Por Catón
Columna: DE POLÍTICA Y COSAS PEORES
Imprudencias
2013-05-11 | 22:06:36
El vino, ya se sabe, aligera al corazón de sus pesares. Efecto tan benigno, sin embargo, tiene una consecuencia secundaria: la lengua también se hace más leve, y así desgravada se agita más de lo que sería prudencial. Lo demuestra este ejemplo. Bebían en cierta ocasión dos compadritos. “-Oiga, compadre -pregunta uno con tartajosa voz-. ¿Usted le hizo el amor a la comadre antes de casarse?”. “-Pos la mera verdá, sí -replica el otro-. Pero no sabía que se iba a casar con usté”...
La señora se pasó un alto y atropelló a un viejito. Sin embargo culpaba del accidente al pobre anciano. “-¡No es justo, señor juez -decía muy enojada-. ¡Yo tengo apenas dos días de manejar, y el ya tiene 80 años caminando!”…
El borrachito estaba parado frente a la puerta giratoria del hotel. Vio entrar por un lado a una dama fea y gorda y salir por el otro a una muchacha escultural y linda. “-¡Carajo! -exclama con entusiasta admiración-. ¡Mañana traigo a mi vieja!”...
Cierto individuo solicitó un empleo en el servicio diplomático. Le pregunta el encargado de admisiones: “-¿Qué le hace suponer que posee habilidades para la diplomacia?”. “-Mire usted -explica el tipo-. Llevo 20 años de casado y mi mujer todavía cree que tengo un tío enfermo al que debo cuidar una noche por semana”…
Les dice una muchacha a otras a quienes acababa de conocer: “-Ayer bebí mucho en una fiesta y acepté la proposición de matrimonio que me hizo un desconocido. ¡Antes de darme cuenta de lo que hacía ya me estaba casando con él en un juzgado!”. “-¡Qué barbaridad! -exclaman las otras-. ¡Cómo se irán a poner tus papás!”. “-No, -dice muy preocupada la muchacha-. ¡Cómo se irá a poner mi marido!”...
La linda muchacha le pregunta al señor: “-Si no es indiscreción, don Gerontino, ¿cuántos años tiene?”. “-Te lo diré, hija mía -suspira el veterano-. He llegado a la edad en que el Señor no tiene que esforzarse mucho para no dejarme caer en la tentación”…
Dos compadres fueron de pesca. La primera noche se bebieron algunas copas al amor de la fogata del campamento. Uno de ellos se veía meditabundo y cabizbajo, como lleno de preocupación. “-¿Qué le pasa, compadre? -le pregunta el otro con cariñosa solicitud-. Lo veo muy pensativo”. “-Le diré la verdad, compadre -responde el tipo con voz llena de aflicción-.
Usted no conoce bien a su comadre, mi señora. La verdad, no le tengo mucha confianza, y me da miedo que pudiera estar haciendo el amor en mi casa ahora mismo”. “-¡Ande, compadre, no se preocupe! -lo tranquiliza el otro-. ¿Con quién podría estar haciendo el amor mi comadre? Tanto usted como yo estamos acá”...
Pudoricia, joven muchacha educada en colegios religiosos, fue de vacaciones a su casa. Cierta noche la invitó a salir un joven muy apuesto que al amparo de las sombras nocturnales le dio un beso. “-¡Ay, Belforino! -exclama Pudoricia llena de congoja-. ¡Esto ha de ser un pecado grandísimo! ¡Sentí muy bonito!”...
Hubo convención internacional de galleros profesionales. La gran sensación fue un individuo que podía adivinar la procedencia de cualquier gallo con solo introducirle un dedo en la parte posterior. Ponía el dedo ahí, se quedaba pensando un momentito y decía luego: “-Este gallo viene de Filipinas”.
Le llevaban otro, le hacía el dicho tacto y contestaba: “-Del Valle de Texas”. Otro más, lo auscultaba con el dedo y contestaba: “-De los Altos de Jalisco”. Y así sin fallar ninguno.
En eso se le acerca un borrachito cae que no cae y le dice con tartajosa voz: “-Distinguido caballero: le suplico que me haga lo que a los gallos. Hace dos semanas que ando cuete y ya no me acuerdo de donde vine”... FIN.

Nosotros | Publicidad | Suscripciones | Contacto

 

 

Reservados todos los derechos 2018

Nosotros | Publicidad | Suscripciones | Contacto

 

 

Reservados todos los derechos 2018