Por Raymundo Jiménez
Columna: Al pie de la letra
Los Jesuitas
2011-09-05 | 21:02:42
Después de una estancia en Xalapa de casi 70 años, los sacerdotes jesuitas han anunciado el retiro de la capital veracruzana de esta compañía misionera fundada por San Ignacio de Loyola en 1534 y reconocida oficialmente por el Vaticano hasta 1540.
Según versión del presbítero José Teódulo Guzmán Anell, a finales de este mes entregarán formalmente al arzobispo xalapeño Hipólito Reyes Larios el templo de Los Corazones de Jesús y María, ubicado en la zona céntrica de la capital del estado, que actualmente está a su cargo y del sacerdote Humberto Ochoa Granados, jesuita también.
La Compañía de Jesús llegó a Xalapa en 1942. Sus primeros tres sacerdotes se establecieron en el Santuario del Beaterio; posteriormente, en 1970, pasaron al templo guadalupano de El Dique, donde llegaron a estar seis sacerdotes de la misma compañía, y finalmente fueron trasladados a la iglesia de Los Corazones, donde permanecerán solo hasta el próximo día 27 de este mes.
Sobre la partida de los jesuitas existen versiones encontradas. Según los sacerdotes arquidiocesanos Rafael González Hernández y José Juan Sánchez Jácome –el primero, párroco de la Catedral Metropolitana, y, el segundo, director de la Oficina de Comunicación Social de la Arquidiócesis de Xalapa–, la partida de los jesuitas se debe a la falta de vocación de jóvenes hacia esa orden sacerdotal y desmintieron que su retiro sea producto de desaveniencias con el arzobispo Hipólito Reyes Larios.
Sin embargo, el padre Guzmán Anell declaró que se retiran de Xalapa, entre otras causas, por la falta de feligresía ante la saturación de templos católicos que existen en el centro histórico de la ciudad, pero añadió otro motivo más: a su desacuerdo con la actitud del arzobispo Reyes Larios en su relación con los grupos de poder, principalmente con el que gobierna el estado.
“El arzobispo públicamente ha dicho que es amigo de los priistas y demás, pero nosotros no comulgamos con esa idea; es distinto de lo que era don Sergio (Obeso Rivera, arzobispo anterior). Él mantenía su sana distancia, a pesar de ser pariente de los Chedraui”, declaró a un diario local el jesuita Teódulo Guzmán, quien aclaró que aunque sí tienen diferencias ideológicas con monseñor Reyes Larios tampoco se van peleados con él, y que una muestra de que la relación sigue siendo cordial es que el martes 27 de este mes, a las 19:00 horas, concelebrarán la eucaristía de despedida en la que le entregarán formalmente el templo que ha estado a cargo de la Compañía de Jesús.
En el aviso de despedida dirigido a los feligreses de Los Corazones desde el mes de julio, los sacerdotes jesuitas exponen textualmente que “habrían otras razones que por motivos de prudencia y caridad fraterna no conviene mencionar, y que tienen que ver con la explicitación de nuestro pensamiento teológico y social respecto de la exigencia evangélica del compromiso con los pobres y la sana distancia en relación con los dueños del dinero y del poder político”.
Y concluyen que “nos despedimos de ustedes con la convicción de haber sembrado en sus corazones el deseo de continuar en el seguimiento de nuestro Señor Jesucristo, trabajando en la transformación de la sociedad y en la construcción de la comunidad eclesial, de modo que la iglesia, pueblo de Dios, sea cada vez más laical y menos clerical, más participativa y menos encerrada en los templos, más solidaria con la causa de la justicia y la práctica de la democracia participativa y menos sorda a las angustias y tristezas de la humanidad”.
Esta exposición de motivos de los jesuitas debió calar hondo en la cúpula arquidiocesana, pues dos de los sacerdotes más cercanos al arzobispo salieron a aclarar que la partida de los miembros de la Compañía de Jesús se debe a la escasez y avanzada edad de sus sacerdotes, y que por esta crisis vocacional no tienen manera de renovar a sus presbíteros.
