Por Catón
Columna: De Política y Cosas Peores
Apoyarán panistas reforma energética
2013-06-24 | 22:08:42
En el autobús le dice el pasajero a la mujer que iba a su lado: “Perdone la indiscreción, señora: ¿con qué parte del cuerpo lee usted?”. “Con los ojos, naturalmente -respondió ella, recelosa-. ¿Por qué me pregunta eso?”. Responde con hosco acento el individuo: “Porque hace media hora va usted sentada sobre mi periódico, y pensé que lo iría leyendo”...
La señorita Peripalda, catequista célibe, atravesaba un oscuro callejón cuando de pronto ¡flap flap flap! cayó sobre ella un vampiro semejante a Drácula. No se inmutó la pía doncella. Se abrió el pecho con la determinación de los primeros cristianos y esgrimió una gran cruz que llevaba ahí pendiente de una cadena. Se plantó ante la fea criatura y le espetó le dijo con sonorosa voz: “¡Arredro, Satanás! (Quería decir Vade retro). ¡Contra mí nada podrás, / pues mostrándote esta cruz / dije mil veces: ‘Jesús, Jesús, Jesús, Jesús, Jesús, Jesús...!’”. El vampiro interrumpió la recitación de aquella piadosísima jaculatoria. “I’m sorry, lady -le dijo a la señorita Peripalda-. Eso no me hace efecto. Soy agnóstico”...
El papá de Pepito se indignó al ver la boleta de calificaciones de su hijo. “¡Cómo es posible! –le dijo hecho una furia-. ¡Reprobado en Música!”. Explica el chiquillo: “Es que no llevé acordeón”...
Así como digo una cosa digo otra. Es de alabarse el anuncio que en forma inesperada hizo Ernesto Cordero en el sentido de que los senadores de Acción Nacional darán su apoyo a la reforma energética impulsada por Enrique Peña Nieto.
No sé si la declaración del panista responda a las reiteradas críticas que se le han por sus evidentes ligas con el expresidente Calderón, o si éste haya decidido ya no seguir poniendo piedras en el camino de su sucesor; lo cierto es que la actitud de Cordero es buen indicio, y contribuye a mejorar el mal ambiente que por estos días priva en el PAN a causa de los graves problemas internos que afronta el partido blanquiazul.
El momento que vive México hace necesaria la unión de las principales fuerzas políticas en torno de un proyecto de nación que impulse al país y lo saque del estancamiento en que se encuentra.
Desde ese punto de vista los protagonistas de nuestra vida pública deben actuar con generosidad, y poner el bien nacional por encima de los intereses partidistas.
México se está rezagando en el camino de la modernidad por causa del apego que algunos tienen todavía a viejas fórmulas que han caducado ya.
El ofrecimiento del senador Cordero, si se concreta en actos, es esperanzador…
El señor cura de aquel pequeño pueblo gustaba de tomarse de vez en cuando unas copitas. Cierto día debía confesar a los fieles de la parroquia. Enfrentado a la perspectiva de pasarse toda la tarde en el confesionario –“apostolado de la nalga”, llaman algunos religiosos al acto de la confesión-, llevó consigo una “chaparrita” o botella pequeña de tequila.
La primera penitente fue una muchacha de voluptuosas formas. “Me acuso, padre –dijo con relativa contrición-, de que estoy haciendo el amor con mi novio”.
El señor cura, para reponerse de la penosa impresión que le causó aquel grave pecado nunca oído, le dio un largo trago a su botella. “Y también -prosiguió la muchacha- tengo relaciones de fornicación con un vecino”.
El sacerdote, consternado al ver los terribles efectos que sobre la criatura humana tiene el pecado original, se llevó la botella a los labios otra vez. “Además -continuó la penitente- me estoy acostando con un agente viajero, un compañero de oficina, un vendedor de seguros y un señor que pone cristales, lo mismo que con el equipo de futbol de la colonia, incluidos el técnico, la banca, las reservas, el aguador, el médico, el masajista, el encargado de los balones y el jefe de relaciones públicas “.
Lleno de aflicción el sacerdote le dio tres nuevos tragos a su botellita. A través de la rejilla la muchacha percibió el aliento alcohólico de su confesor. “Padre -le dice con acento de reprobación-. Me está usted oliendo a borracho”. “¡Desdichada! -estalla con santa indignación el señor cura-. ¡Desde hace rato tú me has estado oliendo a p..., y yo no te he dicho nada!”...
Al terminar el extático y frenético trance de amor la viborita le dijo a su galán con una sonrisa de satisfacción: “¡Caramba! ¡Ahora entiendo por qué te llaman pitón!”... (No le entendí)... FIN.

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