraciones, pues, y no sigamos minando la credibilidad en nuestra naciente democracia, tan frágil que cualquier insana suspicacia puede dañarla irremisiblemente…
Cumplido está por hoy mi deber de orientar a la República. Procedo ahora a bajar el telón de esta columnejilla con una historieta final. Personas con escrúpulos morales: no la lean…
En cierta ciudad de la frontera norte un hombre de origen hispano tuvo trato carnal con una sexoservidora. Al acabar el trance le dijo ésta: “Acabas de salir de una cárcel en los Estados Unidos, donde no existe esa sabia institución que es la visita conyugal, ¿verdad?”. “Así es –se sorprendió el sujeto por la clarividencia de la daifa-.
¿Supiste que estuve en una cárcel gringa por la forma en que te hice el amor?”. “No –replica la mujer-. Lo supe porque al terminar te diste la vuelta y me dijiste: ‘Ahora te toca a ti’”. (No le entendí)… FIN.
OJO: Dice “harina de otro costar”, no “de otro costal”. Gracias.

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