Por Catón
Columna: DE POLÍTICA Y COSAS PEORES
DE POLÍTICA Y COSAS PEORES
2013-05-23 | 09:39:20
Hermosas ciudades

de política y cosas peores
por catón

Afrodisio Pitongo, hombre proclive a la concupiscencia de la carne, le dijo a una linda chica: “¿Te parece si vamos a mi departamento y jugamos a la magia?”. Le preguntó ella: “¿Cómo se juega eso?”. Respondió el salaz sujeto: “Yo te echo un par de polvos, y luego tú te desapareces”…
El hijo mayor de Babalucas les salió a sus papás con la novedad de que su novia iba a tener bebé. Le preguntó la madre, recelosa: “¿Y estás seguro de que la criatura es tuya?”. No pasaron muchos días, y la hija resultó también con la misma novedad: iba a ser mamá. De inmediato Babalucas le preguntó: “¿Y estás segura de que la criatura es tuya?”…
Pepito se hallaba recostado en la hamaca del jardín de su casa. Tenía en una mano un bote de cerveza y en la otra un ejemplar de la revista Playboy. Llegó un vendedor y le preguntó: “¿Están en casa tus papás, buen niño?”. Le contestó el chiquillo: “¿Usted qué cree?”…
Don Poseidón, granjero acomodado, estaba arreglando la letrina de su casa. Perdió pisada y cayó a la fosa séptica. De inmediato empezó a gritar con grandes voces: “¡Sexo, sexo!”. Los granjeros vecinos oyeron sus gritos, acudieron a toda prisa y lo sacaron del incómodo sitio en que se hallaba. Le preguntaron luego: “¿Dónde, hay sexo?”. “En ninguna parte, caborones –masculló don Poseidón, mohíno-. Pero ¿habrían venido si grito: ‘¡Caca, caca!’?”…
En la reunión del dominó los cuatro jóvenes solteros hablaban de su idea de la mujer perfecta. “Yo quiero para mí –dijo el primero- una mujer sencilla, hacendosa, dedicada a nuestro hogar y al cuidado mío y de nuestros hijos”. “A mí me gustaría –habló el segundo- una mujer que compartiera mi gusto por los viajes y las aventuras a campo abierto”.
Manifestó el tercero: “Yo sueño con una mujer que disfrute lo mismo que yo: la buena mesa, los buenos vinos, la lectura, la música y el cine”. Declaró el último: “En mi opinión, la mujer ideal sería aquella que fuera muda, ninfómana, y propietaria de un restorán y un bar”…
Don Disfuncio, senescente caballero, tenía problemas para izar el lábaro de su masculinidad. Oyó hablar de la pastilla azul, y para asegurarse de sus resultados se tomó cinco de un golpe. Grave error: era débil de corazón el caballero, y además del otro sufrió un paro cardíaco que lo sacó del mundo. Su viuda pidió que le dieran a su esposo cristiana sepultura en la cripta familiar.
“Lo siento, señora –le informó el hombre de la funeraria-. Tendremos que incinerar a su marido”. “¿Por qué?” –inquirió ella. Explicó el hombre: “No hemos podido cerrar la tapa del ataúd”…
Hermosa ciudad es Boston. A más de Nueva York, San Francisco y Nueva Orléans, es de las pocas ciudades norteamericanas con elegancia, personalidad y estilo propios. Las demás son solo Main Street y partes adyacentes (lo dijo Sinclair Lewis). Maravillosos atractivos tiene Boston. Los amantes de la pintura y la escultura encontrarán deleite en su extraordinario Museum of Fine Arts.
Quienes gustan de la música disfrutarán los conciertos de la Sinfónica de Boston y de la legendaria Boston Pops. Los aficionados a los deportes gozarán de partidos trepidantes con los Medias Rojas en el ya centenario Fenway Park, o con los Boston Celtics o los New England Patriots.
Los paseos por el Common o por el Quincy Market, lugar de inacabables delicias gastronómicas, son inolvidables, lo mismo que las visitas a los lugares históricos de la ciudad, aquellos donde tuvieron sitio la Masacre de Boston, en The Old State House; el Tea Party y la batalla de Bunker Hill.
No muy lejos de Boston hay otros sitios que se deben conocer: Cape Cod; Martha’s Vineyard y Nantucket Island; New Bedford, donde quien esto escribe recaló en sus andanzas de escribidor aventurero, movido por el fantasma de Melville y por la eterna realidad de Moby Dick-. Ahí estuve en el Standard-Times, al lado de Elmer Rodrigues, sabio señor que tenía prosapia de balleneros portugueses, y sus modos de maldecir.
Jamás olvidaré el clam chowder de The Yankee Clipper, fonda de pescadores, humeante y aromática delicia que convertía el más gélido de los días invernales en un cálido veranillo indio. Ciudad maravillosa es Boston, y Massachusetts un estado lleno de atractivos. A conocerlos y gozarlos debería dedicar su tiempo Felipe Calderón, y no a escribir ramplonerías en 140 caracteres, ni a meter la mano en donde ya no tiene mano… FIN.


mirador
armando fuentes aguirre
Hermoso nombre tienen estos pinos: se llaman pinos donceles.
Son los que en la sierra se conocen como piñoneros. Ellos nos dan de vez en cuando abundante cosecha de dulcísimos piñones, pequeños frutos en los que caben todas las delicias de este mundo y los otros.
Cinco centenares de pinos donceles teníamos preparados ya para plantarlos en la falda de la lomita de Las Melgas. No los habíamos puesto en su lugar porque las lluvias no llegaban. Pero empezó a llover, y ahora esos pinos parecen en verdad donceles que con su gallardía juvenil adornan el paisaje.
Yo no veré su fruto. Los pinos piñoneros son lentos en crecer. Pero el mejor sembrador –dicen- es el que no siembra para sí. Hubo otros que para mí sembraron. Lo único que hago es corresponder.
¡Hasta mañana!...


manganitas
por afa
“…Un tornado arrasó una ciudad de Oklahoma…”.
Aquí en diversos estados
hay ciudades muy nombradas
que casi están arrasadas.
Y ni siquiera hay tornados.

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