El padre José Juan Sánchez Jácome, vocero oficial de la Arquidiócesis, precisó que la relación que guarda el arzobispo con las altas esferas sociales y políticas de Xalapa se debe solo a que como todos los pastores deben trabajar en conjunto con ellos en bien de la sociedad. “No hablaría de una relación excesiva con los políticos o poderosos, hay una relación institucional tanto para colaborar como para denunciar y criticar cuando no se hacen las cosas”, dijo. Y aseguró que esta relación no excede los parámetros, ya que se ha mantenido siempre institucional. “Hay que ser maduros y entender que en una sociedad democrática, una relación institucional es necesaria para entrar en diálogo con todas las fuerzas políticas para que se puedan señalar las cosas que no se están haciendo bien, así como exigir mejores resultados a las autoridades”. Sánchez Jácome dejó en claro que a los jesuitas no se les ha prohibido ejercer algún apostolado en particular y que han contado con plena libertad para trabajar.
Pero la actitud crítica de los jesuitas no debería sorprender a nadie, pues ellos mismos se definen como “hombres de frontera, dispuestos a estar en aquellos lugares donde hay situaciones de injusticia, donde otros no pueden o no quieren estar, donde se puede tener un efecto multiplicador en bien de la misión. Hombres preparados para responder a las necesidades de nuestro mundo, solidarizándonos con las víctimas de esta historia y así acompañar a Jesús rumbo a la cruz”.
El propio fundador, San Ignacio de Loyola, fue un hombre que hace más de 470 años buscó responder a las necesidades de su tiempo y propuso una renovación eclesial y espiritual. Junto con Santa Teresa fue un ferviente promotor de la Contra-reforma, erigiéndose en un puente entre la Iglesia y la modernidad naciente.
En México, los jesuitas han enfrentado varios conflictos con el poder político. Desde el 25 de junio de 1767, cuando por orden del rey Carlos III fueron incomunicados y expulsados de la Nueva España hacia la Madre Patria, sin permitírseles llevar más pertenencias que el breviario, la ropa puesta y el dinero que pertenecía a cada uno. Después de ese penoso y larguísimo viaje que costó la vida a muchos, al llegar a España los jesuitas fueron desterrados otra vez, ahora a los Estados Pontificios a donde empezaron a llegar en lamentable estado de miseria en septiembre de 1768. En México, la Compañía de Jesús se restituyó hasta el año de 1813.
Otro episodio histórico fue el protagonizado por el sacerdote jesuita de origen zacatecano Miguel Agustín Pro Juárez, fusilado por el gobierno de Plutarco Elías Calles en 1927 al ser injustamente implicado junto con sus hermanos en un atentado fallido en contra del presidente electo Álvaro Obregón.
Desde entonces se incubó el resentimiento de los jesuitas contra los gobiernos priistas, pues en 1929 Elías Calles fundó el Partido Nacional Revolucionario (PNR) que después con Lázaro Cárdenas se transformó en el Partido de la Revolución Mexicana (PRM) y que luego con Miguel Alemán Valdés cambió a Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Y es que no solo para los jesuitas, sino para la iglesia en general, el padre Agustín Pro es un mártir de la Revolución Cristera en México. Precisamente el Papa Juan Pablo II, cuyas reliquias están por llegar a Xalapa la semana próxima, fue quien lo beatificó el 25 de septiembre de 1988 en Roma.
Esa parece ser una de las razones por la que los jesuitas que se van de la capital veracruzana critican la insana cercanía que desde el sexenio del gobernador priista Fidel Herrera Beltrán (2004-2010) mantiene el arzobispo Reyes Larios con el poder político; una cuestionada relación que el ex obispo de Orizaba estrechó visiblemente a raíz del polémico caso del secuestro y homicidio de su sobrina Karina Reyes Luna, ocurrido a mediados de junio de 2008.

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