Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Ligeramente jodidísimos
2013-07-08 | 09:32:21
Don Florino, senescente caballero, entró en una farmacia y le pidió al encargado un paquetito de condones. Le preguntó el hombre: “¿Para soltero o para casado?”. Don Florino se extrañó. Inquirió muy interesado: “¿Hay alguna diferencia?”. “Sí -explicó el farmacéutico-. El paquete para solteros trae siete condones; uno para cada día de la semana: lunes, martes, miércoles, etcétera.
En cambio el paquete para casados lleva 12”. “¿Más que el de los solteros?” -se sorprendió gratamente Don Florino. “Sí -confirmó el de la farmacia-. Enero, febrero, marzo, abril”... ‘’. (Nota del mismo farmacéutico: Hay otro paquete para caballeros mayores: 2013, 2014, 2015…)… Babalucas, orgulloso, iba por la calle con su perro, un sospechoso can. Se lo topó un amigo que le preguntó: “¿Qué raza es tu perro?”. Respondió muy ufano el pavitonto: “Es policía”. “Ése perro no es policía –dijo el otro-. Es un perro corriente”. “¿Y acaso no hay policías corrientes?” –opuso Babalucas…
Rosibel, linda muchacha pizpireta, puso en manos don Algón, viejo verde y ricacho, un dibujo de sus pompas. De las pompas de ella, quiero decir. “¿Qué es esto?” -se desconcertó el libidinoso carcamal. Le indica Rosibel: “Es lo que usted esperaba que le diera a cambio del collar que me regaló. Las perlas también son de mentira”...
Cerelia, mujer del campo, se preocupó bastante cuando dejó de tener noticias de Emigrio, su marido, que andaba de indocumentado en los Estados Unidos. Por fin recibió un mensaje de él. Hubiese sido mejor no recibirlo: en su correo Emigrio le anunciaba a su esposa que estaba viviendo con una güera, y le pedía el divorcio a fin de poder casarse con su nueva pareja.
“¡Por Dios, Emigrio! -le envió un mensaje Cerelia, desolada-. ¿Qué tiene esa gabacha que no tenga yo?”. “Tiene exactamente lo mismo -respondió con franqueza el tal Emigrio-. Pero lo tiene acá”...
Vaya parajoda, que es el extremo más extremado de la paradoja. Durante muchos años México fue un país de abogados, y sin embargo nunca llegó a ser un país de leyes. Heredamos de nuestros ancestros españoles el gusto por los pleitos de rábulas y huisacheros; por el papel sellado o timbrado; por los líos de barandilla; por los inacabables litigios de herencias, colindancias, servidumbres, rentas, hipotecas, usufructos, enfiteusis y mil y mil variadas ocasiones de gastar tiempo y dinero.
Con deleite masoquista nos enzarzábamos –y todavía lo hacemos- en conflictos judiciales que a veces pasan de una generación a otra, y aun a la siguiente, sin haber sido resueltos. Del mismo modo que entre nosotros priva la politiquería más que la política, también lo leguleyo se impone sobre lo legal.
Aquí todo se puede arreglar. Recordemos, dato pintoresco, aquellos divorcios “mexican style” que llegaron a ser famosos, y aún lo son, en algunas ciudades fronterizas. Merced a esos divorcios “al vapor” la libertad conyugal se conseguía en unas cuantas horas y por unos cuantos dólares, y todavía se consigue.
Las consecuencias de la falta de respeto a la ley y a la autoridad están hoy a la vista. Ahora todos se sienten con licencia para hacerse justicia por propia mano, para asumir, armados, la supuesta defensa de una comunidad. En el Salvaje Oeste del siglo 19 había más orden y más ley que actualmente en algunas entidades del país. Resumiendo: en lo que hace al estado de derecho los mexicanos estamos ligeramente jodidísimos…
Un tipo le confió a otro: “Sospecho que mi mujer me engaña, pero no puedo comprobarlo”. Le comentó el amigo: “Tengo un perico que me dice todo lo que mi esposa hace en la casa cuando no estoy yo. Te lo voy a prestar. Ponlo en tu recámara: él te dirá lo que en tu ausencia hace tu mujer.
El único problema es que aparte de mí el cotorro no le tiene confianza a ningún hombre: no habla en presencia de varón.
Pero ése no será problema: si te disfrazas de mujer te contará todo lo que tu esposa hace cuando tú no estás”. En efecto, el receloso marido llevó el perico a su casa y lo puso en la alcoba conyugal tras decirle a su mujer que el loro era su nueva mascota, y que quería tenerlo ahí, en la recámara.
Una semana después el individuo se vistió con ropas femeninas y fue a que el perico le relatara lo que había observado. Cuando el cotorro lo vio meneó la cabeza, pensativo, y luego dijo: “Extraña casa es ésta. ¡La mujer piruja y el hombre travestista!”... FIN.


mirador
armando fuentes aguirre

En aquellos discípulos Hu-Ssong dijo a su tiempo:
-La amiba es una de las más elementales formas de la vida. Sin embargo si separamos a una amiba de su grupo veremos en el microscopio cómo lucha por regresar a él.
-Lo mismo entre los hombres. Ninguno puede estar separado de los otros; todos necesitamos del calor que sólo nuestros semejantes pueden dar. Lo antiguos anacoretas que se apartaban de los hombres -y sobre todo de las mujeres- para buscar a Dios atentaban contra una ley de humanidad que nos lleva a buscar en los humanos el fin y justificación de nuestra vida.
-Nada de lo que hagamos -concluyó Hu-Ssong- tendrá sentido si no lo hacemos con nuestro prójimo y para nuestro prójimo. La palabra “nosotros” tiene más letras que la palabra “yo”.
¡Hasta mañana!...


manganitas
por afa
“…Multaron a una señora por cultivar mariguana en su jardín…”.
Le quemaron en un tris
su cultivo estrafalario.
(Con el humo, el vecindario
se puso retefeliz).

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