Por Catón
Columna: De política y cosas peores
2013-06-30 | 20:17:58
AMLO debe actualizarse

Una señora vivió confundida toda su vida de casada: en vez de tomar píldoras anticonceptivas tomaba píldoras tranquilizantes. Ahora tiene 14 hijos, pero le vale madre…
Don Poseidón, granjero acomodado, fue a la ciudad, y al cruzar una calle lo atropelló una troca. Esta palabra, “troca” –del inglés “truck”-, sirve en el norte del país para designar a un camión de carga. Acudió un oficial de tránsito y le preguntó: “¿Le vio las placas?”. Contestó don Poseidón, airado: “¡Nomás faltaba que el caborón se hubiera reído!”…
Doña Macalota notó que su esposo don Chinguetas traía aliento alcohólico. Le dijo: “Labios que tocan el licor no tocarán los míos”. Él no contestó. Le preguntó su mujer: “¿Qué piensas?”. Contestó don Chinguetas: “Estoy tratando de decidir entre whisky de 18 años y labios de 50”…
La novia llegó a su misa nupcial con rizadores en el pelo. Explicó: “Lo importante es la noche de bodas, y quiero llegar bien peinada”. (¡Indeja! ¡Ahí es donde te van a despeinar!)…
Yo no me fío mucho de la visión que tengo de las cosas. Antes de mirarlas las veo dos veces, y tres antes de reconocerlas como reales. En ocasiones caigo en la inmodesta pretensión de suponer que a lo mejor tengo la vista deformada, como se dice que la tenía El Greco, quien a causa de eso veía a las personas como llamas de una vela, poseídas por un fuego interior que las alargaba hacia la altura.
Yo al revés: miro las cosas achatadas, planas, pegadas a la tierra. Quizás ese engañoso sentido de la realidad me lleva a trastrocarla. Hay quienes miran a López Obrador como un rebelde revolucionario. A mí por el contrario, se me presenta como un conservador ultramontano, una especie de Yunque de la izquierda.
Los priistas se olvidaron ya del gastado discurso de la Revolución, episodio histórico que poco o nada tiene qué decir después de un siglo de soflamas demagógicas. En todo el mundo el nacionalismo se ve no sólo como retórica, sino también como peligro, insana actitud que puede aislar a un país, sacarlo de la corriente de los tiempos y llevarlo al fundamentalismo.
Y sin embargo la Morena de AMLO parece inspirada en dogmas y concepciones del ayer. Por ejemplo, la postura de López Obrador ante la lucha de las personas homosexuales por obtener respeto a sus derechos se ha mostrado francamente conservadora. Lo mismo puede decirse en lo que atañe a su posición frente a la reforma energética.
Se diría que en ese tema el tabasqueño le apuesta a la conservación del statu quo, al inmovilismo. Abrigo –sobre todo en los días del invierno- la convicción de que AMLO debe ser candidato presidencial en el 2018. Lo merece; se lo ha ganado a pulso. Pero pienso también que debe actualizar su visión del país, de sus problemas y posibilidades.
Porque ahora López Obrador parece más priista que los priistas, e incluso –me atrevería a decir- más panista que los panistas. No es posible ya seguir anclado en 1917 o en 1938, gloriosísimo año este último, ciertamente, por más de un concepto, pero pasado ya. Tres cuartos de siglo han transcurrido de ese año –llevo muy bien la cuenta-, y no es posible seguir aferrados a los principios que privaron en aquella época.
Es cierto: el que no sabe Historia está condenado a reprobar la materia. Pero igualmente el que no entiende su presente quedará marginado del futuro. Y nadie diga que no le avisé a tiempo…
El día que llegó a sexagenario don Siruelo decidió inscribirse en un gimnasio. El entrenador lo llevó a la sección destinada a los hombres mayores de 50 años y le pidió que subiera a la caminadora. Le preguntó: “¿Se la ajusto a 10, a 20 ó a 30 minutos?”. “A 10 –pidió el recién llegado-. Es mi primer día”.
Empezó don Siruelo a caminar en el aparato, pero a los 3 minutos sintió que las piernas se le doblaban y que le faltaba la respiración, de modo que se bajó de la caminadora. Fue a donde estaban otros maduros caballeros descansando de su rutina diaria y les dijo: “Duré 3 minutos en esa desgraciada máquina”.
“Está bien, está bien –le contestaron-. No necesitas venir a presumirnos”. (Si perseverara haciendo pesas y ejercicio en el gimnasio, don Siruelo podría llegar a estar “bien mamao”, como dicen los muchachos de hoy al hablar de un hombre musculoso. Por cierto, a sus 67 años Bill Clinton no necesita ir a un gimnasio. Ya está bien mamao)… FIN.

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