Por Catón
Columna: De política y cosas peores
‘Nuestros buenos vecinos’
2013-05-02 | 09:15:52
Bien pronto supo el joven Frustracio que había cometido un grave error: jamás debió haberse casado. Tuvo esa amarga certidumbre al salir de la iglesia donde contrajo matrimonio. Frigidia, su flamante esposa, le dijo ahí mismo, en el atrio: “Esta noche no, ¿eh? Me duele la cabeza”. ¡Y eso el mismísimo día de la boda! Demasiado tarde conoció Frustracio su desdicha.
Había soñado unir su vida a la de una mujer que fuera una dama en la sala, una economista en la cocina y una cortesana en la recámara, y se casó con una que era una cortesana en la sala, una dama en la cocina y una economista en la recámara.
A partir de ese día empezó el calvario del desdichado. Cada vez que le pedía a su mujer el cumplimiento del débito conyugal ella inventaba un pretexto para evadir su obligación de esposa: estaba muy cansada; o los astros no se hallaban en la exacta conjunción; o habían perdido los Lagartijos, el equipo de volibol de la Universidad de Cuitla; o era el aniversario del incendio de la biblioteca de Alejandría.
“A hungry man is an angry man”, dicen los irlandeses. Un hombre con hambre es un hombre irritado. Igual puede decirse de un hombre cuyo apetito varonil no ha sido satisfecho. Eso explica por qué Frustracio andaba en continuo estado de exasperación. Incapaz de aliviarse a sí mismo –había estudiado en el colegio de San Guilebaldo, cuyos maestros no le enseñaron mucho, pero sí lo dotaron de un sentimiento de culpa del que nunca se pudo liberar-, y extremadamente tímido como para buscar los servicios de una meretriz, vivía siempre en erizado rijo.
Debió haber dicho el infeliz Frustracio lo que en su hermosa canción expresó don Pastor Cervera, una de las muchas glorias de la gloriosa trova yucateca: “Porque besé otros labios me dices que te he engañado. / Porque calmé mi sed en otra fuente. / Si cruzas el desierto desolado / cualquier gota de hiel es suficiente. / Tú me niegas el agua de tu fuente, / y por calmar mi sed me has condenado. / Prefiero ser por tu alma ajusticiado / que morirme de sed junto a tu fuente”. Cerrada a perpetuidad estaba la de Frigidia para su infortunado cónyuge.
Lo mismo, dicen, le sucedió a Napoleón con su segunda esposa, María Luisa. Eso llevó al Corso, aseguran algunos historiadores, a emprender su desastrosa campaña de Rusia, en el curso de la cual murieron 380 mil franceses y un italiano que tocaba el pífano.
¡Todo porque la Licha se cerró de piernas! He ahí las deplorables consecuencias de negar un vaso de agua a un sediento. Desde luego no es dable comparar tal frustración con la que sentimos los mexicanos en nuestra desigual relación con los Estados Unidos.
En la manida frase “Nuestros buenos vecinos” nosotros siempre somos los buenos, y ellos solamente los vecinos. No se trata de revivir viejos agravios: se trata, sí, de mencionar los que a nuestro tiempo pertenecen: el trato injusto –criminal a veces- que nuestros paisanos indocumentados reciben allá, con total olvido por parte de los estadunidenses de los derechos humanos y de la más elemental humanidad; la negativa de las autoridades norteamericanas a frenar la compra y trasiego de armas por parte de las mafias criminales de México; la resistencia a crear programas de inmigración benéficos para los dos países.
La visita del presidente Obama no debe ser ocasión para que otra vez se manifieste la obsequiosa actitud de sumisión que la mayoría de nuestros mandatarios han mostrado ante el vecino poderoso.
Por muchos motivos nuestro país tiene importancia para los Estados Unidos. El presidente Peña Nieto debe hacer valer eso en el diálogo que tendrá con su homólogo norteamericano. De otro modo esa visita será un mero acto protocolario sin sentido ni utilidad alguna.
Sobre todo, en mi modesto papel de orientador de la República, recomiendo dignidad. Mucha dignidad. No nos suceda lo que en el cuento de los tres mandatarios cuyo avión se estrelló. Uno era el Primer Ministro de Escocia, el segundo el Primer Ministro de Israel y el tercero el Presidente de un país latinoamericano.
Llegaron los tres a las puertas del Cielo, y San Pedro les dijo: “Llegan ustedes con demasiada anticipación. Todavía no es su hora. Los volveré a la vida y los regresaré a la Tierra, pero tendrán que pagar 100 dólares cada uno”.
El Primer Ministro de Escocia declaró que eso era demasiado. Se quedaría ahí hasta que su hora llegara. El de Israel está regateando todavía: ya lleva a San Pedro en 75 dólares. Y el presidente del país latinoamericano está esperando que los Estados Unidos le presten el dinero… FIN.


Mirador
Armando Fuentes Aguirre
Radio Concierto, nuestra emisora cultural en Saltillo, recibió una amable visita. El arquitecto Juan Alanís Tamez, Cronista de Santiago, Nuevo León, nos dio una bella conferencia sobre Los Montañeses del Álamo, el entrañable grupo cuya música ha deleitado a tantas generaciones.
Yo siento un gran cariño por Los Montañeses. Su chotis –que no chotís- “Amor de madre” hacía llorar el 10 de mayo a mi mamá. Tocaron en las bodas de oro de los padres de mi esposa, segundos padres para mí. Esa vez me propuse cantar “Una mosca parada en la pared”, con el acompañamiento de Los Montañeses, pero no pude aprenderme la letra de la canción.
Muy aplaudida fue la exposición de Juan, que a más de ser excelente conferencista es gran actor, entonadísimo cantante, historiador de mérito y galano relatador de anécdotas. Al término de la función nos fuimos a cenar al Café Viena, tradicional y querido sitio saltillense cuyos lonches –que no tortas- y tacos de ternera son una edénica delicia.
Buenos decires, buena música, buen yantar… Quien no goza eso es porque no sabe gozar.
¡Hasta mañana!...

MANGANITAS
POR AFA

“…Llega Obama a México…”.
Diré con inquietud suma
que un temor me asalta ya:
ojalá no sienta la
venganza de Moctezuma.

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