Por Catón
Columna: De política y cosas peores
2012-10-31 | 22:07:42
“Soy lesbiana” –le dijo fríamente una mujer a Babalucas cuando éste quiso entablar conversación con ella. “¡Ah! –exlamó muy interesado el badulaque-. ¿Y cómo andan las cosas en Lesbia?”. (Este Babalucas es el mismo que leyó en el periódico: “Los policías están violando derechos”, y dijo: “No me importa. Yo soy zurdo”)… Una anciana granjera se levantó en la madrugada y fue al establo a ordeñar a su vaca. La halló muerta sin causa aparente alguna. Llena de dolor, pues del animalito dependía el sostén de la familia, se privó de la vida colgándose de una cuerda. Poco después llegó el granjero y vio colgada a su mujer. Desesperado, se colgó también. Vino luego el hijo mayor, y encontró a sus padres muertos. Loco de dolor fue al río con intención de ahogarse. En la orilla estaba un hada que lo detuvo y le dijo: “Si me haces el amor tres veces resucitaré a tus padres y a la vaca”. El hombre trató de cumplir la tarea, pero solo consiguió hacerle el amor dos veces. El hada entonces ahogó en el río al desdichado joven. El segundo de los hijos salió de la casa y vio muerta a la vaca, y muertos también a sus padres y a su hermano. Decidió suicidarse igualmente. Iba ya a lanzarse a las turbulentas aguas cuando el hada lo detuvo. “Si me haces el amor cinco veces –le ofreció- te devolveré a tu familia sana y salva, y te devolveré también la vaca”. Por más esfuerzos que hizo, el muchacho solo pudo hacerle el amor tres veces. El hada entonces lo sumergió en el río, con lo cual el infeliz murió. En eso llegó a la orilla el más joven de los hijos. Iba también con el propósito de quitarse la vida, pues había visto sin vida a la vaca, a sus padres y a sus dos hermanos. Pero el hada lo detuvo y le dijo: “Si me haces el amor 10 veces haré que vivan nuevamente tus padres, tus hermanos y la vaca”. “¿Diez veces nada más? –se extrañó el muchacho-. ¿Por qué no 20, o 30?”. “Está bien –respondió el hada con asombro-. Si me haces el amor 30 veces vivirán otra vez tus padres, tus hermanos y la vaca”. El joven, con actitud segura, empezó a desvestirse para llevar a cabo la demostración. Pero en eso se detuvo. “Un momento –le dijo al hada-. Si te hago el amor 30 veces ¿cómo sé que no te sucederá lo mismo que a la vaca?”. (No le entendí)… El Ateneo Fuente, de Saltillo, es un glorioso plantel. Fundado en 1867, hoy cumple los primeros 145 años de su edad. Por sus aulas han pasado varones ilustrísimos: Venustiano Carranza, Julio Torri, Carlos Pereyra, Artemio de Valle Arizpe, son solo unos cuantos ejemplos, entre muchos, de los frutos rendidos por esa preclara institución. En ella fui alumno, maestro después y director finalmente, honor que cuento entre los más grandes de mi vida. Bello, muy bello es el escudo del Ateneo. En su sobria sencillez muestra una antorcha que representa la luz de la verdad. La antorcha ateneísta, junto con otra que simboliza a la Revolución, se mira en el escudo de Coahuila. Sobrio es también el lema del Colegio, expresado en una sola palabra hermosamente esdrújula: el vocablo latino Veritas, que sirve para nombrar a la verdad. En el Ateneo hice por primera vez cosas muy importantes de la vida. Ahí escribí los primeros versos; ahí me enamoré por la primera vez. En su magnificente Paraninfo pronuncié discursos, de lo cual me he arrepentido siempre, y en sus aulas aprendí a oír por encima de todas las voces la de mi vocación, de lo  cual jamás me he arrepentido. Siempre he dicho que no hay ex ateneístas: el que una vez fue ateneísta ya es ateneísta para siempre. Lo sigo siendo yo, y aun en ocasiones he pensado que la única vez que yo he sido verdaderamente yo fue en mis días de estudiante en el Ateneo Fuente. Hoy nos reuniremos los ateneístas para celebrar estos 145 años de vida de nuestro padre Ateneo. Llegaremos de todas partes del país a compartir orgullos y recuerdos. Nos recibirá su joven director, el ingeniero Miguel Ángel Rodríguez Calderón, que tanto ha hecho para dar lucimiento a este fasto del Colegio. Los viejos seremos jóvenes de nuevo, y evocaremos con nostalgia los sueños no vividos y la vida no soñada. Yo buscaré un momento para ir solo por los extensos corredores, que algo tienen de claustrales. Me asomaré a las aulas donde una vez me enseñaron a aprender, donde una vez aprendí a enseñar. Volveré a tener 16 años –pobre de aquel que cuando tenga muchos años no sea capaz de volver a tener 16, siquiera sea por un solo día-, y encontraré quizá a un muchachillo con un libro en la mano, un sueño en el alma, una locura en la cabeza y un amor en el corazón. Si lo encuentro me habré encontrado yo… FIN.

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